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Suelo sagrado
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Suelo sagrado
Era de noche en Sairou, las calles estaban completamente desiertas excepto por un visitante que viajaba vestido con una túnica de color negro y una capucha del mismo estilo, cubriendo completamente su rostro. Solo dejo de caminar cuando estuvo frente a la iglesia, que en esos momentos se encontraba cerrada. –Parece que no hay muchos fieles nocturnos- Dijo el joven con una sonrisa mientras observaba los ventanales que se veían desde fuera. –En fin…- Al hacer sonar sus dedos, un portal muy parecido a un agujero negro del tamaño de una persona apareció frente a él. Sin dudarlo un segundo atravesó aquel portal que desapareció apenas lo hubo hecho, haciéndose visible otro en el centro de la iglesia del cual Riku emergió sin problema alguno. –Si que son pretenciosos…- Se dijo a si mismo con una sonrisa al ver el interior de la iglesia mientras el portal por el que salió desaparecía sin dejar rastro alguno.
Sin duda era mucho más agradable a la vista que el viejo templo que tenían en Kounan dedicado a Suzaku, posiblemente era porque en Sairou había más habitantes que pagaban los impuestos a su reina. Sin embargo no estaba allí para comparar iglesias, no, quería comprobar que tan sagrado era realmente ese lugar, y no podía hacerlo desde lejos. Esa era la razón por la que el antiguo rey demonio y actual gobernante de Cristal se encontraba en ese lugar, uno que según los ciudadanos de Sairou era sagrado ya que honraba a su dios tigre. Ese era también el motivo por el que había esperado que anocheciese para entrar, no quería ser interrumpido mientras trabajaba en lo que deseaba verificar.
Sin perder tiempo, se dirigió al frente de la catedral, donde todos los banquillos estaban apuntando y donde en teoría se daban los discursos. –Supongo es tan buen lugar como cualquiera…- Se dijo nuevamente con una leve sonrisa mientras se arrodillaba y cerraba su diestra en un puño, dando así un fuerte golpe al piso, rompiendo de esta manera la baldosa y dejando a la vista la tierra donde se construyó el lugar. -Veamos que tan sagrado eres…- Susurró en voz baja mientras mordía su dedo índice hasta que este sangrase, dejando caer unas gotas en la tierra mientras veía como su herida ya estaba cicatrizando… ventajas de ser un demonio. –Bien… es cuestión de esperar…- Volvió a decir mientras veía si la sangre derramada sufría alguna reacción al tocar suelo presuntamente sagrado.
Sin duda era mucho más agradable a la vista que el viejo templo que tenían en Kounan dedicado a Suzaku, posiblemente era porque en Sairou había más habitantes que pagaban los impuestos a su reina. Sin embargo no estaba allí para comparar iglesias, no, quería comprobar que tan sagrado era realmente ese lugar, y no podía hacerlo desde lejos. Esa era la razón por la que el antiguo rey demonio y actual gobernante de Cristal se encontraba en ese lugar, uno que según los ciudadanos de Sairou era sagrado ya que honraba a su dios tigre. Ese era también el motivo por el que había esperado que anocheciese para entrar, no quería ser interrumpido mientras trabajaba en lo que deseaba verificar.
Sin perder tiempo, se dirigió al frente de la catedral, donde todos los banquillos estaban apuntando y donde en teoría se daban los discursos. –Supongo es tan buen lugar como cualquiera…- Se dijo nuevamente con una leve sonrisa mientras se arrodillaba y cerraba su diestra en un puño, dando así un fuerte golpe al piso, rompiendo de esta manera la baldosa y dejando a la vista la tierra donde se construyó el lugar. -Veamos que tan sagrado eres…- Susurró en voz baja mientras mordía su dedo índice hasta que este sangrase, dejando caer unas gotas en la tierra mientras veía como su herida ya estaba cicatrizando… ventajas de ser un demonio. –Bien… es cuestión de esperar…- Volvió a decir mientras veía si la sangre derramada sufría alguna reacción al tocar suelo presuntamente sagrado.
