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Reconciliación

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Mensaje por Noelle Le Kleuen Miér Ago 15, 2012 11:35 pm

¿Qué hacía ahí? Ni ella terminaba de comprender los motivos que la habían llevado a ese antiguo lugar. Antiguo, tanto en estructura como en relación con esa joven. –El tiempo pasó para ambas.- murmuró, como si admitiera algo que no deseaba confirmar. Las imágenes de los coloridos ventanales la observaban fijamente, las figuras en ellos la acusaban de un crimen que conocía, pero jamás había admitido. ¿Cuándo fue la última vez que caminó por aquellos pasillos? ¿Y la última vez que entregó su confianza en una plegaria, por un fin casi imposible? Ese temor que la había llevado a un alejamiento voluntario de aquel santuario era el mismo que ahora la traía otra vez frente a él, aunque por motivos diferentes. Antes temía a la perdida, la soledad, el desasosiego, el encuentro con una realidad demasiado fría y solitaria; pero…ahora? ¿A que le temes Noelle? Ni ella misma conocía la respuesta a esa pregunta en esas instancias, quizás aquello fuera lo más peligroso.
Soltó un suspiro mientras caminaba lentamente por los pasillos, su cabello meciéndose, acariciando suavemente su espalda. ¿Noelle, que estás haciendo aquí? Sabes que él no vendrá, este sería uno de los últimos lugares a los que recurriría, deja de perder el tiempo. Aunque en el fondo supiera que esa voz tenía razón, no la escucharía. Algo mas la había llevado a ese lugar, aunque aun no supiera que. Después de todo, pocas cosas tenían sentido en esa vida terrenal. Ni ella tenía sentido. Una sonrisa se dibujó en sus labios ante aquel razonamiento, mientras se aproximaba a una banca cercana al altar. Este se encontraba vacío, excepto por unas velas derretidas, consumidas por el paso del tiempo y un fuego que jamás habían apagado. Fijó la vista en esas velas por un momento, como si buscara algo en ellas, aunque al cabo de algunos minutos desvió la vista, frustrada.- ¿Me dirás porque vine?-articuló en silencio, alzando la mirada a los coloridos ventanales, interrogando a alguien que sabía, no contestaría. ¿Por qué lo hacía? ¿Por qué seguía intentando? El no la había llevado a ese lugar otra vez, y menos para buscar al caído. Caído….Su propia definición sobre el joven al que tanto apreciaba la sorprendió, cortando su respiración por un momento, debido a la sorpresa. Debía admitir que ese lugar la estaba afectando, nunca lo había considerado un…un…uno de ellos. Desde su partida, se había concentrado en negar fervientemente que él no había caído, solo…tropezado. Suspiró, mientras negaba lentamente, cerrando los ojos.
La luz mortecina del crepúsculo iluminaba el costado de la joven sentada sobre la banca, inclinada levemente hacia adelante. Los colores de los ventanales coloreaban de tonos acaramelados parte de su rostro, decorándolo con una calidez que hace tanto carecía. Cuando abrió los ojos otra vez, notó que la intensidad de la luz había disminuido, la noche comenzaba cernirse sobre la edificación y el resto del reino, dando paso a esa oscuridad que tanto detestaba, pero actualmente soportaba con resignación. Después de todo, esa no era la única oscuridad que había experimentado en esas tierras desconocidas. Se estiró, arqueándose levemente mientras se enderezaba, observando las pinturas colgadas de las paredes. –Es más fácil juzgar al pecador que preguntar por sus motivos, no? –comentó con cierto tono de reproche y desafío a los integrantes de las obras, cuestionándolos. Aun así, como era usual en ella, su frustración cedió, logrando que murmurara una disculpa mientras bajaba la mirada. Aun no lograba comprender porque se encontraba ahí, pero fuera cual fuera el caso, quizás lo descubriera luego. Después de todo, no le molestaba pasar una noche de reconciliación con esa vieja amiga. Sonrió apenas, mientras se quitaba el delgado sweater de hilo que llevaba, dejando al descubierto prácticamente la mitad de su espalda, la cual tampoco se veía cubierta hasta la mitad por el vestido que entallaba su figura a la perfección, como si fuera a medida. Ladeó la cabeza y su cuello se aflojo un poco más con un crujido suave, mientras rotaba los hombros hacia atrás, como si se preparara para una competencia de nado. –Amiga, hace tiempo no me veías realmente, déjame demostrarte quien soy- susurró, mostrándose complacida por la falta de respuestas y el ambiente del lugar. Acto seguido, su cuerpo se adueñó de un delicado tono luminoso, como si su piel reaccionara, emitiendo suaves partículas de luz. Sus hombros se tensaron levemente, poco acostumbrados a lo que Noelle estaba intentando. Hace tiempo que no sugería ese…cambio a su cuerpo. Y este aun respondía, obediente a sus deseos, y lo hubiera logrado del todo si no hubiera sido por ese sonido cerca de los pasillos secundarios del lugar. Sumida en una sensación sumamente placentera, el ángel no notó el sonido, y continuó exigiendo el cambio. Pero su cuerpo no obedeció. Sus instintos estaban salvándola de revelar a un desconocido o quizás peor, a algún posible enemigo, la locura dentro de una criatura herida por una injusticia. Ladeó la cabeza levemente y frunció el ceño.- Quizás deba…concentrarme un poco mas- comentó en voz alta, su tono se había suavizado aun más y su piel aun irradiaba algunos destellos. Cerró los ojos nuevamente y echó la cabeza hacia atrás, relajando sus músculos mientras ponía la mente en blanco. Respira hondo, regulariza la respiración, concéntrate en buscar su perdón, su aceptación. Solo así lograras encontrar las respuestas que viniste a buscar Inhaló profundamente y contuvo la respiración, mientras sus alas comenzaban a desplegarse lentamente, estirándose con suavidad, con el sigilo propio de un cautivo. Temerosas y poco familiarizadas con el ambiente, recorrieron con suavidad los bordes de los objetos a su alcance, mientras ella mantenía la misma posición, aun con los ojos cerrados. Finalmente, aquellas compañeras se desplegaron completamente, y ella bajó la cabeza, entregándose completamente por aquello que tanto anhelaba pero jamás confesaba; reconciliación.


