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Prevención (Adziel y guardias del castillo si lo desean)
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Prevención (Adziel y guardias del castillo si lo desean)
Un portal negro se materializó justo en el centro del jardín que se encontraba dentro del castillo de Sairou. De aquel portal se vio salir la figura de un joven que cubría completamente su cuerpo por lo que parecía ser una gabardina de color negro, sin embargo su cabeza se encontraba expuesta, mostrando el rostro de un joven de cabellos entre celestes y plateados, al igual que sus ojos. –Pasó mucho tiempo…- Susurró en voz baja mientras tocaba un árbol con su mano cubierta por un guante que hacía juego con su gabardina. Las razones por las que se encontraba ahí eran bastante simples, prevenir una posible guerra contra su nuevo dominio, la ciudad de cristal, un punto estratégico muy importante el cual en el último tiempo él estuvo reparando, ya que ahora era su actual soberano.
-Solo un poco será suficiente- Susurró con una sonrisa, liberando algo de su poder, sabiendo que la reina sería la primera en notarlo e ir a verle, ya que seguramente aun recordaba su energía por las últimas veces que se vieron. Pero por supuesto, todavía estaba la posibilidad de que apareciese algún que otro guardia, aunque de pasar ya lidiaría con eso mas tarde, a fin de cuentas, ni siquiera los guardias de ese lugar eran tan idiotas como para atacar al rey de Cristal.
-Solo un poco será suficiente- Susurró con una sonrisa, liberando algo de su poder, sabiendo que la reina sería la primera en notarlo e ir a verle, ya que seguramente aun recordaba su energía por las últimas veces que se vieron. Pero por supuesto, todavía estaba la posibilidad de que apareciese algún que otro guardia, aunque de pasar ya lidiaría con eso mas tarde, a fin de cuentas, ni siquiera los guardias de ese lugar eran tan idiotas como para atacar al rey de Cristal.
Riku Shamtul- Rey de Cristal
- Especie : Demonio
Ocupación : Rey
Puntos : 144
Cantidad de envíos : 226
Re: Prevención (Adziel y guardias del castillo si lo desean)
Trabajo, trabajo, trabajo; trabajo acumulado, otro adelantado, en fin, trabajo que nunca cesaría de llegarle a las manos. Actividades aburridas y agotadoras que le causaban cansancio físico y, por sobre todas las cosas, mental. Esta vez, los informes eran un tanto desconcertantes. En todos y cada uno de los reinos se había notado la presencia de seres sospechosos que, a pesar de que aún no habían realizado ningún movimiento, no dejaban de preocupar a quienes tenían conocimiento sobre aquello. ¿Qué buscaban, o más bien, qué pretendían? Quizá sólo estaban evaluando al igual que cada uno de los guardias de los reinos hacían con ellos, o puede que sólo fuera un malentendido causado por los anteriores acontecimientos que se habían producido en el mundo. ¿Podrían ser seguidores del nuevo rey de Kounan o pertenecía a alguno de los otros reinos? Pero si formaban parte o simpatizaban con algún reino en especial ¿por qué los informes que habían llegado eran sobre todos y cada uno de los reinos del mundo en el que vivían? Algo extraño ocurría y el futuro era incierto, eso podía asegurarlo sin dudar. Ya habían pasado por muchas situaciones similares o incluso más graves, mas si estos individuos tenían como objetivo descubrir los puntos débiles de los sistemas de seguridad y protección de cada región, entonces debían ser prudentes, mantenerlos bien vigilados y actuar, en caso de ser necesario, después de todo, contaban con los medios necesarios para hacerlo.
Una vez que terminó con las pilas de papales que debía leer y firmar aquella tarde, se puso en pie, bien seguida de su compañero canino, para llevar los papeles a su mano derecha. ¿Dónde podría estar aquél joven? Dejó escapar un suspiro mientras buscaba en las habitaciones donde podría encontrarlo y le preguntaba a algunos de los sirvientes que servían en el castillo. Había salido a la mañana, eso era lo que todos le decían, y a pesar de la urgencia y la necesidad que la fémina sentía por verlo, no podía hacer nada. Preocupada y curiosa como pudiera estarlo, esperaría paciente a su regreso y trataría los temas que debía decirle luego. No le quedaba otra opción porque de salir en su búsqueda podrían desencontrarse y eso demoraría más la pequeña e improvisada reunión. Siempre estaba a su lado y justo cuando más lo necesitaba no podía encontrarlo. Chasqueó la legua levemente en tanto su rostro mostraba una expresión de agobio. Había algo que le daba mala espina sobre todo el asunto aunque no pudiera asegurar con exactitud qué era.
Continuó su paseo por el castillo, llevando y repartiendo informes de tareas a los distintos individuos que habitaban el castillo. Luego de terminar con esa tarea, visitaría la biblioteca para leer algunos artículos y libros que había separado antes y que, por su trabajo, no había tenido oportunidad de leer. Sin embargo, una sensación extraña en el ambiente que le heló la sangre hizo que se detuviera por unos segundos y mirara por la ventana para ver de qué se trataba, y estaba en lo cierto. Era él... Hacía tiempo que no lo veía y ver a aquél ser en el jardín liberando su esencia demoníaca revivió un viejo sueño que había vivido en el pasado. La diferencia era que algunos actores no estaban y otros habían tomado su lugar. ¡Qué maravillosa obra presenciaría ese día! ¿Con qué sucesos la cautivaría esta vez? Sonrió de medio labio y comenzó a encaminarse hacia el jardín con tranquilidad. En cuanto lo vio de frente dijo: —Rey Riku, es una alegría contar con su visita —. La sonrisa de la fémina se extendió e hizo una leve reverencia a modo de saludo antes de posar su mano sobre el lobo que la acompañaba. —Pero dígame, ¿cuáles son los motivos por los cuales me deleita con su presencia? —buscó a su alrededor con la mirada hasta que vislumbró a uno de los que allí trabajaban. Una simple sonrisa fue lo que alcanzó para que el ángel supiera qué debía hacer. En tan sólo unos minutos, ese ser junto con otros armaron una pequeña mesa y dispusieron dos sillas alrededor, una frente a la otra, y sobre la primera, colocaron un juego de té de porcelana. —Tome asiento y siéntase como en su casa —expresó la joven mientras se acercaba a la silla para tomar asiento también.