Riku Shamtul- Rey de Cristal
- Especie : Demonio
Ocupación : Rey
Puntos : 144
Cantidad de envíos : 226
Re: Suelo sagrado
Era uno de esos días, aquellos en los que el aburrimiento de vigilar las calles le invadía ¿Por qué él? Simplemente la respuesta era obvia: debía hacerlo porque así había sido decidido, porque así lo había pedido el capitán. Tssk… Tanta cosa ¿Para qué? Aquí jamás sucede nada. Pronuncia, apenas articulando sus finos labios. Sus pasos apenas se escuchaba, o al menos, él no lo hacía, mientras que eran aquellas esferas de color carmesí las cuales se posaban, de forma fría e inexpresiva en realidad, sobre las diferentes aglomeraciones de personas que se encontraban en los alrededores de su camino. ¿Por qué la gente se reunía de aquella forma, tanto sentados en barriles, como otros apoyados contra las paredes, aunque había algunos sentados en las ventanas mismas de sus casas, cuales se encontraban abiertas. Entreabrió sus labios para simplemente liberar un delicado y casi inaudible suspiro. Buenos días teniente. Escuchó desde detrás de su ubicación, por lo que se detuvo en seco y giró lentamente su rostro hasta poder visualizar la silueta de uno de los soldados de la Orden. Hm… Hola. Dijo sin más, primeramente murmurando para sí antes de saludar a aquél chico, uno bastante joven en realidad, el cual no pasaría de los 18 años aparentes. ¿Cómo se encuentra teniente? Sus oídos fueron los que escucharon aquél tono tan alegre de un individuo que hacía poco se había alistado en las fuerzas de la Orden, un individuo al cual poco le dirigía la palabra, o mejor dicho, uno de los tantos a los cuales no le hablaba, por el simple hecho de que ellos no le inspiraban en lo más mínimo ningún tipo de necesidad para realizar tal cosa.
A medida que avanzaba lentamente, aquellos pasos del individuo que se encontraba a su lado, le seguían, por lo que, y al cabo de unos pocos minutos de habérselo encontrado, y simplemente haberle dirigido un simple “Hola”, se detuvo. ¿Qué es lo que quieres? Preguntó con seriedad y esa frialdad típica de su persona y por la cual eran pocos, por no decir nadie, quien se le acercaba. Su mirada se mantuvo fija en el chico mientras era el viento el cual soplaba apenas, delicadamente, meciendo los cabellos oscuros del individuo mientras aquella camisa, abrochada a medias, dejando fuera parte de sus pectorales mientras podía apreciar los latidos de su propio corazón. ¿P-por qué me hablas así? Fueron las palabras temerosas que salieron del chico, el cual dio un paso hacia atrás. Es cierto lo que dicen… Es un animal. Solo estás aquí porque le dió pena al capitán. Mencionó aquél, para que simplemente fuera la mano derecha del individuo la cual se moviera con lentitud hasta posarse alrededor del mango de aquella espada, una completamente negra y la cual llevaba de adorno una calavera en su mango, enfundad en su espalda a causa de su larga hoja. ¿Y eso a mí que me importa? Solo sigo órdenes. Socializar con débiles solo vuelve débil a uno. Dijo sin más, manteniendo una fría expresión en su rostro para luego soltar su arma, puesto el chico se había dado vuelta y había comenzado a caminar, alejándose de él. Sus labios apenas se curvaron, satisfechos de que aquella amenaza hubiera sido más que suficiente para librarse de la presencia de aquél individuo, por lo que simplemente se volvió, y emprendió camino lentamente ¿Acaso tanta fama se había conseguido? Bueno, eso no le molestaba en absoluto, puesto el hecho de que fuera respetado hasta aquél punto hacía que su persona se sintiera bien ¿Acaso estaba mal querer ser respetado hasta aquél punto? No, él no lo creía así, y por ello es que actuaba de tal forma.