Última edición por Noelle Le Kleuen el Dom Dic 09, 2012 7:17 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Alexei Vasíliev Miér Ago 22, 2012 5:31 pm

Era uno de esos días, aquellos en los que el aburrimiento de vigilar las calles le invadía ¿Por qué él? Simplemente la respuesta era obvia: debía hacerlo porque así había sido decidido, porque así lo había pedido el capitán Elliot – Tssk… Tanta cosa ¿Para qué? Aquí jamás sucede nada – pronuncia, apenas articulando sus finos labios. Sus pasos apenas se escuchaba, o al menos, él no lo hacía, mientras que eran aquellas esferas de color carmesí las cuales se posaban, de forma fría e inexpresiva en realidad, sobre las diferentes aglomeraciones de personas que se encontraban en los alrededores de su camino. ¿Por qué la gente se reunía de aquella forma, tanto sentados en barriles, como otros apoyados contra las paredes, aunque había algunos sentados en las ventanas mismas de sus casas, cuales se encontraban abiertas. Entreabrió sus labios para simplemente liberar un delicado y casi inaudible suspiro – Buenos días teniente – escuchó desde detrás de su ubicación, por lo que se detuvo en seco y giró lentamente su rostro hasta poder visualizar la silueta de uno de los soldados de la Orden – Hm… Hola – dijo sin más, primeramente murmurando para sí antes de saludar a aquél chico, uno bastante joven en realidad, el cual no pasaría de los 18 años aparentes – ¿Cómo se encuentra teniente? – sus oídos fueron los que escucharon aquél tono tan alegre de un individuo que hacía poco se había alistado en las fuerzas de la Orden, un individuo al cual poco le dirigía la palabra, o mejor dicho, uno de los tantos a los cuales no le hablaba, por el simple hecho de que ellos no le inspiraban en lo más mínimo ningún tipo de necesidad para realizar tal cosa.

A medida que avanzaba lentamente, aquellos pasos del individuo que se encontraba a su lado, le seguían, por lo que, y al cabo de unos pocos minutos de habérselo encontrado, y simplemente haberle dirigido un simple “Hola”, se detuvo ¿Qué es lo que  quieres? – preguntó con seriedad y esa frialdad típica de su persona y por la cual eran pocos, por no decir nadie, quien se le acercaba. Su mirada se mantuvo fija en el chico mientras era el viento el cual soplaba apenas, delicadamente, meciendo los cabellos oscuros del individuo mientras aquella camisa, abrochada a medias, dejando fuera parte de sus pectorales mientras podía apreciar los latidos de su propio corazón – ¿P-por qué me hablas así? – fueron las palabras temerosas que salieron del chico, el cual dio un paso hacia atrás – Es cierto lo que dicen… Es un animal. Solo estás aquí porque le dió pena al capitán – mencionó aquél, para que simplemente fuera la mano derecha del individuo la cual se moviera con lentitud hasta posarse alrededor del mango de aquella espada, una completamente negra y la cual llevaba de adorno una calavera en su mango, enfundad en su espalda a causa de su larga hoja – ¿Y eso a mí que me importa? Solo sigo órdenes. Socializar con débiles solo vuelve débil a uno – dijo sin más, manteniendo una fría expresión en su rostro para luego soltar su arma, puesto el chico se había dado vuelta y había comenzado a caminar, alejándose de él. Sus labios apenas se curvaron, satisfechos de que aquella amenaza hubiera sido más que suficiente para librarse de la presencia de aquél individuo, por lo que simplemente se volvió, y emprendió camino lentamente ¿Acaso tanta fama se había conseguido? Bueno, eso no le molestaba en absoluto, puesto el hecho de que fuera respetado hasta aquél punto hacía que su persona se sintiera bien ¿Acaso estaba mal querer ser respetado hasta aquél punto? No, él no lo creía así, y por ello es que actuaba de tal forma.

No tenía ninguna intención de dirigirse a donde fue, pero algo hacía que su persona quisiera, luego de ya un período de tiempo considerablemente largo, regresar una vez más, aunque sin saber la causa exacta de ello. Sus pasos comenzaron a tornarse como pequeños toques, dando un sonido tan fuerte como cuando una mano se apoyaba sobre la pared, y su mirada se tornó tan inexpresiva como si estuviera observando algo rutinario completamente aburrido, avanzando con la tranquilidad acostumbrada por esas calles que pocas veces concurría. Varios de aquellos residentes de Sairou posaron la mirada en el individuo que avanzaba con lentitud, mientras su mirada se mantenía fija en un punto, el cual se apreciaba a la lejanía: aquella cruz, ese símbolo que hacía tanto no veía y que, cuando su visión la alcanzaba, la evitaba por el simple hecho de no querer tener nada que recordar, nada era lo que deseaba, no quería recuperar nada, salvo a… Ella, cosa imposible de hacer, o al menos, así él lo pensaba. Sus pasos se detuvieron, al cabo de unos minutos frente a la entrada de aquél santuario, uno de los tantos a los que él había visitado en su otra vida, una que solo le había traído desgracias. Se introdujo en el lugar, moviendo lentamente su diestra hasta su frente, con el puño cerrado y apoyando en ésta la unión de su piel con la de la uña, para luego bajarla lentamente hasta alcanzar el centro de sus pectorales y luego moverla hasta por sobre éstos, tanto el izquierdo, como el derecho respectivamente, para luego finalizar con un beso en aquél sector de su mano – No sé lo que hago aquí – llegó a enunciar mientras avanzaba, percatándose de la presencia de una mujer, con sus alas completamente blancas… Blanco, un color que hacía tiempo no veía, porque la mayoría de los habitantes de Sairou no se mostraban en su forma “real”, y menos con él… Con alguien como él. Sus labios se entreabrieron para emitir un delicado suspiro, continuando su avance lentamente, aún llevando enfundadas sus armas, tanto en su espalda, puesto allí se encontraba Rebellion – Interesante… – dijo delicadamente, antes de ubicarse en mitad del pasillo, quedándose completamente quieto, puesto tenía la sensación de que los ojos de aquellas imágenes de los ventanales se habían puesto sobre su persona y era algo que realmente le molestaba – ¿Acaso me siguen recordando? – fueron las palabras que solamente invadieron su mente, mas sin emitir sonido alguno, sosteniendo su vista sobre aquella esbelta joven – Supongo que hola… – comentó, desde su espalda, solamente pudiendo ver al silueta de aquella joven junto a sus alas y esa clara cabellera de sedosas hebras.