Una vez que terminó con las pilas de papales que debía leer y firmar aquella tarde, se puso en pie, bien seguida de su compañero canino, para llevar los papeles a su mano derecha. ¿Dónde podría estar aquél joven? Dejó escapar un suspiro mientras buscaba en las habitaciones donde podría encontrarlo y le preguntaba a algunos de los sirvientes que servían en el castillo. Había salido a la mañana, eso era lo que todos le decían, y a pesar de la urgencia y la necesidad que la fémina sentía por verlo, no podía hacer nada. Preocupada y curiosa como pudiera estarlo, esperaría paciente a su regreso y trataría los temas que debía decirle luego. No le quedaba otra opción porque de salir en su búsqueda podrían desencontrarse y eso demoraría más la pequeña e improvisada reunión. Siempre estaba a su lado y justo cuando más lo necesitaba no podía encontrarlo. Chasqueó la legua levemente en tanto su rostro mostraba una expresión de agobio. Había algo que le daba mala espina sobre todo el asunto aunque no pudiera asegurar con exactitud qué era.
Continuó su paseo por el castillo, llevando y repartiendo informes de tareas a los distintos individuos que habitaban el castillo. Luego de terminar con esa tarea, visitaría la biblioteca para leer algunos artículos y libros que había separado antes y que, por su trabajo, no había tenido oportunidad de leer. Sin embargo, una sensación extraña en el ambiente que le heló la sangre hizo que se detuviera por unos segundos y mirara por la ventana para ver de qué se trataba, y estaba en lo cierto. Era él... Hacía tiempo que no lo veía y ver a aquél ser en el jardín liberando su esencia demoníaca revivió un viejo sueño que había vivido en el pasado. La diferencia era que algunos actores no estaban y otros habían tomado su lugar. ¡Qué maravillosa obra presenciaría ese día! ¿Con qué sucesos la cautivaría esta vez? Sonrió de medio labio y comenzó a encaminarse hacia el jardín con tranquilidad. En cuanto lo vio de frente dijo: —Rey Riku, es una alegría contar con su visita —. La sonrisa de la fémina se extendió e hizo una leve reverencia a modo de saludo antes de posar su mano sobre el lobo que la acompañaba. —Pero dígame, ¿cuáles son los motivos por los cuales me deleita con su presencia? —buscó a su alrededor con la mirada hasta que vislumbró a uno de los que allí trabajaban. Una simple sonrisa fue lo que alcanzó para que el ángel supiera qué debía hacer. En tan sólo unos minutos, ese ser junto con otros armaron una pequeña mesa y dispusieron dos sillas alrededor, una frente a la otra, y sobre la primera, colocaron un juego de té de porcelana. —Tome asiento y siéntase como en su casa —expresó la joven mientras se acercaba a la silla para tomar asiento también.
Adziel- Reina de Sairou
- Especie : Arcángel
Ocupación : Reina
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Re: Prevención (Adziel y guardias del castillo si lo desean)
¡Qué idiota! Las palabras llegaban a sus oídos desde su espalda, por lo que apuró el paso para poder dejar de escucharlo pero parecía no darle tregua y seguir su ritmo. Bufó exasperada y lo observó por el rabillo del ojo. Pael seguía con su monólogo de cómo debía comportarse una dama. Su actitud relajada y la sonrisa burlona que surcaba su rostro sólo lograban que se molestara aún más. ¿Cuántas veces le había dicho que esas cosas no eran para ella? Nada de bailes ni de vestidos pomposos, aún menos lo de tener un prometido. Ladeó la cabeza y entrecerró los ojos fijándose en él cuando esa palabra apareció en su mente. Sus mejillas se colorearon y negó rápidamente con la cabeza para quitar aquel pensamiento. Ella y Pael, ¡que estupidez más grande! Molesta consigo misma aceleró aún más para poder alejarse pero el joven parecía no querer darle fin a su tormento.
Había estado así desde la mañana temprano en que salieron a patrullar por las afueras del reino. La seguridad se había duplicado por órdenes de la reina para que todos los ciudadanos se sintieran seguros y que no hubiera ninguna duda en que estaría protegidos pasara lo que pasara. Por órdenes del capitán les había tocado salir a ambos y no habían vuelto sino hasta hacía un rato. Debían llevar un corto informe sobre la situación la cual era normal, sin nada extraño a la vista. Pero la compañía de Pael se estaba volviendo pesada y sabía que su paciencia no duraría mucho más, estaba segura que él también era consciente de que estaba llegando a su límite y que disfrutaba de empujarla hasta ese punto.
Sus ojos miraron por las ventanas hacia el jardín real intentando distraerse con cualquier cosa con tal de evadir esa voz en su cabeza cuando se encontró con la figura de la reina dirigiéndose a un extraño personaje enfundado en negro. Las alarmas se dispararon en su cabeza y se frenó de golpe, acercándose al vidrio. Pael la miró extrañado y siguió la dirección de su mirada. “Ve a buscar a Elliot” escuchó que le decía en voz baja. El capitán estaba arreglando unos asuntos fuera del castillo, lo habían cruzado cuando regresaban y sabía que iba a retrasarse, claro que al saber que Adziel podría estar en problemas su retorno al castillo sería inmediato. Frunció el entrecejo al ver el movimiento que realizaban los sirvientes que se encontraban allí y tomó del brazo a Pael, deteniéndolo. Fue clara en sus palabras. Era mejor que fuera él a buscarlo, era más rápido que ella y al parecer la situación no parecía pasar a mayores, al menos no todavía. De suceder eso, ella se encargaría de entretenerlo hasta que ambos regresarán. El muchacho dudo pero terminó accediendo, sabiendo que no podría hacerla cambiar de opinión. “No hagas ninguna estupidez Helena” le dijo antes de darse la vuelta y salir corriendo por el largo pasillo.
La pegaso sonrió, no haría nada que pusiera a la reina en peligro eso era obvio. Soltando un suspiró corrió en dirección al jardín el cual no se encontraba demasiado lejos.
—Su majestad —habló fuerte para hacerse escuchar, sin importarle interrumpir de manera grosera la conversación que pudieran llegar a estar teniendo. Le dedico una dura mirada al sujeto de cabellos plateados, reconociéndolo como el Rey del Reino de Cristal. ¿Qué es lo que estaría haciendo en Sairou y presentándose de aquella manera? Aquello no le sentó nada bien. Tuvo que morderse la lengua para no soltar un comentario mordaz hacia el intruso, ahora invitado, y se limitó únicamente a bajar los escalones y posarse cerca de Adziel. Debía comportarse, no era inteligente incitar un enfrentamiento en ese momento.
Había estado así desde la mañana temprano en que salieron a patrullar por las afueras del reino. La seguridad se había duplicado por órdenes de la reina para que todos los ciudadanos se sintieran seguros y que no hubiera ninguna duda en que estaría protegidos pasara lo que pasara. Por órdenes del capitán les había tocado salir a ambos y no habían vuelto sino hasta hacía un rato. Debían llevar un corto informe sobre la situación la cual era normal, sin nada extraño a la vista. Pero la compañía de Pael se estaba volviendo pesada y sabía que su paciencia no duraría mucho más, estaba segura que él también era consciente de que estaba llegando a su límite y que disfrutaba de empujarla hasta ese punto.