No tenía ninguna intención de dirigirse a donde fue, pero algo hacía que su persona quisiera, luego de ya un período de tiempo considerablemente largo, regresar una vez más, aunque sin saber la causa exacta de ello. Sus pasos comenzaron a tornarse como pequeños toques, dando un sonido tan fuerte como cuando una mano se apoyaba sobre la pared, y su mirada se tornó tan inexpresiva como si estuviera observando algo rutinario completamente aburrido, avanzando con la tranquilidad acostumbrada por esas calles que pocas veces concurría. Varios de aquellos residentes de Sairou posaron la mirada en el individuo que avanzaba con lentitud, mientras su mirada se mantenía fija en un punto, el cual se apreciaba a la lejanía: aquella cruz, ese símbolo que hacía tanto no veía y que, cuando su visión la alcanzaba, la evitaba por el simple hecho de no querer tener nada que recordar, nada era lo que deseaba, no quería recuperar nada, salvo a… Ella, cosa imposible de hacer, o al menos, así él lo pensaba. Sus pasos se detuvieron, al cabo de unos minutos frente a la entrada de aquél santuario, uno de los tantos a los que él había visitado en su otra vida, una que solo le había traído desgracias. Se introdujo en el lugar, moviendo lentamente su diestra hasta su frente, con el puño cerrado y apoyando en ésta la unión de su piel con la de la uña, para luego bajarla lentamente hasta alcanzar el centro de sus pectorales y luego moverla hasta por sobre éstos, tanto el izquierdo, como el derecho respectivamente, para luego finalizar con un beso en aquél sector de su mano. No sé lo que hago aquí. Llegó a enunciar mientras avanzaba, percatándose de la presencia de una figura cuya cabellera era completamente blanca… Sus labios se entreabrieron para emitir un delicado suspiro, continuando su avance lentamente, aún llevando enfundadas sus armas, tanto en su espalda, puesto allí se encontraba Rebellion. Interesante… Dijo delicadamente, antes de ubicarse en mitad del pasillo, quedándose completamente quieto, puesto tenía la sensación de que los ojos de aquellas imágenes de los ventanales se habían puesto sobre su persona y era algo que realmente le molestaba. ¿Acaso me siguen recordando? Fueron las palabras que solamente invadieron su mente, mas sin emitir sonido alguno, sosteniendo su vista sobre aquella persona. ¿Quién es usted? Cuestionó, desde su espalda, solamente pudiendo ver al silueta de aquél individuo manteniéndose expectante.
A medida que avanzaba lentamente, aquellos pasos del individuo que se encontraba a su lado, le seguían, por lo que, y al cabo de unos pocos minutos de habérselo encontrado, y simplemente haberle dirigido un simple “Hola”, se detuvo. ¿Qué es lo que quieres? Preguntó con seriedad y esa frialdad típica de su persona y por la cual eran pocos, por no decir nadie, quien se le acercaba. Su mirada se mantuvo fija en el chico mientras era el viento el cual soplaba apenas, delicadamente, meciendo los cabellos oscuros del individuo mientras aquella camisa, abrochada a medias, dejando fuera parte de sus pectorales mientras podía apreciar los latidos de su propio corazón. ¿P-por qué me hablas así? Fueron las palabras temerosas que salieron del chico, el cual dio un paso hacia atrás. Es cierto lo que dicen… Es un animal. Solo estás aquí porque le dió pena al capitán. Mencionó aquél, para que simplemente fuera la mano derecha del individuo la cual se moviera con lentitud hasta posarse alrededor del mango de aquella espada, una completamente negra y la cual llevaba de adorno una calavera en su mango, enfundad en su espalda a causa de su larga hoja. ¿Y eso a mí que me importa? Solo sigo órdenes. Socializar con débiles solo vuelve débil a uno. Dijo sin más, manteniendo una fría expresión en su rostro para luego soltar su arma, puesto el chico se había dado vuelta y había comenzado a caminar, alejándose de él. Sus labios apenas se curvaron, satisfechos de que aquella amenaza hubiera sido más que suficiente para librarse de la presencia de aquél individuo, por lo que simplemente se volvió, y emprendió camino lentamente ¿Acaso tanta fama se había conseguido? Bueno, eso no le molestaba en absoluto, puesto el hecho de que fuera respetado hasta aquél punto hacía que su persona se sintiera bien ¿Acaso estaba mal querer ser respetado hasta aquél punto? No, él no lo creía así, y por ello es que actuaba de tal forma.