Última edición por Alexei Vasíliev el Dom Jun 23, 2013 5:06 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Noelle Le Kleuen Dom Dic 09, 2012 9:16 pm

Reconciliación. ¿Qué significaba para ella? Aun se preguntaba aquello con las alas extendidas, tan irreales como sustanciosas, tan insoportablemente hermosas como sobrenaturales, frente a aquel altar. Era lo que quería, pero aun no estaba segura. Alzó la cabeza y sus orbes se posaron en la cruz que se encontraba sobre el altar, aquel interrogante en su mente se reflejaba en su rostro, dibujando una mueca de súplica y desconcierto. ¿Y si no lo conseguía? Hace tiempo había decidido evitar aquel lugar, por miedo a la confrontación, al rechazo. Sabía que muchos no aprobaban su decisión con respecto a esa búsqueda terrenal y aun consideraba que quizás algunos de sus jueces fueran parte de aquel recinto, tan sagrado como conflictivo para la joven en ese momento. Sí, temía su juicio, temía a las reglas porque consideraba que las había roto con aquella acción. Aunque debía considerarse pecadora por haber buscado a su compañero? Después de todo, el Señor nunca abandonó a la oveja que se desvió del rebaño, sino que fue a buscarla y la trajo de vuelta. El no merecía ese juicio y ella lo sabía bien. No había caído tan solo había…tropezado, no? Por eso ahora se postraba delante de aquel altar buscando perdón, porque sabía que el Señor no puede negarlo, ella no podía negárselo después de tantos años, no? Sus labios se curvaron levemente en una sonrisa cuando suspiró y volvió a bajar la cabeza. Posteriormente, comenzaron a moverse otra vez con suavidad, articulando oraciones inaudibles, plegarias silenciosas que caerían tan solo en los oídos de quien podía otorgarle perdón y redención dentro de aquel sagrado recinto. -Parece que esas miradas tenían razón- murmuró finalmente en voz alta, con una sonrisa adornando aquel rostro, perfectamente cincelado. Ya no sentía las miradas de aquellos personajes en los cuadros clavándose sobre su espalda como dagas de unos jueces demasiado inflexibles, sino como signos de dulzura y entendimiento, marcas de redención y afortunada reconciliación. Ya no había más preguntas, aquella presión en su pecho, esa culpa que doblaba su espalda cuando ingresó en el recinto se había desvanecido, dejando en su lugar una soltura que apreciaba e incluso podría afirmar, ahora adoraba. Se sentía libre, aunque no del todo feliz. Había anhelado esa reconciliación desde su llegada al cruel mundo terrenal, pero aun no había cumplido su objetivo. Alguien más debía reconciliarse con esa vieja amiga, y no era precisamente la joven postrada frente al altar en esa banca. –Aun me pregunto si volverás- susurró levemente apenada mientras estudiaba con cuidado las expresiones en cada uno de los cuadros y los ventanales. Aunque ahora sus miradas tenían un significado diferente para el ángel postrado frente a ellos, aun mantenían una expresión apenada e incluso amargada. Lo entienden…o al menos, eso consideraba. -¿Volverá algun día?- se atrevió a articular posteriormente, totalmente desinhibida. Aquel dolor había vuelto, robando esa sonrisa de su rostro, aunque sus alas mantuvieron aquella soltura, acariciando y rozando algunos objetos a su alrededor con la ligereza propia de un rayo de luz. Ellas conservaban la integridad del perdón, la libertad que la redención le había brindado, pero ella no podía mantener aquel júbilo general. Los recuerdos la asediaban otra vez, atemorizándola con recuerdos de su desaparición, de aquella desolación. –No otra…- no tuvo tiempo para quejarse debido a que unos pasos detrás de ella le advirtieron sobre la presencia de otro ser, la cual había ignorado hasta ahora, aun inmersa en sus pensamientos y aquella búsqueda por un bienestar propio que anhelaba pero había olvidado resguardar.
¿Quién era? ¿Qué hacía ahí?! La paranoia se apoderó rápidamente de Noelle mientras se mantenía de espaldas al recién llegado; el miedo carcomiéndola lentamente. Fuera quien fuera, la había visto. No como humana, no como una simple jovencita que había recurrido a aquel recinto para rezar tranquilamente, no, la había visto. Inhaló profundamente y contuvo la respiración por un momento mientras intentaba mantener la calma y ordenar sus pensamientos. Ahora que se había percatado de otra presencia diferente a la propia se sentía desprotegida, descubierta, tan frágil como una copa de cristal a merced de una ventisca invernal. Igualmente, frágil o no, sabía que finalmente debería enfrentar a aquel ser, no podría omitir aquel hecho o negar su naturaleza. Esta vez, simplemente no podía. Exhaló suavemente y se levantó, su espalda recta y levemente tensa, sus alas aun rozando el borde de los bancos a su lado. Se mantuvo en esa posición durante un momento, midiendo sus palabras. Aun no sabía que decir, que hacer. Mentir no era precisamente una de las habilidades más notables en la joven y no planeaba volverse experta en ese instante por lo que decidió intentar mantener la calma y ser franca. Quizás, tan solo fuera una monja o un sacerdote, buscando un poco de paz. Sí, seguramente era uno de ellos. O…no.
La voz que la saludo con cierta duda desde el sector sur de la Iglesia la paralizó, helando hasta la última de sus terminaciones nerviosas e incluso reteniendo su respiración por un momento. Era….él. Por un momento, incluso llegó a considerar que en verdad, era él, pero segundos después descartó la idea, visiblemente molesta consigo misma. No, él no iría a ese lugar, después de todo, lo conocía lo suficiente. Aunque quizás…no, no podía ser. Mantuvo esa misma posición mientras controlaba el estado de su “contenedor” terrenal. Por algun extraño motivo su respiración se había entrecortado, sus manos eran presas de un leve temblor que nunca antes había experimentado e incluso su ritmo cardíaco había aumentado. Extraño, no encontraba una explicación coherente para aquel comportamiento. Igualmente, decidió ignorarlo y seguir con sus planes. Recuerda, no es él Noelle . Finalmente, giró su cuerpo en dirección opuesta, más no alzó la cabeza, sino que la mantuvo gacha, observando fijamente los delicados zapatos que llevaba. Luego, comenzó a caminar hacia la salida debido a que según había oído, la voz provenía de aquel sector. Sus pasos eran cuidadosos y lentos, quizás demasiado, aunque incluso así, la joven se movía con una gracia estremecedora incluso aterradora. Con la luz de la luna bañando suavemente uno de sus costados, se aproximó hasta aquel ser y finalmente se detuvo a un metro. Era hora. Sus alas se habían replegado levemente hacia atrás, aunque no habían desaparecido, por lo que volvieron a extenderse levemente, moviéndose cada tanto al compás de una melodía inexistente. Lentamente, comenzó a alzar la cabeza, observando con atención al ser delante de ella. Tenía zapatos y al parecer, por lo que llevaba hasta la cintura, parecía un joven. Sí, era un joven. Continuó y finalmente se detuvo a la altura del cuello, indecisa. ¿Acaso desaparecer era una opción? Ahora la consideraba como una, ya presa de la indecisión y un temor que se acrecentaba con cada segundo. No, ya no podía escapar. Inhaló profundamente y alzó la mirada de una vez, fijando aquellas orbes celestinas en el joven delante de ella. Lo que encontró simplemente la paralizó, heló su cuerpo completamente hasta dejarla muda, una venus perfectamente cincelada, cuya expresión denotaba terror y confusión. -¿Alexei...?
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Mensaje por Alexei Vasíliev Lun Dic 10, 2012 9:09 am

