Una dulce melodía...

Después de un largo día, se dirigió al bosque. Conocía muy bien sus alrededores principalmente por ser uno de sus lugares favoritos para visitar y relajarse. Le encantaba estar rodeada de los sonidos de la naturaleza y de las bellas criaturas que allí vivían. Un lugar tan hermoso y maravilloso que la llenaba de paz y amor. Sus ojos contemplaban todo el lugar con mucha dulzura. Su cabello y las blancas plumas de sus alas se mecían suavemente con la brisa. Era una hermosa tarde...
Adziel camino por los senderos que llevaban a las imponentes cascadas llevando un estuche con ella. Caminaba tranquila mientras respiraba profundamente el aire fresco del bosque. Se sentían muchos aromas agradables que hacía de ese bosque un lugar especial.
Llevaba un hermoso vestido rosado y el cabello recogido. No parecía estar vestida para un paseo por el bosque, pero sus ropas delicadas no le importaban.
Se acercó a la orilla de uno de los pequeños lagos que formaban esos inmensos saltos de agua, y luego de abrirlo, sacó del estuche un hermoso violín. Se puso en posición y llevó el arco cerca de las cuerdas para comenzar a tocar. Era una melodía muy hermosa y una de sus favoritas...

"Recuerdame otra vez, ¿por qué tenemos que visitar todos los reinos? ¡Te recuerdo que yo tambien puedo sentir el maldito dolor de pies!"

"Hey, hay que ponernos al día, o por lo menos yo. Con el trabajo que voy a tener..."

"Oye, 'Ae', estoy feliz por ti, y te dejaría continuar, pero... ¡¿Qué demonios es eso?!"

"Oye, eso me parece muy descortes, incluso para ti..."

"¡No me refiero a eso! ¡Lo digo en el buen sentido ¡Es que ese sonido... es lo más hermoso que he oído"

"Si, es verdad, la melodía es bella y tranquilizante. Tambien relajante. No sabía que te gustara la música de este tipo"

"Yo tampoco sabía, hasta que escuche esto..."

Un joven, de cabello negro, iba caminando tranquilamente, cuando una melodía llamó claramente su atención. Con cuidado al pisar, para no hacer ruido, buscó la fuente de aquel hermoso sonido. No se distinguía del todo su rostro, debido a la máscara verde que llevaba. Su cuerpo tambien tenía un aspecto un poco más fuerte de lo que debería, debido a la armadura verde que lo cubría.

El individuo se ocultó detrás de un árbol, y observó. Era una bella dama, con un violín, entonando la música. Reconoció a la persona... pero se distrajo completamente de sus pensamientos. Cerró los ojos, y comenzó a escuchar la tonada. Era muy bella...

-¡¡Aaah.. choo!! -un fuerte estornudo se escuchó, proviniente de ese sujeto...

Estaba completamente concentrada en la música que producía su violín. Las cuerdas del arco y el puente hacían contacto y vibraban con cada nota producida. Era un sonido muy dulce y agradable que la alejaba de todo lo que había a su alrededor. Una melodía dulce y tranquilizadora que ella tanto adoraba...Estaba tan concentrada en su propio y pequeño mundo que no había notado la presencia de otro ser cerca de ella.
Sus alas aun estaban desplegadas y algunas de sus pequeñas plumas blancas volaban por los alrededores por la acción del viento. Antes de terminar con las últimas notas escuchó un estornudo y se sobresaltó al sentir la presencia de un demonio, y ver a su piedra que brillaba. Sin embargo, el brillo de la piedra era más tenue... Miró a su alrededor, pero no había nadie a la vista. - ¿Quién anda ahí? - Preguntó la joven arcángel mientras dirigía sus ojos en la dirección donde provenía la presencia. Sólo esperaba que no fuera algún habitante de Kounan, pero la esencia de ese ser desconocido era distinta a la de un demonio tenía algo más en ella que en parte la tranquilizaba...

-Er... ahm... B-buenas tardes -dijo timidamente el hombre, llevandose una mano a su cabello, rascandose la cabeza, en señal de nerviosismo-. D-disculpe... me quede distraído escuchando su música... No era mi intención molestar.

"Okay, esto fue extraño. Considerando la condición que tengo gracias a ti, no debería haber estornudado de esa manera."

"Es porque es un ángel. Mira el lado amable, la última vez que estuvimos en presencia de energía celestial te dio un calambre en la lengua."

