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Mensaje por Chikao Jue Feb 28, 2013 4:11 pm

El viaje hasta ESE momento había sido agotador, casi al punto del desfallecimiento, quizás si se excluyesen las centurias de desunión, combates por motivos ya olvidados, todo se resumiría a unos pocos días de distancia entre Sairou y Kutou.


Sairou, maravillosa en cada paso que un extranjero diera por su extensión, desde los bosques Silverpine mismos, con su Lago, su templo, la hermosa cascada que parecía declarar
'No se preocupen... Van a verme por mucho tiempo más por aquí' A cada uno de los que se atrevía a detenerse y dejarse llevar por sus sentidos aquietando el espiritu y la mente. De igual manera el lago, donde hacía ya tiempo... Le conoció a ella, levantó la mirada hacia arriba, hacia el techo, ese día parecía haber sucedido centurias atrás, cuando Xion recién se habia terminado de formar, recordó la suavidad de sus playas, y los momentos que estuvo a punto de perder en más de una ocasión su cabeza... Recordó también sus palabras, y todo lo sucedido en ese lugar en ese momento, durante su ultimo encuentro y el viaje hasta este lugar para evitar parecer descortés le dedicó un tiempo de su existencia a conocer un poco las costumbres del Reino vecino.


Luego de un largo suspiro, que le recordó que el aire que sobraba era por alguién que faltaba, su mente trajo a su memoria, datos que quizás fuesen de ayuda en ese momento o en alguno posterior, recordó que había leído acerca de la existencia de un templo, en honor al protector del Reino, como si de un amigo de Seiryu se tratase...


"-Si, claro, como no... Este Reino es el departamento de Byakko, vecino de Seiryu, y vive aquí al lado, en Sairou, ocasionalmente se prestan tazas de azucar... y cada séptima luna se reunen a contar sus aventuras de jóvenes-" Se decía a si mismo Chikao.

Una sonrisa, se dibujó en su rostro, para luego, dejar salir una suave carcajada, así empezó a recordar las notas


"Rivendell, Ciudad central y la más grande del reino de Sairou, con su imponente
Castillo Falkirk, la zona residencial, El Hotel Imperial, La Academia Lemberig, El Mercado, La zona gastronómica y sus Restaurantes, la Plaza, el Hospital, y su Iglesia.

Valle de la Luz en dirección N desde Rivendell, se encuenta este valle. El mismo está limitado por el lago, el bosque Silverpine y las montañas.

Las montañas, Hermosos picos nevados delimitan a ambos valles.

Valle Nevado Hacia el Sur de las montañas se encuentra este valle. Rodeado por un bosque de pinos tan blancos como los pico nevados que se ven cruzando el valle.

Las Playas, un paradisiaco lugar donde pasar unas hermosas vacaciones con tus amigos o algún momento romántico. Pero ten cuidado mientras nades por los corales...

Campo de flores Este paraiso terrenal es es sendero que te llevará hacia la luz celestial. "


Recordaba los comentarios sobre cada una de las regiones en la folletería que había logrado echar mano.

Solo restaba esperar que apareciera un representante del Reino, esperaba fuese la Reina, aunque podría recibirlo cualquier otra autoridad, necesitaba fuese ella, ambos se desconocían, pero tenía que ponerla en aviso... La seguridad de Sairou podía pender de un hilo realmente fino.

Se acomodó su sombrero de rayas verdes, se paró de su asiento, se acomodó también sus ropas, y decidió esperar parado a que apareciera alguien a recibirle, mientras tanto, verificó que dentro de su maletín, por cierto bastante pesado y de un material de color oscuro, con textura de panal de abeja, no era metálico, no parecía muy especial, excepto pudieras ver bajo el microscopio, estuviera todo en orden como lo había dispuesto...

Dentro de el, traía algunas piezas que quizás pudieran ayudar, no solo a Sairou, sino también al resto de Xion...


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Mensaje por Adziel Lun Mar 11, 2013 2:44 am

Hacía días venía investigando sobre algunos actores peculiares que habían aparecido en escena. No sabía quienes eran ni qué buscaban, pero lo seguro era que estaban analizando todo el territorio. Había ordenado junto con el capitán de la orden, que aumentaran la seguridad en cada rincón del reino. Era algo que consideraba sumamente necesario, principalmente porque no había olvidado lo ocurrido años atrás cuando la ciudad fue bombardeada. Desafortunadamente no habían logrado encontrar a los causantes de semejante atrocidad, pero al menos podía agradecer que ninguno de sus preciados habitantes hubiera perdido la vida o recibido alguna lesión. Lo único que esperaba era que algo similar no volviera a repetirse y para evitar eso, había tomado esa decisión. No sólo había duplicado y hasta triplicado la seguridad sino que también había enviado una serie de informantes que le comunicaban sobre algunos movimientos que se efectuaban en los demás reinos. Siendo parte de la monarquía era necesario estar bien informada, de lo contrario, los habitantes podrían vivir un infierno si llegaba a cometer una imprudencia.