Orbes carmesíes fijos en la espalda delicada de una joven que, por lo que veía, era una ángel completamente… ¿Pura? Si, podía atreverse a creer aquello puesto aún contenía la blancura casi perfecta de sus alas – Pobre… Si conociera la oscuridad que atravesará… – fueron las palabras que aparecieron delicadamente en la mente de Alexei, un individuo demasiado realista a decir verdad. Podía notar la textura de sus alas, casi como si pudiera sentirlas en su mano derecha que, por inercia, se entre cerró suavemente. Él aún allí siendo objetivo de muchas miradas de odio por parte de los ventanales y estatuas mientras que podía notar cómo las miradas enviadas a la joven eran ya más dulces y tranquilas – No ha caído… – tuvo que pensar y era obvio, no lo había hecho, al menos, no completamente, porque una vez haz caído simplemente no volverás a recibir la mirada de gracia de ellos, y Alexei sabía eso muy bien. Un fuerte dolor de cabeza atacó al muchacho que, lentamente, movió su mano derecha y la apoyó sobre su frente apretándose, haciendo cierta presión en éste lugar mientras bajaba su mirar un poco y cerraba mínima mente su orbe izquierdo. ¿Qué ocurría? Pudo escucharlo, pudo sentir ese poder provenir de ella, esas… – Plegarias – aquellas eran las causantes de su pequeño dolor, un dolor que comenzaba a tornarse más y más doloroso a cada segundo, pero… Se detuvo, de un momento a otro, segundos más tardes, el dolor cesó completamente y consiguió que el ángel caído volviera a alzar su mirada en dirección a la joven que, ahora, se había tensado, o eso era lo que podía ver. Se percató de cómo la chica daba un paso hacia atrás y fue ese el momento en el cual, con rapidez, movió su mano derecha hasta poderla posar sobre el mango de Rebellion, la espada que llevaba enfundada sobre su espalda, como precaución a lo que pudiese ocurrir ya que, en realidad, desconocía cómo reaccionaría la fémina. La atención se posó en la chica que se había girado ahora, que se acercaba lentamente hasta su persona, que simplemente mantenía oculto su rostro pero que dejaba que sus alas aún se mantuvieran firmemente extendidas siendo a veces éstas echadas hacia atrás. ¿Quién era? Podía sentir una fuerza conocida en su interior… Una fuerza, sentirla era lo que había obtenido con el paso del tiempo, tener esa habilidad simplemente era consecuencia de las tantas batallas que había realizado para la reina Adziel bajo las órdenes de Elliot East, el capitán de la Orden de Luminis… Pero sus pensamientos fueron interrumpidos por los pasos que la fémina hubiere emitido cuando terminó de avanzar hasta posicionarse delante suyo aun manteniendo su rostro oculto bajo las hebras de aquellos suaves y, aparentemente, sedosos cabellos.

Segundos transcurrieron hasta el primer movimiento de la chica que, apenas con sus orbes, llegó a observar su calzado mas el chico pudo apreciar la carnosidad de sus aparentemente suaves y delicados labios, cuales finos y llamativos. Los orbes del muchacho, los cuales de un tono carmesí completamente puro, se posaron ahora en su nariz, lo máximo que podía ver cuando la fémina hubiera alzado la vista hasta su cintura, una pequeña pero cálida nariz que daba un toque de elegancia a la figura de una chica que, aparentemente, se mostraba talgo tímida… No, tímida no era la palabra, sino más bien, temeraria, temeraria por algo que podía ocurrir pero... ¿Qué era? Alexei simplemente mantuvo su postura, afirmándose fuertemente al mango de su oscura espada, aquella que sobrepasaba varios centímetros el metro y medio como una defensa ante aquella desconocida, o al menos, que aparentaba serlo. Terminó por observar los orbes de la chica cuando ésta los hubiera alzado completamente, ese tenue verde azulado que el ya conocía… ¿Ya conocía? Su mente se hizo un lío, varias imágenes de aquella chica hicieron aparición pero… Era imposible, ella no podía estar allí, no… No debía estar allí en realidad, pero si estaba ¿Qué hacía? ¿Por qué había aparecido en el mundo terrenal de los mortales? – … – sonido alguno fue emitido por sus palabras y aún más cuando la chica le hubiera nombrado… Alexei… Así era como se llamaba pero aquella joven… ¿Acaso había olvidado el apodo de su persona? Entre abrió sus labios para simplemente emitir un suave suspiro como respuesta de sus palabras. Aún no sabía qué decir, no sabía siquiera qué responder en esos momentos… Había quedado completamente congelado al verla. Pero los segundos pasaron y el tiempo requirió que su persona actuara, algo que simplemente no sabía cómo responder. ¿Qué debía hacer? La mirada de los ventanales seguía puesta en él, o mejor dicho, en ambos, siendo éste el encuentro de dos seres…. El re encuentro con aquél ser, uno de los pocos por los cuales sentía simpatía.

– Noelle… – terminó enunciando tranquilamente mientras eran sus párpados los cuales caián lentamente, terminando por dejar su mirada a medias. ¿Cómo se sentía? Simplemente no sabía siquiera eso. Su mano derecha liberó su espada, la cual aún se ubicaba enfundada, y comenzó a descender lentamente hasta poder posarse a su lado. Sus orbes se desviaron unos centímetros, pasando de la mirada ajena hasta sus alas, aquellas blanquecinas conformadas por suaves plumas – ¿Por qué tú…? – no pudo emitir otra palabra más, estaba completamente perdido, no sabía la razón pero estaba congelado. Su cuerpo apenas se movía, y a duras penas tuvo respuesta de sus ojos y párpados. Los músculos de su cuerpo se tensaron un tanto antes de inhalar profundamente en búsqueda de calma para terminar exhalando de igual forma, algo pesado tal vez, pero consiguiendo lo que buscaba. Su mirada terminó regresando hasta la verde azulada poseída por la chica y su mano derecha se alzó lentamente queriendo tocar la mejilla de la chica en un afán por descubrir si, en efecto, ella era tan real cómo él creía. Terminó apoyando las heladas yemas de su mano derecha sobre la mejilla izquierda de la chica, acariciando apenas con suaves movimientos ésta para terminar regresándola a su lugar de origen, al lado de su cuerpo – ¿Qué haces aquí, Noelle? – volvió a murmurar, ahora completamente, pudiendo formular su cuestión de forma completa y sin la necesidad de siquiera volver a cuestionarse la presencia de la chica, una presencia que simplemente no habría creído capaz si no hubiera podido acariciar físicamente. Se mantuvo expectante, notando cómo en su espalda, las alas pedían a gritos poder liberarse, algo que había mantenido en secreto por mucho tiempo hasta, incluso, delante de algunos miembros de la Orden en la cual servía.
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Mensaje por Noelle Le Kleuen Lun Dic 10, 2012 10:48 pm