No tenía ninguna intención de dirigirse a donde fue, pero algo hacía que su persona quisiera, luego de ya un período de tiempo considerablemente largo, regresar una vez más, aunque sin saber la causa exacta de ello. Sus pasos comenzaron a tornarse como pequeños toques, dando un sonido tan fuerte como cuando una mano se apoyaba sobre la pared, y su mirada se tornó tan inexpresiva como si estuviera observando algo rutinario completamente aburrido, avanzando con la tranquilidad acostumbrada por esas calles que pocas veces concurría. Varios de aquellos residentes de Sairou posaron la mirada en el individuo que avanzaba con lentitud, mientras su mirada se mantenía fija en un punto, el cual se apreciaba a la lejanía: aquella cruz, ese símbolo que hacía tanto no veía y que, cuando su visión la alcanzaba, la evitaba por el simple hecho de no querer tener nada que recordar, nada era lo que deseaba, no quería recuperar nada, salvo a… Ella, cosa imposible de hacer, o al menos, así él lo pensaba. Sus pasos se detuvieron, al cabo de unos minutos frente a la entrada de aquél santuario, uno de los tantos a los que él había visitado en su otra vida, una que solo le había traído desgracias. Se introdujo en el lugar, moviendo lentamente su diestra hasta su frente, con el puño cerrado y apoyando en ésta la unión de su piel con la de la uña, para luego bajarla lentamente hasta alcanzar el centro de sus pectorales y luego moverla hasta por sobre éstos, tanto el izquierdo, como el derecho respectivamente, para luego finalizar con un beso en aquél sector de su mano. No sé lo que hago aquí. Llegó a enunciar mientras avanzaba, percatándose de la presencia de una figura cuya cabellera era completamente blanca… Sus labios se entreabrieron para emitir un delicado suspiro, continuando su avance lentamente, aún llevando enfundadas sus armas, tanto en su espalda, puesto allí se encontraba Rebellion. Interesante… Dijo delicadamente, antes de ubicarse en mitad del pasillo, quedándose completamente quieto, puesto tenía la sensación de que los ojos de aquellas imágenes de los ventanales se habían puesto sobre su persona y era algo que realmente le molestaba. ¿Acaso me siguen recordando? Fueron las palabras que solamente invadieron su mente, mas sin emitir sonido alguno, sosteniendo su vista sobre aquella persona. ¿Quién es usted? Cuestionó, desde su espalda, solamente pudiendo ver al silueta de aquél individuo manteniéndose expectante.
- Spoiler:
- Usé una respuesta que ya tenía para darte más 'visión' del personaje. A ver qué es lo que sale.
Alexei Vasíliev- Orden Luminis
- Especie : Ángel caído
Ocupación : 1º Teniente
Puntos : 18
Cantidad de envíos : 30
Re: Suelo sagrado
Normalmente él no viajaba solo, siempre tenía escondidos en su sombra dos demonios los cuales le servirían como protección, o al menos una leve distracción ya que aquellos que solían refugiarse en su sombra no eran más que demonios inferiores. Sin embargo como posiblemente ese era un suelo sagrado que solo ciertos demonios podían resistir, decidió dejarlos atrás. Algo que no le pareció muy buena decisión cuando escucho pasos acercarse a él, seguido de la voz de un hombre que decía que no sabía qué hacía el mismo allí, para luego dirigirse a Riku y preguntarle quien era. Varias opciones cruzaron la mente del rey en ese momento, entre ellas matarle en silencio para luego seguir con sus asuntos. -¿Quién soy?...- Susurró en voz baja mientras se levantaba, ya que estuvo arrodillado para ver mejor la muestra de sangre que había dejado, cosas que ahora lamentablemente para él pasó a un segundo plano. Muchas veces le habían hecho esa pregunta al demonio, sin embargo siempre variaba dependiendo de la persona que la hiciese, en este caso particular se le quedo viendo atentamente, evaluando al intruso que tenía frente a él. No lucía como alguien demasiado fuerte, incluso aparentaba ser débil… sin embargo él nunca había confiado en las personas, por lo tanto la apariencia física no era algo de lo que fiarse. ¿Era una trampa tal vez? Quizás ese joven sabía que estaba frente al rey de Cristal… había demasiadas preguntas que responder. Sin embargo si podía darse cuenta de algo, y era que no se trataba de un simple campesino… tenía cierta elegancia que ningún pueblerino común podría tener. Pero eso no era lo que más le llamó la atención en ese momento, fue su espada… la que portaba en la espalda y que parecía del tamaño de una persona de poca estatura. –Buena pregunta…- Dijo con una sonrisa mientras ladeaba un poco la cabeza y seguía viéndole.