Claro estaba que si quería que el reino se mantuviera en pie, tendría que trabajar más que nunca. Tenía el presentimiento de que algo malo pasaría aunque no tenía la certeza de qué sería por eso mismo debía estar atenta. Vivían en un mundo complicado en el que hacía poco se habían desatado distintos atentados y conflictos. La mano que antes parecía que los protegía ahora buscaba acabar con muchos sólo para divertirse. Los ángeles habían perdido su verdadero hogar y habían sido obligados a vivir en la tierra junto a todas las demás criaturas. Eso los ayudó a descubrir la belleza de ese mundo, pero también tuvieron que saborear el amargo sabor del dolor y el sufrimiento. Muchos sentimientos negativos comenzaron a inundar los corazones de todos los celestiales. Ya habían perdido la esperanza y la fe que tenían en su padre. ¡Y cómo no hacerlo si los había traicionado! Quien había establecido la idea de quien violaba sus reglas y traicionaba su confianza se volvería un caído, había decidido seguir los pasos de uno de sus primeros hijos. Era sumamente irónico y extraño, pero en ese sentido y teniendo en cuenta las supuestas nuevas reglas, quienes habían caído podrían limpiar sus alas y quien siguiera sus pasos se volvería un caído. Era una realidad confusa. ¿Los pasos de quién debían seguir ya? ¿Quién era bueno y quién malo? Ya todo había quedado en manos de la moral de cada uno.

Sin embargo, los ángeles no eran los únicos que habían quedado desconcertados por las decisiones tomadas por el creador, muchas de las demás especies podrían estar en la misma situación. Los habitantes de Kounan simplemente continuaban cometiendo sus fechorías, y los demás parecían querer evitar que la guerra se desencadenara. Se podía decir que la misma se había aplazado por suerte, pero ¿cuánto duraría la supuesta paz? Nadie lo sabía puesto que todos habían llegado al punto en el que desconfiaban de sus propios congéneres. Vivían con miedo aunque no lo aparentaran y siempre mostraran sonrisas. Nunca se sabía dónde se daría el siguiente golpe y quién lo haría. La reina había oído distintos rumores, nada era seguro, mas no podía evitar preocuparse. ¿Qué se podría decir con el nuevo invitado que había llegado al castillo? No era difícil saber que era de Kutou, pero las apariencias podían engañar. Los sirvientes del castillo lo habían guiado hacia la oficina de la Reina. Le habían ofrecido que tomara asiento para que esperara tranquilo mientras ellos se ocupaban de buscar a la monarca. —Milord, aquí tiene algo de té y algunos bocadillos. Espero pueda disfrutarlos mientras espera —comentó una de las sirvientas luego de dejar una bandeja repleta de panecillos dulces; un par de tazas y platos, y una tetera de porcelana; y, a un lado, de cada plato habían dejado dispuestas una cuchara de plata para cada juego.

Sólo faltaba la dueña de casa. Los sirvientes se habían dividido para buscarla, hasta que lograron divisarla dentro de la biblioteca, escondida detrás de una gran pila de libros que horas antes había seleccionado cuidadosamente. No se mencionará de qué se trataba cada uno por el momento, pero sí el hecho de que la fémina los estaba examinando a cada uno con mucho detenimiento y anotando ciertos datos en un cuaderno.