No podía ser, simplemente no podía ser él. Su mente probablemente le estuviera jugando una mala pasada... Intentó moverse, articular al menos una palabra como disculpa al extraño por aquella engorrosa confusión, pero descubrió que no podía. Sus labios parecían sellados por aquella extraña situación, como si esa confusión le hubiera robado el habla. Intentó por segunda vez, pero sus labios tan solo se entreabrieron levemente, sin soltar sonido alguno por aquella delicada abertura entre ellos. ¿Por qué ...? Aquella confusión crecía con cada segundo, se transformaba y mutaba, llenando su mente con una, dos, tres, cuatro...cuantas dudas tenía ya? Apenas podía contar, su mente parecía una madeja interminable que giraba y giraba, sin desatar ni un solo hilo para que la joven mantuviera la cordura. Tranquila, seguramente te dirá que lo has confundido con otra persona, te disculparás y saldrás de aquí como si nada hubiera ocurrido. Bueno, resulta fácil encontrar vías de escape o excusas para marcharse en situaciones así. Después de todo, es que debería reaccionar de otra forma considerando que después de tanto tiempo, al parecer el se encontraba ahí, frente a ella? No, es verdad, no es él. Debía recordar que ese no era él, no era Adonaí. Tan solo era un joven que poseía un parecido estremecedor, incluso aterrador, con el.

Volvió a inhalar profundamente y fijó su mirada en el joven buscando una respuesta, aunque fuera terror o admiración debido a aquella sobrenatural revelación que tenía tan solo a un metro de su cuerpo. Sí, considerando ambas probabilidades, probablemente gritaría o saldría corriendo, por lo que no tomaría bastante...no? Pero en verdad, sí tardó, porque cuando la joven volvió a fijar su mirada en él, notó que lo embargaba un desconcierto similar al que había planteado ella minutos atrás y aun reflejaba aunque con mayor sutileza. Al parecer, siquiera reaccionaba. Posó su mirada en los labios ajenos y notó una abertura en ellos también. ¿Quería hablar y no podía...? El parecido entre sus reacciones logró producir un escalofrío que recorrió su columna mientras consideraba el motivo que podría haberlo llevado a reaccionar de tal modo. ¿Acaso era el miedo? Quizás eso fuera tan solo una consecuencia de aquel sentimiento en el joven, tan solo terror por aquel ser que se presentaba repentinamente frente a el y lo confundía con alguien más. –Yo...-aventuró, aunque rápidamente calló debido a que no encontró palabras para excusarse, aun visiblemente perturbada por aquella peculiar situación. Estaba confundida, desesperada e incluso perdida. Jamás habría creído que reaccionaría así ante una aparición como esa y aun consideraba que aquello era un juego de su mente, cuyos pensamientos e incluso recuerdos habían sido distorsionados por ese desasosiego que la atacaba cada tanto cuando lo extrañaba. Es más, estuvo a punto de disculparse finalmente con el joven cuando este le contestó minutos después. Su nombre...sabía su nombre? ¿Acaso la conocía? Sus parpados se levantaron levemente y un terror frío y denso comenzó a apoderarse de ella, logrando que temblara levemente de pies a cabeza. Sus alas ahora habían perdido esa soltura, adquiriendo una rigidez similar al mármol en una estructura. No puede ser.... Su mirada revoloteó hasta la mano del joven cuando el la quitó de su espalda y fue entonces cuando notó aquella espada de gran tamaño que llevaba. ¿Había querido atacarla? Esa confusión se volvía cada vez peor y en pocos segundos comenzó a darle un dolor de cabeza intenso junto con un dolor punzante en la sien. Debía terminar con eso, debía concentrarse de una vez!

Lo intentó y lo logró por un momento, mas sus acciones rápidamente cambiaron la actitud de la joven, logrando que se tensara. Aun no estaba segura, es más, su mente aun intentaba negar fervientemente que el joven frente a ella era Adonaí. Quizás debido a ese terror que la controlaba, anulando sus emociones y desacreditando sus juicios, quien sabe. Lo observó fijamente sin pestañear mientras el alzaba la mano y rozaba con la punta de sus dedos su mejilla.

El contacto frío sobre aquel contenedor humano que la retenía, esa mirada que dedicó a sus orbes rojizas e incluso el calor que se extendió por su cuerpo tocando cada fibra nerviosa a partir de ese roce comprobó eso que ella había anhelado por tanto tiempo y ahora con tanta facilidad había negado. Cuando retiró la mano y volvió a hablarle, su voz sonaba clara y tan perfecta como la recordaba. Tan vívido, tan real, aun tan insoportablemente hermoso ahí estaba, Adonaí. Apenas escuchó su pregunta quiso contestarla, pero cuando entreabrió sus labios para hacerlo, notó un sabor salado que nunca antes había sentido. A su vez, notó que su vista se nublaba a menudo, obligándola a pestañear mas seguido para mantenerla clara y focalizada. ¿Qué ocurría? Alzó su mano derecha y con el dorso rozó su propia mejilla, dubitativa. Fue entonces cuando descubrió aquellas lagrimas rodando frenéticamente por sus mejillas, sin control alguno. Inexplicables, insoportables, imparables, no dejaban de caer, dejando surcos húmedos como recuerdos de una existencia efímera que Noelle siquiera comprendía. ¿Qué ocurría? ¿Por qué lloraba? Según le habían comentado, esa era una forma de demostrar tristeza, mas ella no estaba triste, no? Suspiró y decidió hablarle, ignorando esa extraña reacción. –Alexei, yo...- descartó el temblor en su tono como parte de esa reacción pero hubo algo mas que la detuvo. Pensaba en el como Adonaí, pero tan solo podía llamarlo Alexei en voz alta. ¿Acaso se había vuelto loca?

Estuvo a punto de intentarlo otra vez cuando sucedió. Repentinamente su cuerpo se paralizó y su mirada se crispó.