Sus ojos miraron por las ventanas hacia el jardín real intentando distraerse con cualquier cosa con tal de evadir esa voz en su cabeza cuando se encontró con la figura de la reina dirigiéndose a un extraño personaje enfundado en negro. Las alarmas se dispararon en su cabeza y se frenó de golpe, acercándose al vidrio. Pael la miró extrañado y siguió la dirección de su mirada. “Ve a buscar a Elliot” escuchó que le decía en voz baja. El capitán estaba arreglando unos asuntos fuera del castillo, lo habían cruzado cuando regresaban y sabía que iba a retrasarse, claro que al saber que Adziel podría estar en problemas su retorno al castillo sería inmediato. Frunció el entrecejo al ver el movimiento que realizaban los sirvientes que se encontraban allí y tomó del brazo a Pael, deteniéndolo. Fue clara en sus palabras. Era mejor que fuera él a buscarlo, era más rápido que ella y al parecer la situación no parecía pasar a mayores, al menos no todavía. De suceder eso, ella se encargaría de entretenerlo hasta que ambos regresarán. El muchacho dudo pero terminó accediendo, sabiendo que no podría hacerla cambiar de opinión. “No hagas ninguna estupidez Helena” le dijo antes de darse la vuelta y salir corriendo por el largo pasillo.
La pegaso sonrió, no haría nada que pusiera a la reina en peligro eso era obvio. Soltando un suspiró corrió en dirección al jardín el cual no se encontraba demasiado lejos.
—Su majestad —habló fuerte para hacerse escuchar, sin importarle interrumpir de manera grosera la conversación que pudieran llegar a estar teniendo. Le dedico una dura mirada al sujeto de cabellos plateados, reconociéndolo como el Rey del Reino de Cristal. ¿Qué es lo que estaría haciendo en Sairou y presentándose de aquella manera? Aquello no le sentó nada bien. Tuvo que morderse la lengua para no soltar un comentario mordaz hacia el intruso, ahora invitado, y se limitó únicamente a bajar los escalones y posarse cerca de Adziel. Debía comportarse, no era inteligente incitar un enfrentamiento en ese momento.
Helena- Orden Luminis
- Especie : Pegaso
Ocupación : Soldado de la Orden
Puntos : 15
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Re: Prevención (Adziel y guardias del castillo si lo desean)
Al ver a la reina de Sairou actuar de esa manera tan amigable, no pudo hacer otra cosa que sonreír, al parecer ella era genuinamente así y no un simple acto, como otra mujer que conocía en su mismo cargo. –Vengo más que nada por prevención… y como tú y yo tenemos cierto pasado, sé que eres con quien debo empezar- Comentó para luego hacer una leve reverencia al estar en presencia de la reina de Sairou. –No molestaré mucho, pronto debo visitar al resto de la monarquía…- Comentó con tranquilidad para luego tomar asiento mirando a la reina que tenía frente a él. –Gracias por tan buen recibimiento debo decir… me gustaría creer que me va a ir así con los demás, pero lo dudo mucho.- Tras decir aquello dejo escapar una suave risa, que no parecía proveniente de un demonio. –El asunto es realmente bastante simple mi querida reina, estoy seguro que sabe que ahora soy rey de Cristal, mas no de Kounan…- Se queda viendo el rostro de la joven, observando sus facciones para ver como era su reacción al recordar que por fuerza tomó aquel reino. –Sin embargo, nunca pude tomarme el tiempo para aclarar eso con la gente de mi posición, debido a eso vengo a contarte mi versión de los hechos querida.- Bebe un poco de té para quedarse viéndole unos instantes. –A fin de cuentas, lo que dije hace tiempo es verdad, creo que merecemos estar unidos para que finalmente tengamos algo que podemos llamar paz, después de todo las guerras solo debilitan ambos lados.-
Antes de que pudiese continuar, un grito se hizo presente en el lugar, afilando por un segundo su mirada al ver a aquella nueva integrante en la conversación, sin embargo luego volvió a la normalidad, como si nada hubiese pasado. –Mucho gusto señorita…- Le dejo algo de tiempo a la joven para que dijese su nombre. –Mi nombre es Riku Shamtul, vine a hablar con su reina por motivos diplomáticos, nada del otro mundo… por lo que puede bajar la guardia, se cómo se ponen los soldados cuando ven que su rey esta con un extraño.- Sonrió nuevamente mientras veía a la joven de arriba abajo, sin duda se trataba de un miembro de la guardia de Adziel, la confianza que la joven parecía tener en su rostro no era la de una cortesana más. Mucho menos aquellos ojos, llenos de seguridad y con un dejo de que estaba a punto de saltar sobre el demonio para defender a Adziel. –¿No tienes la sensación de un deja-vu Adziel?- Le preguntó el rey a la joven con una sonrisa, refiriéndose a la última vez que estuvieron juntos en ese jardín y también fueron interrumpidos.
-En todo caso, es mejor que vuelva al tema… Puedes quedarte si así lo deseas querida- Dijo dirigiéndose a Helena, suponiendo que eso le molestaría, y esperando que fuese así ya que en parte quería ver su reacción. –Como dije antes, ahora soy el rey de la ciudad de cristal, que según los rumores tomé a la fuerza, nada más lejos de la verdad… La ciudad no tenía gobernante, y honestamente era casi un desierto abandonado… yo puse varios de mis sirvientes a reparar la ciudad, que ahora tiene nuevos muros y la mayoría de las viviendas destruidas han sido reconstruidas.- Nuevamente da un sobro a su te, dejando que aquellos datos se asienten. –Pero por supuesto, no vine aquí a presumir de reconstruir una ciudad, vine a explicarte porque la tomé en primer lugar… En Kounan, hace un tiempo estaba naciendo un complot para destronar a los cuatro reyes, evidentemente no podía simplemente matar a quien creía culpable, necesitaba saber quiénes más estaban involucrados, por esa misma razón “Renuncié” a mi puesto allí, cuando tuve asegurada mi posición en Cristal.- Observa a Helena ahora, suponiendo que estaba a punto de decir algo mordaz. –No me enorgullezco de eso, pero ser rey es más complicado de lo que se aparenta, a veces hay que ser bastante retorcido para salir adelante.- Nuevamente bebe de su taza, hasta dejarla completamente vacía. –En resumen, quiero aclarar que no estoy comenzando una guerra, no poseo Cristal para ello, por eso necesito entiendas, Adziel, que haber tomado Cristal no es motivo para preparar las tropas de ataque, ni mucho menos, fue simple prevención de mi parte… nada más que eso.-
Antes de que pudiese continuar, un grito se hizo presente en el lugar, afilando por un segundo su mirada al ver a aquella nueva integrante en la conversación, sin embargo luego volvió a la normalidad, como si nada hubiese pasado. –Mucho gusto señorita…- Le dejo algo de tiempo a la joven para que dijese su nombre. –Mi nombre es Riku Shamtul, vine a hablar con su reina por motivos diplomáticos, nada del otro mundo… por lo que puede bajar la guardia, se cómo se ponen los soldados cuando ven que su rey esta con un extraño.- Sonrió nuevamente mientras veía a la joven de arriba abajo, sin duda se trataba de un miembro de la guardia de Adziel, la confianza que la joven parecía tener en su rostro no era la de una cortesana más. Mucho menos aquellos ojos, llenos de seguridad y con un dejo de que estaba a punto de saltar sobre el demonio para defender a Adziel. –¿No tienes la sensación de un deja-vu Adziel?- Le preguntó el rey a la joven con una sonrisa, refiriéndose a la última vez que estuvieron juntos en ese jardín y también fueron interrumpidos.