Uno de los sirvientes la llamó, y la joven inmediatamente alzó la cabeza y se puso en pie luego de que le informaran el motivo de la interrupción. Dejó los libros en el escritorio, tomó su cuaderno y cerró la puerta tras de sí cuando el can que siempre la seguía salió del lugar. Minutos después ya se encontraba frente a la puerta de su propia oficina. Uno de los guardias que vigilaba dicha puerta, la abrió en tanto hacía una leve reverencia con la cabeza, y la fémina ingresó en la habitación con una sonrisa dibujada en su rostro. —Es un placer tenerlo aquí. Siéntase como en su casa —expresó haciendo señas a la silla que se ubicaba frente a su escritorio. Caminó los pocos pasos que le quedaban y se sentó finalmente en su silla. —Mi nombre es Adziel. Espero no haberlo hecho esperar demasiado y que lo hayan atendido correctamente —observó a su interlocutor con cierta curiosidad hasta que fijó su mirada por unos segundos en el maletín que llevaba. No tenía idea de porqué había decidido visitarla ni tampoco quién era en verdad, pero era seguro que pronto lo descubriría. —Dígame, ¿a qué se debe el honor de su agradable visita? -cuestionó con una sonrisa volviendo su mirada a los orbes del dragón.
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Mensaje por Chikao Jue Mar 14, 2013 7:54 pm



Hacía unos momentos que me habían traído, para que el tiempo se hiciese más corto, té y panecillos dulces, los modales de los que acompañaban a la monarca de Sairou eran los esperados, aunque, el que lo tildaran de Milord, hizo sonreír por dentro a Chiko, no estaba acostumbrado a ese trato, sin embargo, fue de su agrado. Ahora estaba notando que quizás no fuese suficiente información sobre lo que traía en su pesado maletín, pero no importaba. La reina debía de verlo y comprobarlo por ella misma.

-Se agradece Maidmoiselle- respondió Chikao a la joven que le había traido el té y los panecillos, primero quitándose el sombrero ante ella y luego una pequeña reverencia, todo parecía ser sumamente protocolizado aquí, por lo que en ese momento le pareció adecuado, a pesar de que solo fuese una asistenta del castillo.

Luego de que nuevamente quedara solo… excepto quizás por el té y los bocadillos dulces que le recordaron por algunos momentos a su propio Salón de reuniones en la fortaleza helada…

“Ahhh… Capitana, si pudieras ver esto, seguro estarías ya degustando uno, sin dudarlo… Quizás más tarde, estando un poco más tranquilo y más establecido… ”

Miró detenidamente luego de quedarse parado y haberse colocado nuevamente el sombrero, el detalle de la porcelana, luego notó la luz del día que ingresaba por la ventana, para luego empezar a percibir un aroma, algo que no había podido captar antes, el perfume dejado por la joven que había dejado la bandeja…

“Creo que no conocen a lo que estamos acostumbrados los dragones… Seiryu, debiste de haberle hecho el comentario a tu vecino el Tigre…”

Los panecillos parecían haber sido recién horneados, casi como si hubiera llegado para el momento de un bocadillo entre comidas, el vapor de los panecillos le entretuvo unos momentos, y hasta parecía estar cediendo, sin embargo, se detuvo, estaba esperando a su interlocutora, y lo que tenía para comentarle, esperaba no le causara ninguna emoción negativa como para rechazar la propuesta, en parte esperaba al menos le diera la oportunidad de poner a prueba lo que había traído en su maleta. Mientras tanto, la puerta detrás de Chikao se abrió lentamente, y un guardia hizo una reverencia a una figura femenina, detalle que le hizo notar que era una autoridad al menos, ella entró en la habitación con una sonrisa y dirigiéndose hacia Chikao le dijo:

-Es un placer tenerlo aquí. Siéntase como en su casa- Mientras le invitaba con una seña que tomase asiento del otro lado del escritorio.

Luego de eso, se presentó como Adziel y de antemano se disculpó por la espera, para luego inquirir sobre el motivo de la visita a su Reino… Habiendo hecho caso de la seña de Adziel, se sentó como le había invitado.
Con una expresión casi seria e intentando que la sonrisa de Adziel, no se borre, al menos no todavía, como la etiqueta lo requería, debía de presentarse… pero ¿Cómo hacerlo…? El instante se hizo eterno, como decirle que era el próximo en la línea real de Kutou, un Dragón que hacía unas centurias había destruido la mitad del castillo y diezmado la población del mismo… quizás decirle que por eso mismo había pasado a la clandestinidad y que era parte de la resistencia… eso no lo había tenido en cuenta.