-Si le molesta mi presencia, me puedo retirar -dijo, con el mismo nerviosismo.

Cuando vio a ese ser, se tranquilizó más. No le pareció que podría ser una amenaza aunque su amuleto seguía brillando con la misma intensidad. Quizá era demasiado confiada pero tampoco podía prejuzgar a las personas. Bajo la guardia y sonrió. - Buenas tardes... no lo has hecho es solo que me sorprendí. -
Volvió a guardar el violín en su estuche y sonrió mientras tomaba su vestido para hacer una reverencia. - Mi nombre es Adziel. Rara vez recibimos visitantes aquí en Sairou. Usted ¿es?... -
Al recordar el estornudo miró al caballero preocupada - ¿Se encuentra bien?, ¿esta refriado? Si es así podría curarlo... -
Sus alas aun estaban a la vista, pero estando en Sairou no tenía la necesidad de ocultarlas. Lo único que creía necesario ocultar era la piedra mágica que colgaba de su cuello. La piedra aun seguía brillando tanto como antes. Su brillo no era muy intenso, pero sí era visible. Realmente no sabía qué hacer con ella...

-Ah, mi nombre es Ae... ahm... puede llamarme Parallax -dijo, el tambien hizo una reverencia. De pronto, sintió algo extraño. Se había acostumbrado a usar su alias para darse a conocer, dejando atrás su verdadero nombre. Pero, esta vez, había sentido deseos de decirlo, de manera casi inconsciente. Esa persona inspiraba paz y respeto, así como una gran calidez-. Ah, y, er... no, el estornudo es el efecto secundario de otra cosa... realmente no hay nada que pueda hacer...

Sonrió luego de que el joven se presentó - Es un placer conocerlo, Parallax. Y dígame ¿que lo trae por aquí? - Preguntó curiosa. Como había mencionado antes, eran pocas las veces que llegaban visitantes a ese reino, pero todos eran bien recibidos allí.

Cuando escuchó la respuesta del caballero respondió: - Ya veo... - No veía la necesidad de preguntar más. Si no era una enfermedad no podría curarla…

La noche comenzaba a caer y los sonidos de ella se hacían presentes. Las criaturas de la noche salían de sus escondites para darle la bienvenida a la luna y la oscuridad que tanto esperaban...

-Er... bueno, básicamente ando de vagabundo -dijo, con una sonrisa tímida, que era algo opacada por su máscara-. El asunto es que, ehm, finalmente voy a ejercer mi carrera, de medicina, y, quería darme algo de perspectiva antes de hacerlo.

Sintió una brisa. El aire era cada vez más frío. Se hacía de noche. Miró el brillo dorado en las nubes, cuando el sol se oculta. Siempre le había parecido algo bello.

"Aaahhh que lindo eres, 'Parallax'"

"Callate"

-¡Aaachoo! -volvió a estornudar. La anomalía que se había producido por la mezcla de almas en su interior había provocado que el rechazo de energía blanca que el poder demoniaco naturalmente posee se manifestara a través de molestias en su cuerpo físico. Era algo que variaba dependiendo del origen de la energía. Podían ser dolores, hasta estornudos. Algo que, en una situación como esa, le resultaba molesto.

- Tiene una interesante profesión aunque sé que es un poco ardua. - Sonrió mientras observaba al caballero que la acompañaba.

El sol se estaba poniendo y se comenzaba a sentir el frío que traía el viento nocturno. Volvió a escuchar el estornudo del caballero y creyó que era por el cambio de clima. Lo miró preocupada sin entender lo que le ocurría a su acompañante. Para ella era como si fuera un resfriado, pero Parallax lo había negado. Suspiró y le preguntó: - ¿De verdad se encuentra bien? -

-Si... esto, ahm, lo que sucede es que tuve... ¿como decirlo? Un accidente -dijo, con algo de vergüenza debido a la situación-. Para no alargar la historia, eso me convirtio en mitad demonio. Y, la mezcla anormal de poderes dentro de mi, crea este efecto secundario. Me dan molestias en... este... -se dio cuenta de algo. Si continuaba, tendría que decir que era por la energía de ella. Normalmente no tendría problemas. Eso lo alejaría. Pero... se sentía incomodo diciendo que, la presencia de Adziel era la responsable de su condición. Le parecia una persona muy agradable-. Er... en periodos de 30 días, o algo así. N-no es nada de que preocuparse...