-En todo caso, es mejor que vuelva al tema… Puedes quedarte si así lo deseas querida- Dijo dirigiéndose a Helena, suponiendo que eso le molestaría, y esperando que fuese así ya que en parte quería ver su reacción. –Como dije antes, ahora soy el rey de la ciudad de cristal, que según los rumores tomé a la fuerza, nada más lejos de la verdad… La ciudad no tenía gobernante, y honestamente era casi un desierto abandonado… yo puse varios de mis sirvientes a reparar la ciudad, que ahora tiene nuevos muros y la mayoría de las viviendas destruidas han sido reconstruidas.- Nuevamente da un sobro a su te, dejando que aquellos datos se asienten. –Pero por supuesto, no vine aquí a presumir de reconstruir una ciudad, vine a explicarte porque la tomé en primer lugar… En Kounan, hace un tiempo estaba naciendo un complot para destronar a los cuatro reyes, evidentemente no podía simplemente matar a quien creía culpable, necesitaba saber quiénes más estaban involucrados, por esa misma razón “Renuncié” a mi puesto allí, cuando tuve asegurada mi posición en Cristal.- Observa a Helena ahora, suponiendo que estaba a punto de decir algo mordaz. –No me enorgullezco de eso, pero ser rey es más complicado de lo que se aparenta, a veces hay que ser bastante retorcido para salir adelante.- Nuevamente bebe de su taza, hasta dejarla completamente vacía. –En resumen, quiero aclarar que no estoy comenzando una guerra, no poseo Cristal para ello, por eso necesito entiendas, Adziel, que haber tomado Cristal no es motivo para preparar las tropas de ataque, ni mucho menos, fue simple prevención de mi parte… nada más que eso.-
Riku Shamtul- Rey de Cristal
- Especie : Demonio
Ocupación : Rey
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Re: Prevención (Adziel y guardias del castillo si lo desean)
La pregunta era ¿qué venía a hacer el joven allí? No tardó mucho en expresar tal hecho por lo que optó por escuchar atentamente mientras hablaba. "Prevención", esa era la palabra que había empleado, mas ¿qué pretendía prevenir si ya se sabía lo inestable que era ese mundo? Era extraño, tantas situaciones había tratado evitar sin conseguirlo nunca y ahora le proponían algo así... No pronunció sonido alguno mientras el demonio con su sonrisa amable informaba sobre la situación. Bien sabía lo que había ocurrido con Ciudad de Cristal. Había sido un hecho desafortunado para la región que había sido aliada no sólo de Sairou sino de los demás reinos por su neutralidad. Estaba ya en manos de un demonio que había tomado el territorio a la fuerza y, teniendo en cuenta ese detalle, ¡quién sabe que medios había usado para mantenerlos callados! Extraño era el proceder de su interlocutor, por lo que por más que quiso saltar en protesta por aquello, tuvo que aguantar sus deseos y seguir mostrando su sonrisa, inmutable como había estado hasta ese tiempo. Ya estaba bien entrenada para desempeñar la tarea de anfitriona amable, y eso era lo mejor; sus propios pensamientos los reservaría para luego puesto que antes debía analizar por completo la situación.
Paz era lo que ese mundo necesitaba, pero era incierto si llegaría a obtenerse, después de todo, había muchos seres malintencionados que buscaban otras realidades. Uno de esos seres era el mismísimo creador. Era imposible saber qué lo había llevado a generar ese descontrol. Todos creerían que había sido por voluntad de algunos individuos, pero la arcángel tenía otro presentimiento. El rey Fernando I había estado a la cabeza de todos los reinos por tanto tiempo que ni la joven recordaba cuando asumió el trono y descubrir luego que su vida inmortal había acabado, dejó en su alma una sensación peculiar. Su hermana había desaparecido junto con la verdad, y lo más probable era que se la había llevado a la tumba. Una triste forma de pensar en verdad, mas no podía esperar algo más positivo de un mundo como aquél.
La charla hacía poco había comenzado y apenas había iniciado la explicación de los motivos de su llegada cuando la fémina escuchó una voz conocida y unos pasos presurosos que se acercaban a la mesa donde se encontraban. Al alzar la mirada vio a su lado a la joven pegaso perteneciente a la orden del reino. Era de esperarse que al verla con un desconocido y, más precisamente, con un demonio, las alarmas comenzarían a sonar. Nadie confiaba en los demonios y hasta incluso a ella misma le costaba confiar. Puede que lo hubiese conocido hace un tiempo, pero no era su amigo ni mucho menos sabía cuál era su personalidad. Cualquier ser podía esconder pensamientos contrarios a los que expresaba una amable sonrisa; ella misma lo hacía. Siempre tenía una máscara sonriente que decoraba su rostro puesto que, como era de esperarse, no podía develar cuál era su verdadera personalidad, sus creencias o sus preocupaciones. Eso era algo que sólo ella debía saber, bueno, ella y el can que siempre la acompañaba. Quien pudiera descubrir sus secretos podría volverse una amenaza, o así lo veía la arcángel.
—¡Jé! Deja vu... Ciertamente lo tengo. Sería imposible olvidar la primera reunión que tuvimos en el mismo lugar. Aunque ahora que lo pienso, tú habías sido el que sirvió el té —aclaró con la misma sonrisa en su rostro. Apenas si había alzado una ceja cuando escuchó el comentario del demonio. Sorprendida estaba que hubiera recordado eso, pero ¿quién no podría? La situación era la misma solo que cambiaba un único individuo. Masculino había sido en el pasado, más precisamente un ángel caído que había sido su guardián y además... bueno, ya no importaba, formaba parte de su pasado. Si no hubiera habido nadie en ese lugar aparte de su lobo, ya habría dejado escapar un suspiro melancólico. Maldecía el pasado que había golpeado tan fuerte las puertas de su alma...