-Antes que nada, agradezco el tiempo que me dispensáis, luego… desconozco como debo dirigirme a vos, Srta., Sra.; Su excelencia; Majestad… estoy consciente que sois una autoridad, puesto que el guardia me lo hizo saber al haceros una reverencia… –

Mientras decía esto mostraba una sonrisa nerviosa, y una cálida mirada, para luego proseguir


-Soy un dragón kutoano… Mi línea de trabajo es el conjunto de tentativas sistemáticas para observar e integrar a largo plazo el futuro de la ciencia, la tecnología, la economía y la sociedad con el propósito de identificar las tecnologías emergentes que probablemente produzcan los mayores beneficios económicos o sociales… Futurología, para más abreviado –


Luego de tomar un poco de aire luego de la pequeña explicación de su lo que hacía. Ahora faltaba la parte más delicada… La presentación personal, muy probablemente ya supiera de su existencia y del largo historial oficial que tenía, su pedido de captura… y vaya a saber qué otras cosas más pudiera saber

-Quizás habéis oído hablar de mi o de alguna de mis locuras… Mi nombre es Chikao, Chikao Hiratasuka… y tengo información que quizás sea de su total atención para prevenir un posible desastre, de ahí que estemos ahora aquí-

Intentó no ponerse serio, debía de mantenerse calmado, debía de explicarle primero que lo que tenía en su maletín fuese una posible solución…


-disculpad mi brusquedad al respecto, iré directo al punto Adziel. Lo que verá a continuación, es para la protección de SU Reino, como el de Kutou, Hokkan y Ciudad de plata ante lo que Kounan pueda enviar… - Y mirando a Adziel dijo en voz más alta…

-Protocolo 947- y desde detrás el maletín respondió primero con dos pitidos, y luego una voz femenina electrónica agregó


-Comando de voz reconocido… Hiratasuka, Chikao- Mientras la maleta respondía, sonidos electromecánicos empezaron a salir de la maleta. Y luego Chikao agregó

–Modo Ensamblaje… activo- Chikao, luego de esto, giró en dirección de su maleta, que estaba ahora en la mitad del cuarto, donde quizás estorbase al paso. De inmediato y respondiendo al comando de voz de Chikao, la maleta, como descomprimiéndose, se convirtió en una especie de armadura portátil.

-Espero no haberle asustado… Demasiado- Le dijo a Adziel mientras giraba en su dirección para continuar la charla.
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Mensaje por Adziel Sáb Mar 16, 2013 5:33 pm

La joven que se había encargado de atender al dragón invitado sonrió luego de oír sus palabras de agradecimiento y se quedó a un lado cerca de la puerta por si llegaba a necesitar brindar sus servicios nuevamente. Así actuaban todos en el castillo. Eran serviciales, educados y sumamente amables. Muchos podrían creer que así se comportaban por el simple hecho de ser seres celestiales, pero ya habían sido inculcados de esa forma desde su nacimiento. Los invitados eran siempre los privilegiados aunque hubieran llegado sin anunciarse antes. La razón de este hecho era que debían intentar mantener buenas relaciones con quienes podrían significar un potencial aliado del reino en el futuro. La misma reina tenía muy en cuenta esta idea, aún cuando también tenía conocimiento sobre los deseos que muchos tenían por que se desatara una guerra. ¿Qué beneficio podría tener un enfrentamiento de esa magnitud en el que los cinco reinos de ese mundo colisionaran? Sería un evento netamente sangriento y amargo no sólo para los soldados y oficiales que intervendrían en forma directa sino también para los mismos ciudadanos que llegarían a verse seriamente afectados y correrían el peligro de sufrir daños físicos y psicológicos. Los ciudadanos Sairou no querían guerra. Sólo intervendrían en la contienda si los atacantes fuesen los seres oscuros quienes eran sus contrapartes y enemigos desde tiempos inmemorables. La paz que sobre ambos reinos se cernía fue gracias a la intervención del difunto rey Fernando I. Bien se conocía sobre las legendarias y milenarias guerras entre demonios y ángeles, pero el mencionado líder había logrado lo que muchos mediadores no obtuvieron, el gozo de ser quien puso fin a las diferencias. Aunque hubiesen aceptado la paz, ambas partes nunca pudieron unirse totalmente, pero, al menos, no se reanudaron los sangrientos conflictos para solucionar los problemas entre ambos Estados. Ese había sido un gran avance...

Era difícil ocultar su estatus en parte gracias a la misma cordialidad y respeto que los que residían en el castillo le ofrecían. No era una persona que se aprovechara de su título, al contrario, en parte lo odiaba. Prefería que la tratasen como una más de ellos antes de llamarla "su Majestad" como todos lo hacían. Era extenuante más por el hecho de que ella era alguien de naturaleza humilde, pero no podía escapar a la realidad. No tenía sentido. ¿Qué haría entonces? ¿Confesaría que era la reina para recibir tal trato o callaría? Lo cierto era que no podía hacerse pasar como uno más de ellos puesto que si el joven había viajado desde tan lejos, alguna urgencia con la monarca debía tener. Eso implicaba que por más que le pesara, debía ser sincera y dar a conocer su verdadera identidad. —Está usted en lo correcto. Soy una autoridad, y, para ser más específica, diría que la señora de esta casa —respondió al tiempo que pasaba su mirada en forma circular por la habitación donde estaba en gesto acompañado por una leve rotación de la cabeza para indicar que se refería al mismo castillo. Con eso creyó que no haría falta que debiera pronunciar el término "majestad" para referirse a sí misma.