Si portaba aquella espada, era muy probable que matarle fuese más difícil de lo que esperaba, lo que provocaría que mucha gente se enterase que había alguien allí y eso no le convenía. También estaba la opción de escapar usando su portal, pero tampoco era bueno debido a que si llegaba a oídos de Adziel que él estuvo allí, la reina se pondría a sospechar incluso más… Por lo que decidió intentar otra salida de esa situación. –Uhm… ¿Por qué me pregunta eso? Solo soy alguien en una iglesia…- Respondió con suma calma mientras le miraba a los ojos. –Alguien que no está armado… debo agregar- Comentó con una leve sonrisa mientras señalaba la espada que portaba el joven en su espalda. -¿Si decido no decirte quien soy… piensas usar eso?...- No lo preguntó con miedo en su voz, ya que posiblemente no hubiese parecido demasiado creíble, pero tampoco lo hizo con la seguridad de poder enfrentarle… más bien fue con un tono neutro, como quien pregunta como es el clima afuera. Todo esto fue capaz de decirlo mientras se preguntaba si ya se habría perdido la reacción de la tierra a su sangre, cosa que ahora no podía ver debido a que estaba ocupado interactuando con ese hombre, fuese quien fuese.
Como si de repente se hubiese dado cuenta de que lo que dijo estuvo mal, se permitió sonreír un poco. –Disculpe, no quise sonar muy a la defensiva… es que no es normal ver a alguien con una espada de semejante tamaño entrar a una iglesia, espero me comprenda…- Sin más que decir dio un paso adelante. –En fin… creo que será mejor que me vaya, le dejo la iglesia… Permiso…- Susurró en voz baja, esperando que todo fuese tan fácil como deseaba mientras caminaba hacia donde se encontraba el joven, ya que detrás de él estaba la salida.
Si portaba aquella espada, era muy probable que matarle fuese más difícil de lo que esperaba, lo que provocaría que mucha gente se enterase que había alguien allí y eso no le convenía. También estaba la opción de escapar usando su portal, pero tampoco era bueno debido a que si llegaba a oídos de Adziel que él estuvo allí, la reina se pondría a sospechar incluso más… Por lo que decidió intentar otra salida de esa situación. –Uhm… ¿Por qué me pregunta eso? Solo soy alguien en una iglesia…- Respondió con suma calma mientras le miraba a los ojos. –Alguien que no está armado… debo agregar- Comentó con una leve sonrisa mientras señalaba la espada que portaba el joven en su espalda. -¿Si decido no decirte quien soy… piensas usar eso?...- No lo preguntó con miedo en su voz, ya que posiblemente no hubiese parecido demasiado creíble, pero tampoco lo hizo con la seguridad de poder enfrentarle… más bien fue con un tono neutro, como quien pregunta como es el clima afuera. Todo esto fue capaz de decirlo mientras se preguntaba si ya se habría perdido la reacción de la tierra a su sangre, cosa que ahora no podía ver debido a que estaba ocupado interactuando con ese hombre, fuese quien fuese.
Como si de repente se hubiese dado cuenta de que lo que dijo estuvo mal, se permitió sonreír un poco. –Disculpe, no quise sonar muy a la defensiva… es que no es normal ver a alguien con una espada de semejante tamaño entrar a una iglesia, espero me comprenda…- Sin más que decir dio un paso adelante. –En fin… creo que será mejor que me vaya, le dejo la iglesia… Permiso…- Susurró en voz baja, esperando que todo fuese tan fácil como deseaba mientras caminaba hacia donde se encontraba el joven, ya que detrás de él estaba la salida.
Riku Shamtul- Rey de Cristal
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