Sabes porque estás aquí, no?- conocía esa voz, aunque no recordaba de donde...-Pues no- podía oír su voz clara y definida, como si en verdad, lo hubiera dicho en voz alta, mientras observaba a su alrededor. ¿Dónde estaba la iglesia? ¿Y Adonaí? -Deja de buscarlo, no esta aquí- cada palabra la atemorizaba mas, algo iba realmente mal ahí. ¿Quién era? ¿Por qué la había llevado ahí? -¡Déjame! ¡Quiero volver!- su voz sonaba ahogada, como si alguien le estuviera cubriendo la boca. –Un alma también peca por corrupción, lo sabes bien. Deja al pecador y la redención será más que un beneficio efímero, será una gracia eterna. – Su sentencia estaba dictada cuando respondió con la voz quebrada; -Por él baje, por él me quedaré, si amar es pecar, pues pecadora seré!.-

Aquello duró tan solo algunos minutos, pero bastó para aflojar las piernas de la joven, logrando que cayera inconsciente frente al caído. Posteriormente, su cuerpo se revolvió en el suelo mientras repetía lo que había contestado a esa voz, aquella sentencia, una y otra vez.
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Mensaje por Alexei Vasíliev Mar Dic 11, 2012 5:03 pm

Palabras quebradas eran las únicas respuestas que obtenía ante sus cuestiones ¿Tanto le costaba hablar a aquella joven? ¿Qué podía haber cambiado entre ellos? Claro, la pregunta última podría ser respondida con un “La abandonaste por derramar la sangre de tu señor. Te fuiste a un mundo terrenal y la obligaste a perder su felicidad eterna.” Pero… ¿Hasta qué punto era felicidad eterna el hecho de estar rodeado de gente que siquiera significaba algo para uno? Aquello era el punto de vista de Alexei… Así era como él veía las cosas y solamente había perdido un ser en el cielo: a ella. Toc, toc, toc… Los pasos fuera de la iglesia podían apreciarse mas nadie entraba en ella ¿La causa? Aquél lugar era simplemente algo decorativo para los viejos habitantes de Sairou ya que, en su mayoría, la población pertenecía a los Caídos. Y de los pocos habitantes “no Caídos” pues poco accedían para no ser o, mal vistos, o estratificados socialmente. Podía notar cuan tensa estaba la chica, podía notarlo completamente todo en ella, una respiración entrecortada y una paralización corporal realmente poderosa ¿Acaso así era cómo reaccionaba luego de tanto? Entre abrió sus labios únicamente para emitir un delicado suspiro mientras podía notar cómo era el movimiento de la mano ajena, cómo reaccionaba finalmente la chica dejando caer aquellas lágrimas, aquellas gotas que, según decían, eran saladas. La mirada de los ventanales parecía clavarse ahora en la desesperación de Alexei aunque volviéndose hasta la chica en canto ésta hubiera comenzado a derramar aquellas lágrimas ¿Valía la pena llorar por él? ¿Por un Caído? Su mirada se desvió apenas y sus orbes carmesíes se clavaron en una de las bancas que se ubicaban en aquél recinto mas su mano seguía a su lado. Pura inercia fue lo que a continuación, el alzar de su mano y el de ser llevada hasta la mejilla izquierda de la chica, apoyándose en ésta y acariciándole lentamente mientras aprovechaba la yema de su pulgar y comenzaba a secarle lentamente aquellas gotitas. Delicada, así era la piel de la chica, así como la recordaba de tiempos anteriores, una piel que simplemente se mostraba frágil aunque, siendo sinceros, no lo era; suave, suave hasta el punto de darle gusto a uno hacer lo que hacía… Muchos adjetivos para darle pero ninguno se asemejaban a lo que él pensaba de ella: hermosa, así la veía, una ángel como ninguna, una belleza y elegancia que daba gusto. Sus alas, tan blancas, tan claras, esperaba que jamás las perdiera, que jamás terminaran como lo terminaron las suyas: completamente oscuras como consecuencia de ir en contra de su señor. Sus labiales se entre abrieron una vez más, mas nada pudo enunciar puesto simplemente no podía dejar de observarle, viendo cómo aquellas lágrimas surcaban su rostro por un lado mientras él se encargaba de secarlas por el otro, disfrutando de aquello de una manera que simplemente era inexplicable.

Ese fue el momento clave para todo. La chica se tensó y su mirada se mostró completamente ida, sus orbes verde azulados perdieron la vivacidad que tenían hasta el momento y las lágrimas parecieron comenzar a desaparecer lentamente – Noelle… – las palabras del chico fueron pronunciadas con lentitud, apenas generándose una articulación en sus finos labios mientras se acercaba un paso más cerca de la chica. No sabía lo que ocurría, no sabía lo qué le ocurría pero simplemente quería descubrirlo. Varios segundos sucedieron mientras el chico se mantenía allí y su mirada clavada en ella, aunque los segundos terminaron convirtiéndose en pares de minutos y fue en ese momento que el cuerpo femenino se desplomó mas no llegó a tocar suelo puesto la reacción rápida de Alexei hizo que moviera su mano derecha hasta la espalda de la chica para luego apoyarse sobre su nuca y poder levantarle el rostro mientras que su zurda se movía por sobre su vientre y se terminaba apoyando en uno de los lados de su cuerpo, acercándole a sí. Repetía las mismas palabras constantemente y el chico no sabía lo qué hacer, mas en un momento de desesperación y enojo pudo notar cómo sentía ese desgarro interno y hacía que sus alas comenzaran a extenderse lentamente haciéndolas aparecer desde las encorvaduras de sus omóplatos para desplegarse completamente sobre aquella iglesia. Varias plumas volaron a su alrededor y terminaron incendiándose pero podía ver la sorpresa de aquellos seres que, estampados en sus cristales, lo observaban con un deje de molestia – Santos… Ángeles… Ustedes no merecen ese título – su voz se mostraba fría mientras movía el cuerpo de la chica hasta poder apegarlo al suyo. Sus orbes carmesíes se mantenían inexpresivos al momento de alzar su mirada hacia el que se ubicaba en el centro, crucificado, perdiendo lágrimas de sangre – ¿Acaso no enseñaste que un Santo y un Ángel perdona siempre, no olvida, pero perdona y no busca venganza? Mira lo que le haces… – murmuró apenas para terminar observando el cuerpo tembloroso de entre sus manos – … La estas matando solo porque prefiere ir en contra de su señor… Me decepcionas – musitó, molesto y moviendo su mano izquierda para colocarla en le pliegue de sus piernas, correspondiendo éste a la parte interna de sus rodillas para incorporarse con ella, aún dejando sus plumíferas alas extendidas hacia los lados, mostrándose con aquella longitud casi increíble – ¿Crees que lo merece? Escucha sus palabras. Escucha sus plegarias y luego actúa. Tú, que solo buscas el bien y solo lastimas a tus servidores por esto… Asco me das – sentenció fríamente, notándose cómo sus pies se despegaban del suelo lentamente y su cuerpo se echaba unos centímetro hacia atrás para comenzar a moverse lentamente hasta alcanzar la puerta de dicho espacio, lugar donde se volvió a posar aunque terminó por caminar lentamente hacia atrás, viendo ya que la luna había alcanzado su cénit y que nada parecería molestarlos, el chico terminó apoyando una de sus rodillas sobre el suelo y acomodando el físico de la chica contra sí, cubriendo su cuerpo con aquellas enormes alas que se movían lentamente, funcionando como un escudo de plumas completamente negras – Vamos Noelle, resiste, estoy aquí… – aquellas fueron sus únicas palabras mientras mantenía cobijada el físico de la chica contra el suyo.
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Mensaje por Noelle Le Kleuen Miér Dic 26, 2012 5:50 pm