La sonrisa de la fémina que nunca había dejado de estar presente, se acentuó más cuando escuchó el agradecimiento del joven, como poco antes lo había hecho la sirvienta que lo había atendido y tiempo después escuchó atenta su presentación. Había escuchado rumores relacionados a su nombre, pero al no saber quién era en verdad no le prestó demasiada atención, después de todo, sabía que sólo había estado en Kutou aunque ahora lo podía ver frente a ella misma. Tal parecía que era un inventor e innovador, como un simple vendedor que venía a presentar sus productos, mas en cuanto escuchó sobre la prevención de un posible desastre, afiló un poco la mirada y se quedó estática en su lugar mientras continuaba escuchando, y obviamente agudizó el oído en consecuencia. Todo lo que tuviera que ver con la protección de su reino, para ella era de suma importancia, dado que siendo la monarca debía velar por el bienestar de los habitantes de Sairou. Ese se había convertido en su destino y la labor que debía cumplir al pie de la letra. Por algo había nacido en ese lugar y dentro de la misma familia real. Inciertas eran las verdaderas intenciones del ser superior que había creado ese mundo.

Proteger los reinos es la tarea primordial de los monarcas y más en momentos como los vividos, pero ¿qué es lo que tiene preparado? —cuestionó interesada por las palabras que había pronunciado su interlocutor. Creyó que venía para traerle alguna especie de información importante, mas lo que luego pudo ver casi logra hacerla saltar de la silla... La maleta que se había llevado la atención de la fémina pareció responder a un extraño comando formado por números y reconocimiento de voz. Era la primera vez que veía algo semejante, es más nunca llegó a pensar que algo así podría existir. Quizá fuese porque los ángeles preferían depender de sus propios poderes y reliquias mágicas antes que de mera tecnología que bien podría fallarle y traicionarlos. Eran sencillos y rara vez empleaban armas, a menos que fuese necesario, después de todo ¿para qué las querían si contaban con sus habilidades? Claro estaba que en casos en los que terminasen agotados, iban a necesitar un plan B y, en ese momento, entraban en escena las herramientas creadas por los hombres. Eran simples en composición, pero muy útiles y letales en las contiendas. ¿Qué era eso entonces? ¿Magia? Mismo el joven había dicho que era un artículo tecnológico, mas nunca creyó que llegarían a producir algo así. Era desconcertante y a la vez sorprendente. Siempre y cuando pudiesen sacarle algún provecho podría servir de mucho. ¿Y qué hacía? La fémina pudo notar bastante anonadada por el extraño artefacto que había tomado una figura que bien conocía: una armadura. Ahora que lo pensaba, había sido una buena idea dejar al can sellado, de lo contrario, nadie sabría como llegaría a reaccionar tras ver tal acto inimaginable… La dama negó con la cabeza con las últimas palabras del joven antes de expresar: —Simplemente me sorprendió. No pensé que había avanzado tanto la tecnología. O será que simplemente en Sairou mantenemos las costumbres de antaño, pero dígame ¿cuáles son sus cualidades y cómo podría ayudar a los reinos? —La curiosidad y el asombro podían notarse fácilmente en su voz. Sólo restaba esperar a que el dragón respondiera a sus interrogantes...
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Mensaje por Chikao Sáb Abr 27, 2013 12:16 am

Mirándole con una sonrisa a la monarca, por dentro se decía a si mismo… “No debería de sorprenderle, apenas si he abierto la maleta, lo bueno está por empezar…”


-Pido me excuse Su Majestad…-mientras hacia una reverencia a la joven-Estáis ante la cúspide de tecnología Kutouana, si me permitís os revele más información al respecto, os diré que lo que tenéis en frente puede llamársele “plan B”-


Dijo señalando a la recién salida armadura/maletín con una de sus manos mientras le observaba con una mirada suave y tranquila…


-Respecto de lo que hace… depende del usuario, por ejemplo, digamos que el usuario necesitase, mucho poder de fuego, en cualquier versión, combate mano a mano, magia, armas… Solo necesitaría portarla y acceder a los menús, aunque por cierto, existen limitaciones a lo que puede o no puede hacer este “plan B”-


Mientras explicaba esto a la monarca, de entre sus ropas, sacó una carpeta, y la puso sobre el escritorio de la habitación, para luego volver la atención sobre la señora de la casa, como lo había expresado ella, hacía algunos momentos.