Esos recuerdos se borraron en segundos luego de escuchar la confirmación del demonio de que había sido él quien tomó la Ciudad neutral por la fuerza. Sólo podía darle el crédito por haberla reconstruido y, en cierta forma, protegido, pero no aceptaría su proceder ni cómo controló a los posibles rebeldes que se hubieren formado allí. Cierto era que Cristal era el blanco fácil de muchos y un punto estratégico que debían proteger, mas ahora estaba en manos del antiguo rey demonio. Ni ella buscaba iniciar una guerra. Creía plenamente en que las disputas podían arreglarse en forma diplomática como en ese momento lo hacían y lo que a ella le preocupaba era el bienestar de sus ciudadanos y de los de Cristal. Si estos estaban en buenas manos, mordería su legua y controlaría sus impulsos por intentar devolver la libertad y esplendor que antes gozaba. —¿Entonces dices conocer la verdadera identidad de los rebeldes? ¿Quiénes son? Realmente no comprendo que podrían lograr al deshacerse de la corona, más que ponerse ellos mismos a la cabeza, pero el descontrol que podría generar no tendría precedente alguno —confesó dejando escapar un suspiro y acercando la pequeña taza de porcelana a sus labios para beber un trago de la cálida infusión que contenía.
Paz era lo que ese mundo necesitaba, pero era incierto si llegaría a obtenerse, después de todo, había muchos seres malintencionados que buscaban otras realidades. Uno de esos seres era el mismísimo creador. Era imposible saber qué lo había llevado a generar ese descontrol. Todos creerían que había sido por voluntad de algunos individuos, pero la arcángel tenía otro presentimiento. El rey Fernando I había estado a la cabeza de todos los reinos por tanto tiempo que ni la joven recordaba cuando asumió el trono y descubrir luego que su vida inmortal había acabado, dejó en su alma una sensación peculiar. Su hermana había desaparecido junto con la verdad, y lo más probable era que se la había llevado a la tumba. Una triste forma de pensar en verdad, mas no podía esperar algo más positivo de un mundo como aquél.
La charla hacía poco había comenzado y apenas había iniciado la explicación de los motivos de su llegada cuando la fémina escuchó una voz conocida y unos pasos presurosos que se acercaban a la mesa donde se encontraban. Al alzar la mirada vio a su lado a la joven pegaso perteneciente a la orden del reino. Era de esperarse que al verla con un desconocido y, más precisamente, con un demonio, las alarmas comenzarían a sonar. Nadie confiaba en los demonios y hasta incluso a ella misma le costaba confiar. Puede que lo hubiese conocido hace un tiempo, pero no era su amigo ni mucho menos sabía cuál era su personalidad. Cualquier ser podía esconder pensamientos contrarios a los que expresaba una amable sonrisa; ella misma lo hacía. Siempre tenía una máscara sonriente que decoraba su rostro puesto que, como era de esperarse, no podía develar cuál era su verdadera personalidad, sus creencias o sus preocupaciones. Eso era algo que sólo ella debía saber, bueno, ella y el can que siempre la acompañaba. Quien pudiera descubrir sus secretos podría volverse una amenaza, o así lo veía la arcángel.
—¡Jé! Deja vu... Ciertamente lo tengo. Sería imposible olvidar la primera reunión que tuvimos en el mismo lugar. Aunque ahora que lo pienso, tú habías sido el que sirvió el té —aclaró con la misma sonrisa en su rostro. Apenas si había alzado una ceja cuando escuchó el comentario del demonio. Sorprendida estaba que hubiera recordado eso, pero ¿quién no podría? La situación era la misma solo que cambiaba un único individuo. Masculino había sido en el pasado, más precisamente un ángel caído que había sido su guardián y además... bueno, ya no importaba, formaba parte de su pasado. Si no hubiera habido nadie en ese lugar aparte de su lobo, ya habría dejado escapar un suspiro melancólico. Maldecía el pasado que había golpeado tan fuerte las puertas de su alma...
Esos recuerdos se borraron en segundos luego de escuchar la confirmación del demonio de que había sido él quien tomó la Ciudad neutral por la fuerza. Sólo podía darle el crédito por haberla reconstruido y, en cierta forma, protegido, pero no aceptaría su proceder ni cómo controló a los posibles rebeldes que se hubieren formado allí. Cierto era que Cristal era el blanco fácil de muchos y un punto estratégico que debían proteger, mas ahora estaba en manos del antiguo rey demonio. Ni ella buscaba iniciar una guerra. Creía plenamente en que las disputas podían arreglarse en forma diplomática como en ese momento lo hacían y lo que a ella le preocupaba era el bienestar de sus ciudadanos y de los de Cristal. Si estos estaban en buenas manos, mordería su legua y controlaría sus impulsos por intentar devolver la libertad y esplendor que antes gozaba. —¿Entonces dices conocer la verdadera identidad de los rebeldes? ¿Quiénes son? Realmente no comprendo que podrían lograr al deshacerse de la corona, más que ponerse ellos mismos a la cabeza, pero el descontrol que podría generar no tendría precedente alguno —confesó dejando escapar un suspiro y acercando la pequeña taza de porcelana a sus labios para beber un trago de la cálida infusión que contenía.
Adziel- Reina de Sairou
- Especie : Arcángel
Ocupación : Reina
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Re: Prevención (Adziel y guardias del castillo si lo desean)
Le dedicó una mirada amenazante al demonio y alzó una ceja cuando se presentó ante ella. Masculló su nombre, casi gruñéndolo, sin dejarse impresionar por la muestra de encanto que el demonio intentaba mostrar. Aquella farsa de cortesía no le inspiraba ninguna confianza, en lugar de relajarse y bajar la guardia como él había sugerido, hizo completamente lo contrario, sus orbes azules se clavaron en él siguiendo cada pequeño geste que hiciera, preparada para atacarlo al menor indicio de querer hacer algo. Se preguntó dónde podría estar Pael con Elliot y esperó que llegaran pronto. Se mantuvo firme a un lado de Adziel, demostrándole que no seguía sus órdenes sino las de su reina, quien mantenía la compostura y no se dejaba intimidar por la presencia del rey demonio.