"Si, no hay problema, sigue actuando como un alergico a la chica de la realeza. Vamos bien..."

"Esto es tu culpa, ¿recuerdas?"

"Tú eres el antisocial. No es mi culpa que de pronto se te ocurriera hacer amistad con cualquier persona que se te para en frente"

"¿Qué no era eso lo que querías?"

"Si."

"¿Y entonces?"

"Nada, es que desde cualquier punto de vista que lo veas, no deja de ser gracioso"

- ¡oh! Ya veo. - Dijo la joven luego de oír su explicación. Nunca había escuchado de algo así, pero vivían en un mundo extraño donde todo podía pasar. – Debe ser duro vivir con eso. - Dijo pensando en lo molesto que podía resultarle a Parallax.

Se sentó cerca de la orilla del lago y colocó el estuche a un lado. Observaba como el agua que caía producía salpicones en el pequeño lago. Era muy relajante y placentero estar allí. Se oía el sonido del agua que caía y el de los animales nocturnos que se paseaban por los alrededores. También se podía sentir la suave brisa y la frescura de esa agradable noche.

-N-no, no es nada -dijo, sonriendole-. N-no es tan malo. Tengo algunas habilidades extra. Creo que, es un precio... justo...

Volteó hacia otro lado, siguiendo la mirada de Adziel. Observando la cascada. Una lluvia de pensamientos recorrió su mente. Y le dirigió la mirada nuevamente. Tenía una calidez que no había sentido en años. Y claramente confiaba naturalmente en él. Suspiró. Y decidió confiar tambien.

-Mi verdadero nombre es Aeolos -dijo entonces, pronunciando una palabra que hacía tantos años no salía de sus labios-. Y-ya... ha pasado mucho tiempo desde que no se lo digo a nadie...

Volvió a mirar a su acompañante mientras lo escuchaba hablar. Era increíble lo que le había ocurrido, pero era algo inevitable y como todo, tenía sus ventajas y desventajas, y lo único que quedaba era acostumbrarse a ellas.

Sonreía mientras lo oía hablar. Parallax era muy agradable, amable y tranquilo.

Cuando le oyó decir sobre su verdadero nombre lo miró sorprendida aunque luego de la pequeña sorpresa, volvió a sonreírle como antes. No sabía porque se lo había dicho, pero parecía confiar más en ella. Los motivos por los que tenía un alias podían ser muchos y el hecho de que le hubiera confiado ese "secreto" era algo que la sorprendía por lo poco que se conocían. - Me halaga que me hayas confiado ese secreto, Aeolos. - Dijo con una sonrisa.

Pensaba en las ventajas y desventajas de tener un alias. – Alguna vez pensé en tener un alias también, pero enseguida deje de pensar en esa idea. Quizá sea útil cuando viajo a los distintos reinos, pero lamentablemente soy una cara pública y cualquiera me reconocería, y más aún con la guerra que se avecina. - Suspiró y volvió a mirar al lago. – Hace unos días cuando me perdí y termine en Kounan por accidente pensé otra vez en ello. Estaba contenta de haber conocido un demonio tan amable como aquel que me ayudó a volver aquí... - Volvió a mirarlo y sonrió.

-Alguien dijo una vez que... el hombre es bueno por naturaleza. Es la sociedad la que lo corrompe -dijo entonces Aeolos, dirigiendole la mirada, devolviendole la sonrisa. Apartó la máscara verde de su rostro, permitiendo que sus facciones se vieran con mayor naturalidad y claridad-. Respecto a mi alias... Decidí dejar atrás mi nombre por protección... ahora... pensé que no tenía caso volver a usarlo...

Se quedo pensando en el comentario de Aeolos. Lo que decía era muy cierto y era normal que en un reino como el de Kounan fuera así. A veces llegó a creer que se los marginaba demasiado y por eso se prejuzgaba incorrectamente...

- Protección... - Dijo mientras miraba la luna. - Ese es uno de los principales motivos por los que se crean lo alias... y es algo lógico... - Sonrió. - y... me alegra saber que aquí en Sairou te sientes cómodo como para no ocultarlo... -

Comenzó a acicalar y peinar las plumas de sus alas mientras veía el agua caer por la cascada. Parecía como si estuviera tocando un arpa. Con suave movimientos acariciaba sus alas...