Comenzó, se desarrolló y finalmente terminó. Tan humano, tan terrenal, tan…predecible había resultado aquello! Aun así, Noelle no lo había evitado, sabía que simplemente no podía hacerlo. Aunque aun no supiera quién había entregado ese mensaje, sabía que había algo en esa voz…ya la conocía. Eso resultaba familiar, aunque nunca antes hubiera vivido algo similar. Quizás se debiera a que ya lo esperaba. Aquella sentencia era la que la había atormentado en las noches de ese mundo, una y otra vez. Esas palabras eran las que habían perturbado el descanso de esa joven, recordándole una y otra vez la desdicha que probablemente debería experimentar por la decisión que había tomado. Después de todo, había elegido al pecador, no? Había elegido “obrar mal” frente a los suyos por él, por un mundo que sabía era totalmente efímero y probablemente brindara tanta dicha como desdicha a la joven, incluso más de la segunda si no tenía “suerte”. Suerte, algo tan impredecible como innecesario para alguien como ella. ¿Cuándo habían cambiado tanto las cosas? Siquiera recordaba cuando había decidido dejar su destino a la deriva, cuando había decidido ignorar ese miedo que la perseguía, ese terror que la carcomía, esa sentencia que ya conocía…tan solo por él. Aunque pudiera recordarlo, aun parecía algo lejano frente al juicio de sus superiores en aquel recinto.

-Piénsalo, no tiene porque ser así, puedes negarlo y regresarás con nosotros. Tan solo debes rehusarte a ser cómplice del pecador, a ser colaboradora de este complot contra quien nos dio una razón, una existencia.- Aquella voz había regresado, tan imperiosa como…apenada? Al parecer su tono había adquirido un dejo de súplica que no lograba comprender. –No puedo hacerlo…no puedo dejarlo aquí solo!- Su voz sonaba quebrada, un último signo de protesta, tan solo un atisbo del dolor que debía experimentar debido a esa separación. –El tuvo tiempo para elegir, para arrepentirse y para enmendar su error y escogió no hacerlo. Se condenó a sí mismo. No fuiste tú, ni nosotros, fue él mismo quien buscó ese juicio, ese castigo.- Su tono se había endurecido con cada palabra, el rencor hacia el caído era evidente. –Aunque eso fuera verdad…no puedo dejarlo, no puedo darle la espalda, él es uno de los nuestros!- Ahora esa pena se había trasladado al tono de la joven, logrando que sonara cansado, abatido. Sabía que aquella conversación tan solo la llevaría a una discusión que terminaría con ella desterrada y aquello la asustaba…no? Esas lágrimas volvieron a derramarse, mientras la joven se debatía, visiblemente afectada. En la Iglesia, su cuerpo temblaba levemente, presa de un frío que parecía atraparla por completo, mientras esas lágrimas se hacían presentes en su cuerpo inerte. –Sabemos que tienes miedo, por eso te daremos más tiempo.- ¿Tiempo? No comprendía…-Tienes un mes para decidir que harás. Puedes quedarte con él –no le agradaba aquel tono despectivo que aun utilizaban para Adonaí –o regresar aquí, donde perteneces. Al hogar del señor y sus fieles servidores quienes merecen la dicha eterna y la gloria por servir al creador. –Concluyó esa voz con un tono cordial aunque levemente cortante, probablemente debido a la mención del caído en toda esa situación. Por primera vez frente a esa voz, no supo que responder. Quizás debido a que no sabía qué responder. ¿Cómo explicarlo? –¡Oh, escúchalo! Se atreve a desafiar al señor en su templo terrenal, por algo que él mismo causó! –Esta vez la rabia hablaba como interlocutora a la joven, Noelle sabía que Adonaí debía callar o las cosas empeorarían…-Él solo…-atinó. -¡Él nada! ¡Confirma que la decisión tomada fue correcta! ¡No merece regresar!.-

Cuando regresó, al parecer su contenedor humano apenas podía controlar a aquello que apresaba dentro. Repentinamente sentía que el aire era demasiado denso y pesado, como si se rehusara a ingresar en sus pulmones. Tenía que despejarse, salir…la angustia había hecho mella en ella, esa presión la ahogaba lentamente, sumiéndola en ese pozo que recientemente había conocido con su partida. Sus parpados se abrieron repentinamente, ese terror aun presente en aquellos orbes azulados mientras fijaba la mirada, posándola sobre el ente que la sostenía. –Alexei…-su voz aun se encontraba demasiado débil y aun no lograba decirle Adonaí en voz alta…pero sabía que pelear no tenía sentido, no en ese momento. Curvó sus labios levemente hacia arriba en una frágil sonrisa mientras alzaba una mano, rozando con la punta de los dedos la mejilla del joven. Seguía tan marmóreo, tan escultural como siempre y aquello la reconfortó por un momento, a pesar de la situación previa. Una segunda mirada le permitió identificar sus alas, aun espléndidas, aunque de un color azabache que la turbó por un momento. Resultaba chocante verle de tal forma, el blanco…se había ido. Separó su mano del rostro ajeno y la extendió hacia un lado, rozando suavemente las plumas de aquellas alas que los rodeaban. Habían conservado esa textura que recordaba. ¡Pues claro! Él era el mismo que ella recordaba. –Ad…Alexei, siguen siendo hermosas…-murmuró repentinamente con un tono suave y una sonrisa cálida. Jamás mostraría desaprobación, no hacia lo que era en ese mundo terrenal, para ella…seguía siendo el mismo joven, tan solo con unos cuantos raspones por una caída. Su sonrisa se mantuvo mientras se acomodaba antes de enderezarse con la gracia de una bailarina a su lado. –Gracias, se ve que tuve un pequeño...- ¿Cómo llamarlo? -..desliz, por la emoción, te pido disculpas- Cerró los ojos por un momento para evitar marearse y luego se arrodilló frente a él, observándolo fijamente. –No vuelvas a decir cosas así, si? –Sus manos se deslizaron hasta las mejillas ajenas, tomándolas con suavidad para que pudiera sujetar su rostro –Él no tiene la culpa…-su mirada denotaba una pena que tan solo ella podría comprender, un entendimiento que tan solo esa situación le había dado momentáneamente. Lo quería…era lo único que sabía con certeza dentro de ese lugar. –No sabes cuánto te he extrañado…ni cuanta falta me has hecho-articuló aun observándolo antes de deslizarse hacia adelante, abrazándolo por el cuello. La suavidad de su piel, ese contacto fresco y reconfortante, incluso su respiración cerca… tan solo entonces comprendió cuánto lo había echado de menos. Muchos afirman que uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde, no? Quizás había subestimado sus sentimientos hacia aquel ente entre sus brazos. Sino, es que había algún justificativo para ese sentimiento que ahora la embargaba? Se sentía…-En casa-.