—No me cabe duda de que usted lo sea, su alteza —Siseó incapaz de contener el comentario cuando lo escuchó acerca de lo retorcido que era necesario ser para salir adelante. Una sutil sonrisa burlona acompañó el comentario y se preparó para recibir una reprimenda de Adziel luego, se le hacía difícil soportar aquella fachada de gobernante benévolo que intentaba sostener. Si así fuera no habría huido como rata en un principio y aún menos una vez que hubiera tenido asegurado el otro trono.
Era extraño ver a ambos gobernantes sentados en una mesa de jardín tomando te como si fuesen unos viejos amigos. Si tantas ganas tenía de tener aquella pacífica conversación no entendía porque no había podido seguir el protocolo para esos casos y concretar una reunión oficial en lugar del pequeño show y la imprevista aparición. Si realmente hubiera deseado no causar ningún choque debería haber pensado antes en eso. ¿Qué hubiese pasado si quien lo hubiera encontrado primero en el jardín real hubiera sido un guardia en lugar de la reina? No hubiera sido nada agradable ante la presencia de un intruso, después de todo era su trabajo defender el palacio de intrusos y el demonio no era precisamente alguien con una apariencia indefensa. Aquella tranquila reunión podría haberse convertido en un caos si no hubiese sido el ángel quien hiciera acto de presencia en primer lugar. Y aún así, habiendo hecho aquello, se atrevía a decir que no buscaba iniciar un conflicto.
—¿Pretende que todos se queden quietos en su lugar luego de la pequeña y sucia jugarreta que hizo? Increíble… —Masculló por lo bajo y para ella misma. No tenía intenciones de ser quien juzgara esos actos, no le correspondía, pero le imposible acallar aquellos pensamientos que cruzaban su cabeza mientras escuchaba las palabras que salían de la boca de Riku.
Comprendía la postura de Adziel y sabía que tomaría la mejor decisión para ambos reinos, así era ella y estaba segura que Riku también sabía que no llevaría las cosas a un enfrentamiento innecesario y que buscaría la mejor salida posible. Chasqueó la lengua y se obligó a sí misma a callar y mantener la calma.
Un par de guardias mas se apostaron a los alrededores. Por el rabillo del ojo pudo observar como dos hacían aparición por la misma puerta por donde ella había llegado. Con un leve movimiento de cabeza les indicó que se quedaran allí. No tenía la autoridad necesario para se quien daba las órdenes, pero en aquellos momentos no estaban en una situación en la que pudieran protestar por aquello, además la calma de la reina hizo que respetaran la decisión de la pegaso.
—No me cabe duda de que usted lo sea, su alteza —Siseó incapaz de contener el comentario cuando lo escuchó acerca de lo retorcido que era necesario ser para salir adelante. Una sutil sonrisa burlona acompañó el comentario y se preparó para recibir una reprimenda de Adziel luego, se le hacía difícil soportar aquella fachada de gobernante benévolo que intentaba sostener. Si así fuera no habría huido como rata en un principio y aún menos una vez que hubiera tenido asegurado el otro trono.
Era extraño ver a ambos gobernantes sentados en una mesa de jardín tomando te como si fuesen unos viejos amigos. Si tantas ganas tenía de tener aquella pacífica conversación no entendía porque no había podido seguir el protocolo para esos casos y concretar una reunión oficial en lugar del pequeño show y la imprevista aparición. Si realmente hubiera deseado no causar ningún choque debería haber pensado antes en eso. ¿Qué hubiese pasado si quien lo hubiera encontrado primero en el jardín real hubiera sido un guardia en lugar de la reina? No hubiera sido nada agradable ante la presencia de un intruso, después de todo era su trabajo defender el palacio de intrusos y el demonio no era precisamente alguien con una apariencia indefensa. Aquella tranquila reunión podría haberse convertido en un caos si no hubiese sido el ángel quien hiciera acto de presencia en primer lugar. Y aún así, habiendo hecho aquello, se atrevía a decir que no buscaba iniciar un conflicto.
—¿Pretende que todos se queden quietos en su lugar luego de la pequeña y sucia jugarreta que hizo? Increíble… —Masculló por lo bajo y para ella misma. No tenía intenciones de ser quien juzgara esos actos, no le correspondía, pero le imposible acallar aquellos pensamientos que cruzaban su cabeza mientras escuchaba las palabras que salían de la boca de Riku.
Comprendía la postura de Adziel y sabía que tomaría la mejor decisión para ambos reinos, así era ella y estaba segura que Riku también sabía que no llevaría las cosas a un enfrentamiento innecesario y que buscaría la mejor salida posible. Chasqueó la lengua y se obligó a sí misma a callar y mantener la calma.
Un par de guardias mas se apostaron a los alrededores. Por el rabillo del ojo pudo observar como dos hacían aparición por la misma puerta por donde ella había llegado. Con un leve movimiento de cabeza les indicó que se quedaran allí. No tenía la autoridad necesario para se quien daba las órdenes, pero en aquellos momentos no estaban en una situación en la que pudieran protestar por aquello, además la calma de la reina hizo que respetaran la decisión de la pegaso.
Helena- Orden Luminis
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Re: Prevención (Adziel y guardias del castillo si lo desean)
El rey de la ciudad de Cristal dejo escapar un suspiro, mientras veía a la joven reina que tenía frente a él simplemente sonreír. Ni un solo gesto de odio, o de haberse sentido responsable al no intentar salvar a Cristal, nada, al parecer aquella reina era casi tan fría como Riku. –Debo admitir que es refrescante ver una reina que sepa comportarse, normalmente otras personas habrían “explotado” diciendo que no tuvieron tiempo de salvar Cristal, que estaba en sus planes, que siempre quisieron reconstruirlas tal y como yo hice ahora… Pero veo que eres honesta, no dejas escapar mentiras para quedar bien, me agrada eso, has cambiado mucho desde nuestro encuentro en el cementerio…- Dijo con una ligera sonrisa, mientras recordaba aquella vez que se vieron, ni siquiera él se había imaginado que terminaría siendo rey de Kounan tras esa charla, y que gracias a lo sucedido en el cementerio podía usar de excusa ese momento para visitar a la joven reina. –En todo caso eso es historia antigua ya… creo, lamentablemente, que fue la vez que mejor nos tratamos aquella… ambos fuimos dentro de todo honestos, sin mentirnos en nada importante.- Tras decir aquello, suspira levemente mientras cierra sus ojos, tantos complots y mentiras era agotador.