-Ahí dentro, en esa carpeta, encontrareis la compilación de especificaciones técnicas, lo que quiera saber, puede preguntarlo mediante comandos de voz, básicamente, lo que hará este traje es recomendaciones de un mejor uso de su energía personal, al mismo tiempo que intentará preservar la vida del usuario, en todo momento, contra toda circunstancia… Por ejemplo, si le diré que esta versión que esta ud. Viendo, tiene la capacidad de resistir y desviar la energía de 3 relámpagos simultáneos, sobre cualquier punto donde sea impactado…-


Unos instantes de duda, intentando recordar que otra combinación había hecho en este caso particular para hacer lo que el llamaba la versión “Sairou” continuó comentándole todo lo que pensó fuese relevante para la monarca.


-Para decirlo en pocas palabras y para pasar a ser sometida a la prueba que deseéis, diré que simplemente una vez dentro, este traje o armadura, como prefieras llamarle, se convierte en una ampliación de las habilidades del usuario que la porte, en mi caso particular, aumentaría la ya resistencia natural de la piel de dragón, con lo que intentar hacer una herida con un objeto punzante metálico, sería fútil, el objeto, se quebraría ante el impacto, sin siquiera que el usuario notase algo, excepto un aviso de “intento de invasión de espacio personal”-


Mientras explicaba esta característica, se dirigió hacia la ventana, y mirando hacia el exterior, con sus manos entrecruzadas, en la espalda, pensaba en si realmente aceptarían de buen agrado…


“Deberían de aceptarlo, después de la deserción esa, no estoy seguro de absolutamente nada, excepto que esto es la calma justo antes de que estalle la tormenta…”


-Perdonad mi silencio, si me permitís el atrevimiento, diré que he debido de apresurar su manufactura, debido a la deserción de un agente de mi orden, con lo que se requiere sea encontrado lo antes posible, conoce demasiado, pero no es mi objetivo su caza en este momento, sino simplemente que tanto su reino como el mío esté preparado ante la mayor cantidad de amenazas, pudiendo responder pronta y efectivamente ante estas…-


Un nuevo momento de pausa, para tomar otra de las galletas que generosamente le habían brindado junto a una taza de té, luego de tomarla y hacerle un mordisco, la depositó en su taza, masticó y cuando estuvo disponible para hablar nuevamente prosiguió


-Admito que quizás sea un poco más… Apreciable las bondades, el poder ver en acción a esta pieza de tecnología, preferiría estar presente en el momento y lugar donde llevéis a cabo la prueba, en caso de que… Byakko no lo permita… suceda algún inconveniente-


Al tiempo que decía lo de llevar a cabo una prueba de campo, con Chikao como testigo y posible técnico, buscó entre el bolsillo una piedrecilla, la sacó del bolsillo donde la tenía, el bolsillo derecho de su bata de seda, al acercarla hacia la armadura, nuevamente la misma voz femenina se hizo notar de nuevo


“-Adquisición de comando de voz… Activo, Esperando confirmación-”


Al tiempo que se acercaba con el objeto en su mano, la armadura empezó a emitir una tenue luz de color celeste, para luego decirle al monarca.


-Está esperando un comando-Dijo señalando a la armadura- Si lo desea Sra. Puede indicarle que vuelva a la forma de maletín para transportarla a otro lugar, o puede pedirle se desarme en piezas, o puede acercarse y permitirle tome medidas de su nuevo usuario… Usted… y permitirle se adapte a sus preferencias de protección mediante perfil de usuario, como dije antes, puede seleccionar entre varias opciones, para que se ajuste a sus necesidades, como si de un guante se trate-



Mientras le explicaba esto último a la monarca, se sonrió suavemente, y se quedó observando la armadura, mientras esperaba que quién tenía en frente… Entendiera y aceptara de buenas maneras el gesto del joven Chikao, aunque a decir verdad, resultaba al menos extraño, que un sujeto se apareciera así de impronta, ante un monarca con tal artefacto… Y Chikao lo sabía, pero se arriesgaba por un bien superior.
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