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Mensaje por Alexei Vasíliev Dom Jun 23, 2013 7:01 pm

Fue su voz, la voz de la muchacha la cual hizo que el Caído terminara por silenciar finalmente sus blasfemias, sus agresiones y su petición directa hacia ella de resistencia. Fue el tono de voz de aquella muchacha lo que finalmente le calmó, lo que amansó a aquella bestia que simplemente quería destruir aquél lugar en su totalidad a pesar de los problemas que luego pudiera tener con Adziel o Elliot porque jamás toleraría el hecho de que alguien causara daño por más mínimo que fuera. Terminó dejando que sus rojos orbes se movieran lentamente en dirección al rostro femenino pudiendo apreciar aquella curvatura labial ajena, una bella sonrisa como la recordaba… Cosas que nunca cambian… Aquellas palabras aparecieron en su mente y su rostro terminó realizando un suave movimiento afirmativo frente a tales porque así era, aquella curvatura leve jamás había cambiado bajo ninguna circunstancia, siempre se había mantenido igual siendo independiente de la situación en la que se encontrase y era por eso que él no podía ser igual con ella como con los demás. Ella que había sido su primera y única amiga, no podría sino defenderla de lo que fuera que la atacara incluyendo el mismo Todopoderoso en caso de ser necesario. Sentir el tacto realizado por las yemas de la muchacha sobre su mejilla hicieron que un suave escalofrío recorriera desde el lugar tocado hasta la zona de su pecho, aquél lugar donde seguramente su corazón seguía latiendo lentamente, ahora más relajado al ver cómo la muchacha parecía, poco a poco, recuperarse de aquello fuera lo que fuere que le hubiere ocurrido. No se atrevía a preguntar nada, simplemente la observaba con atención para poder asegurarse de que era ella realmente, de que aquella mano que estaba acariciándole era de la verdadera Noelle que él conocía y que tanto apreciaba, esa misma Noelle que se había convertido en algo más que necesario para él en aquél tiempo cuando aún poseía sus alas blanquecinas…
 
No realizó ningún tipo de comentario sino que únicamente se dejó hacer por ella, estaba satisfecho con verla “mejor”, con verla más calmada de lo que lo había estado hasta hacía un momento. A causa de aquél cambio de movimiento fueron sus alas las cuales, como acto reflejo se moverían suavemente recibiendo gustosas aquellas caricias que terminarían generando en su persona un nuevo escalofrío. Sentirla nuevamente, aquél tacto, era algo realmente hermoso, algo que no cambiaría jamás, por nada… Su mirada se desvió unos centímetros, a un lado, ubicándose sobre el hombro femenino, el que correspondería ser el derecho de ella aunque se ubicara a la izquierda de su persona. Las palabras eran correctas, al menos así lo veía él pero en su mente sabía que aquél color no era el que ella esperaba ver, aquél negro que invadía sus plumas desde la raíz hasta la punta de éstas realmente era impactante hasta el punto de que él mismo se había visto afectado por tal cambio surgido de la noche a la mañana pero, a fin de cuentas, sabía que eso ocurriría tarde o temprano por lo que su asimilación había sido mucho más… ¿Delicada, tal vez? Han perdido su belleza, Noelle. Hace mucho que la han perdido… Apenas murmuró sin siquiera parecer haber articulado sus finos labiales pero los movimientos ajenos, la elegancia de sus movimientos hicieron que lentamente su mirada también se moviera finalmente para poder posarse, una vez más, sobre el rostro ajeno, analizándolo, percibiendo cómo era que la belleza de sus facciones no habían cambiado en todo aquél tiempo que habían estado separados lo cual era algo que realmente agradecía y mucho. Tú no eres quien debe disculparse, Noelle… Advirtió con aquél tono semi agresivo. No podía ser completamente agresivo con ella pero el hecho de que pidiera disculpas por las atrocidades realizadas por Él era algo que simplemente parecía no perdonar, jamás lo había hecho y no lo volvería a hacer aunque, parte de su persona aún sabía que sus servicios seguían ligados a su “vida pasada”.
 
No tienes idea de lo difícil que me ha sido no verte… Noelle. Ante aquél abrazo que recibía su cuerpo actuaría de manera instintiva terminando por moverse lentamente dejando que sus manos se movieran en un principio hasta la cintura de la muchacha para finalmente terminar rodeando ésta con suma delicadeza hasta alcanzar la zona lumbar de la muchacha. Recibir el cuerpo de ella contra su pecho hacía que simplemente se sintiera a gusto, completo, notando que aquél vacío que le había atormentado por tanto tiempo hubiera desaparecido. Ahora estaba completamente lleno, con ella a su lado, finalmente su compañera, aquella muchacha… Sus labios no hicieron más que entre abrirse lentamente para emitir un delicado suspiro como respuesta a aquellas últimas palabras murmuradas, unas palabras que eran las más acertadas de la situación en la que ambos se encontraban porque para él, ella era su hogar, era su casa… Antes de emitir un leve suspiro, terminaría por alzar la mirada en dirección a aquella figura representativa, la estatua del hijo de Él para terminar por desviarla lentamente. Estaba molesto pero no directamente con aquél sino con sus allegados, con aquellos que habían hecho sufrir a la muchacha, a su protegida. Lentamente buscó la manera de acomodarla totalmente a su cuerpo para dejar que su mano izquierda se moviera con cierta suavidad sobre la espalda de la contraria hasta poder apoyarla sobre la cintura de al menor deteniéndose allí, empezando en aquella posición a acariciar lentamente la zona indicada para terminar por apoyar sus finos labios a la altura de la frente femenina disfrutando de aquella cercanía, de su calor, de cada segundo que transcurría, notando cómo con ella a su lado el dolor de estar en aquél lugar comenzaba a desaparecer poco a poco hasta simplemente ser una pequeña molestia como la necesidad de rascarse el brazo cuando éste pica aunque, sin embargo, tenía la intención de salir de allí a como diera lugar. ¿Te parece si salimos de aquí, Noelle? Aún estoy de guardia… Claro, se excusó con aquello ya que aún no admitiría que, con el hecho de haber caído, la molestia de tocar suelo sagrado se hacía presente en su persona.
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