-Es más como una liberación... con el paso de los años, se volvio una costumbre el no usar mi nombre, aún cuando dejó de ser innecesario ocultar mi identidad -su rostro se entristeció unos segundos. Lo que quedaba de su clan había desaparecido con los siglos. Ya no le había quedado familia. Fue por eso que decidió renunciar a su identidad. Exiliado injustamente, se ocultó para evitar represalias. Despues, no tenia caso tener algo que recordara a su extinto hogar-. Y, bueno, por lo poco que conozco a las personas de este reino, puedo decir que claramente son de confiar, así que, bueno, decidí romper la rutina -dijo entonces, sonriendo.

Y ni que lo digas... es tan molesto que se refieran a ti por mi nombre, ¿sabes? Siempre oigo Parallax, y me volteo, solo para que el que responda eres tú...

Al menos me da la satisfacción de que te molestas...

Notó el cambio en el semblante de Aeolos y se sorprendió. Parecía que ese cambio había sido muy duro para él. Era inusual a veces cambiar de nombre, pero sea lo que haya sido, tuvo un impacto doloroso. No podía hacer nada por el más que mostrarle una sonrisa. Si por lo menos allí se sentía a gusto eso era suficiente.

- Es cierto. Son personas maravillosas... aunque también depende de cada uno. Cada uno tiene su personalidad que los marca como individuos... - Dijo con una sonrisa mientras miraba a su acompañante.

Le parecía increíble que a pesar de que apenas se conocían, él le hubiera confiado un secreto como ese. Conociendo la magnitud de la guerra que pronto comenzaría, era difícil poder confiar en alguien. Recordaba la plática que había tenido con Etsuko... Era cierto lo que la reina le había dicho, pero tampoco se podía desconfiar de todo el mundo.

-Si, es verdad... -dijo, correspondiendo su sonrisa con una propia. Miró hacia el cielo. Claramente ya había oscurecido. Se notaba el brillo de las estrellas y de la luna, con bastante intensidad. La noche inundaba el bosque-. Ya ha oscurecido... C-creo que... le he quitado mucho tiempo... -dijo entonces, con algo de pena

- No te preocupes... es normal para mi volver tarde, pero es cierto... - dijo levantando la vista para ver el cielo. – Ya deberán preguntarse dónde estoy... Creo que será mejor que regrese para no seguir preocupándolos. - Se puso de pie y sacudió su ropa.

La noche había caído hace tiempo y ya era hora de volver. No quería que se preocuparan y debía levantarse temprano para cumplir con sus obligaciones. No sería extraño encontrar alguno de los guardias del castillo buscándola como siempre ocurría. Sin embargo aun nadie la había encontrado. Había compartido una conversación muy agradable con Aeolos y le hubiera encantado seguir con la plática, pero tenía mucho por hacer... El tiempo había pasado tan rápido que por un momento olvido las cosas que debía hacer.

- Aeolos ha sido muy agradable compartir este rato contigo... Espero sepas disculparme, pero como has dicho es muy tarde y debo irme... - Tomó el estuche con su violín y le sonrió. – Seguro volveremos a vernos algún día... y... de verdad, gracias por la grata compañia. - Dijo haciendo una reverencia en señal de agradecimiento.

-P-per... ¡permitame acompañarla! -dijo, exclamando rapidamente, señalandose con su mano, indicando su ofrecimiento, con amabilidad, y algo de su obvio nerviosismo-. Es parte mi culpa que se haya retrasado. D-dejeme escoltarla de regreso.

Aeolos se acercó unos pasos a Adziel, retirando la máscara de su rostro, permitiendo que sus facciones pudieran apreciarse mejor...

Sonrió complacida ante el gesto de amabilidad de su acompañante. – Muchas gracias por tomarte la molestia de hacerlo. - Volvió a sonreír y abrazo el estuche con su violín. – Y no te preocupes por ello... Siempre suelo tardarme cuando practico. -

Cuando Aeolos se acercó a ella y se quitó la máscara, sonrió. No entendía porque cubría su rostro con ella, pero quizá tenía algo que ver también con su alias. Pensó que era algo importante como para tener que ocultar por completo su identidad. Sin embargo, no creyó prudente dejar que su curiosidad la dominara ya que recordaba perfectamente el cambió en su expresión cuando le contó sobre su verdadero nombre...

Luego de aceptar la propuesta del caballero, continuaron su camino en dirección al castillo. Poco a poco se alejaban por el camino del bosque de ese hermoso manantial de agua para poder llegar a destino.

FIN DE ESCENA