Escuchar que Adziel aún recordaba aquel te que él había servido hace un tiempo, le sorprendió bastante, ya que a fin de cuentas no habían podido terminar del todo aquella charla. –Es cierto, en esa ocasión yo serví él te… Que debo agregar nuestras reuniones son mucho mejor cuando somos solo nosotros que cuando es Kai él que nos invita a reuniones…- Agrego con un dejo de ironía, acordándose de la “bomba” que había soltado su antiguo rey cuando les hizo reunirse. Fue entonces que escuchó el comentario de Helena, que al parecer ella no tenía duda de que Riku fuese suficientemente retorcido para seguir adelante. –Me halagas querida… y con suerte tienes algo de razón, ya que si soy retorcido significa que viviré mucho tiempo más, y con suerte detener a quienes quieren destruir la monarquía…-
-¿Jugarreta dices?...- Al escuchar aquello, el demonio clavo sus ojos en los de aquella pegaso, prácticamente penetrándola con la mirada. –Déjame darte una pequeña lección de historia querida…- Tras decir eso dejo la taza mientras le sostenía la mirada, sabiendo que ella por competencia, haría lo mismo. –Cristal no fue más que una ciudad que ha estado en medio de conflictos durante mucho, mucho tiempo… tropas de los diferentes reinos se encargaron de pasar por ese lugar, arrasándolo sin importar nada ni nadie… y sí, eso incluye a Sairou y Kounan…- Suspira un poco, para luego apoyar completamente su espalda en el respaldo de la silla –Durante un tiempo indeterminado, Cristal fue visto con buenos ojos, diciendo que “Quien lo tenga bajo su control, ganara una ventaja increíble” Pero cuando vieron lo deteriorado que estaba ese lugar, lo dejaron morir… nadie mandaba ayuda, a nadie le importaba la ciudad… en ella solo había unos cuantos guardias leales al trono, un trono que no tenía dueño quien se sentase en él… Fue entonces que aparecí y hable con la líder de la guardia real ¿Amenacé con atacar el lugar? Sí, pero cuando fue mío, no dejé que el pueblo volviese a morir de hambre, no lo dejé desprotegido de ataques externos… Poco a poco he vuelto a levantar esa ciudad que tanto humanos ángeles y demonios dejaron en el olvido, así que si, pretendo que todos se queden quietos y en su lugar a pesar de mi “Jugarreta”-
Luego de decir aquellas palabras, volvió a sonreír con tranquilidad, como si nada hubiese pasado. –No, lamentablemente no puedo asegurar aun la identidad de ellos, es por eso que todo lo que puedo preparar son estrategias de defensa… y lo que podrían lograr es bastante simple a decir verdad, caos… Se escudaran diciendo que lo hacen porque un pueblo necesita libertad y no gobernantes con coronas, que pueden administrarse por ellos mismos sin que nadie les diga que hacer o leyes que les controlen… Por eso dudo bastante que lo que quieran sea usurpar tronos, eso simplemente no les interesa.- Observa a la reina, su lobo y su acompañante con cuidado. –Si uno de los reinos cae, les será mucho más fácil hacerlo con los demás… Así que vengo a prevenirte Adziel… no debes confiar en todos los que te rodean, y si, se la ironía de que sea yo el que te diga eso.- Completó con una sonrisa tranquila mientras no apartaba su mirada de los orbes ajenos.
Casi todo estaba dicho, sin embargo el ver que nuevos guardias estaban llegando, provocó que el rey sonriese un poco. –Veo Helena que no eres nada lenta… ¿Cuándo les dijiste que apareciesen? ¿Apenas notaste mi presencia?- De repente la sombra que la figura de Riku proyectaba, pareció agitarse un poco, solo por unos segundos como para que Helena lo notase. –Reitero, no vine a pelear… y tu reina lo sabe bien eso… así que sería mejor que terminemos la charla por hoy… A menos que quieras agregar o consultar algo Adziel…-
Escuchar que Adziel aún recordaba aquel te que él había servido hace un tiempo, le sorprendió bastante, ya que a fin de cuentas no habían podido terminar del todo aquella charla. –Es cierto, en esa ocasión yo serví él te… Que debo agregar nuestras reuniones son mucho mejor cuando somos solo nosotros que cuando es Kai él que nos invita a reuniones…- Agrego con un dejo de ironía, acordándose de la “bomba” que había soltado su antiguo rey cuando les hizo reunirse. Fue entonces que escuchó el comentario de Helena, que al parecer ella no tenía duda de que Riku fuese suficientemente retorcido para seguir adelante. –Me halagas querida… y con suerte tienes algo de razón, ya que si soy retorcido significa que viviré mucho tiempo más, y con suerte detener a quienes quieren destruir la monarquía…-
-¿Jugarreta dices?...- Al escuchar aquello, el demonio clavo sus ojos en los de aquella pegaso, prácticamente penetrándola con la mirada. –Déjame darte una pequeña lección de historia querida…- Tras decir eso dejo la taza mientras le sostenía la mirada, sabiendo que ella por competencia, haría lo mismo. –Cristal no fue más que una ciudad que ha estado en medio de conflictos durante mucho, mucho tiempo… tropas de los diferentes reinos se encargaron de pasar por ese lugar, arrasándolo sin importar nada ni nadie… y sí, eso incluye a Sairou y Kounan…- Suspira un poco, para luego apoyar completamente su espalda en el respaldo de la silla –Durante un tiempo indeterminado, Cristal fue visto con buenos ojos, diciendo que “Quien lo tenga bajo su control, ganara una ventaja increíble” Pero cuando vieron lo deteriorado que estaba ese lugar, lo dejaron morir… nadie mandaba ayuda, a nadie le importaba la ciudad… en ella solo había unos cuantos guardias leales al trono, un trono que no tenía dueño quien se sentase en él… Fue entonces que aparecí y hable con la líder de la guardia real ¿Amenacé con atacar el lugar? Sí, pero cuando fue mío, no dejé que el pueblo volviese a morir de hambre, no lo dejé desprotegido de ataques externos… Poco a poco he vuelto a levantar esa ciudad que tanto humanos ángeles y demonios dejaron en el olvido, así que si, pretendo que todos se queden quietos y en su lugar a pesar de mi “Jugarreta”-
Luego de decir aquellas palabras, volvió a sonreír con tranquilidad, como si nada hubiese pasado. –No, lamentablemente no puedo asegurar aun la identidad de ellos, es por eso que todo lo que puedo preparar son estrategias de defensa… y lo que podrían lograr es bastante simple a decir verdad, caos… Se escudaran diciendo que lo hacen porque un pueblo necesita libertad y no gobernantes con coronas, que pueden administrarse por ellos mismos sin que nadie les diga que hacer o leyes que les controlen… Por eso dudo bastante que lo que quieran sea usurpar tronos, eso simplemente no les interesa.- Observa a la reina, su lobo y su acompañante con cuidado. –Si uno de los reinos cae, les será mucho más fácil hacerlo con los demás… Así que vengo a prevenirte Adziel… no debes confiar en todos los que te rodean, y si, se la ironía de que sea yo el que te diga eso.- Completó con una sonrisa tranquila mientras no apartaba su mirada de los orbes ajenos.
Casi todo estaba dicho, sin embargo el ver que nuevos guardias estaban llegando, provocó que el rey sonriese un poco. –Veo Helena que no eres nada lenta… ¿Cuándo les dijiste que apareciesen? ¿Apenas notaste mi presencia?- De repente la sombra que la figura de Riku proyectaba, pareció agitarse un poco, solo por unos segundos como para que Helena lo notase. –Reitero, no vine a pelear… y tu reina lo sabe bien eso… así que sería mejor que terminemos la charla por hoy… A menos que quieras agregar o consultar algo Adziel…-
Riku Shamtul- Rey de Cristal
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Re: Prevención (Adziel y guardias del castillo si lo desean)
La imagen que sus orbes esmeralda podían apreciar era sin duda admirable y un tanto sorprendente. Un demonio y dos habitantes del reino de la luz se habían encontrado en ese sitio. Claro que no eran las únicas, después de todo, no sólo por las ventanas, sino por los mismos alrededores se podía ver y sentir la presencia de otras almas. Algunos simplemente cumplían con sus tareas diarias sin siquiera percatarse de lo que ocurría en el pintoresco jardín, y otras observaban pendientes y alertas en caso de que quien consideraban un enemigo se atreviese a dañar a la monarca. Incluso la pegaso había llegado al lugar con obvias intenciones de protegerla. Era tanta la desconfianza que sentían hacia otros seres, principalmente aquellos forasteros que llegaban al reino, que no podían permitirse bajar la guardia. Después de todo, por tomar esa actitud hace cierto tiempo atrás, terminaron perdiendo gran parte de la infraestructura del reino a causa de varias explosiones que se habían activado al mismo tiempo en distintos puntos del reino. Debían agradecer el hecho de que no hubo víctimas fatales ni tampoco heridos, pero en un mundo como aquél nunca se sabía lo que podría pasar y qué sorpresas les depararía el futuro.
No podía reprender a la pegaso, o quizá sí, pero no lo haría. Cada uno tenía una personalidad que los diferenciaba como personas y siendo ese un demonio y, por sobre todas las cosas, quien había confesado ser quien tomó Cristal para escapar de sus problemas y temores, y así sentirse seguro, no podía exigirle tampoco que lo hiciera. Afortunadamente, parecía tomarse bastante bien las palabras filosas de la fémina, es más se notaba cierto tinte de burla cuando le respondía, lo que evidentemente la provocaba aún más. Riku nunca se había preocupado por ganarse enemigos, pero si él mismo los buscaba ¿por qué luego huía cuando veía que su mundo peligraba? Realmente no lo comprendía y prefería tragarse los términos que en ese momento circulaban por su mente. Cuando los demás monarcas la habían criticado por su proceder confiado y despreocupado y hasta incluso la habían amenazado, notó lo mal que estaba obrando, pero ¿qué podía decir de quien tenía ante sus ojos? No podía juzgarlo puesto que, sin importar si era o no una arcángel, no estaba en su derecho hacer aquello, y aunque lo sabía perfectamente, no podía evitar opinar sobre el asunto. Todos tenían sus propios objetivos que serían vistos de una u otra forma según la moral de cada uno y la ética que rigiera en el territorio. En este caso, y viendo las reacciones de la joven pegaso, ella no aceptaba ninguna palabra que el demonio decía. Y ¿en el caso de Adziel? No admitiría nada, sólo analizaría la situación.
Así fue como se enfocó en escuchar todas y cada una de las palabras pronunciadas por el demonio. Si hubiese sido la vieja Adziel habría "explotado", como bien el demonio había dicho, pero reconocía su error. Se había enfocado en demasía en su propio reino y había descuidado el resto. Estaba tomando casi las mismas políticas proteccionistas que el rey de los humanos: centrarse en el reino y protegerlo de cualquier ser extraño que intente llegar a él. Podía ser una actitud racista, pero no era del todo cierto. Si hubiera sido así, los dragones que alguna vez pisaron Sairou, o mismo el Demonio, habría sido llevados por la fuerza a las afueras del territorio para mantener la seguridad, pero no fue así. Los guardias que, al igual que Helena, se había percatado de la presencia del demonio mantuvieron la distancia necesaria, estaban cerca, sí, pero a una distancia prudente para no ser detectados como amenaza.
—Las personas cambian con el tiempo y puedo afirmar que en esa época no sabía lo que en verdad implicaba ser reina. Era "joven" aún —admitió con una media sonrisa mientras cargaba la taza con un poco más de la infusión y se la llevaba nuevamente a los labios para beber. Cuando alzó la mirada vio a la pegaso e imitando la acción anterior, rellenó una tercera taza y se al ofreció. Indistintamente de si la aceptaría o no, realizó ese acto amable como era bien característico en ella. Sí, quedaban vestigios de la vieja Adziel, pero pocos lo sabían y tampoco pretendía gritarlo a los cuatro vientos. —Por lo que dices, aseguras que estás mintiendo o quizá ocultando ciertas verdades, pero yo no he mentido hasta ahora en ningún momento. ¿Debo fiarme de ti luego de lo que has dicho? —cuestionó alzando una ceja en respuesta a sus palabras. ¿Qué más estaría ocultando? Las palabras que él mismo había dicho en ese momento le hicieron darse cuenta de que no hacía mal en desconfiar de todos. Hace tiempo alguien a quien no le guardaba mucho aprecio le había hecho esa sugerencia; una que hasta ahora había guiado todos sus pasos.
Kai... Había pronunciado el nombre de quien menos quería escuchar en esa velada. El demonio irritante que una vez había sido monarca de Kounan y que la había tratado tan mal en el pasado. No podía evitar sentir asco y odio ante semejante ser, después de todo nunca le había agradado. Debía agradecer el hecho de que la mención sólo fue eso.
Se aclaró la garganta al escuchar la "lección de historia" que pretendía darle a la joven y afiló la mirada, alzando luego la taza para beber un poco más. No todo lo que decía era acertado. Eso no quería decir que se equivocara, sino que no tenía en cuenta el momento en que se desarrollaron los hechos que él mismo mencionaba. —Déjame aclarar algo, joven rey. Lo que has mencionado sobre arrasar el territorio fue milenios antes, cuando aún Fernando I no estaba sentado en el trono. Y la guerra que los demás monarcas buscaban desatar, afortunadamente logró aplazarse, pero claro, Sairou, territorio que nunca tuvo intenciones de inmiscuirse en cuestiones bélicas, terminó siendo bombardeada. Qué ironía, ¿verdad? —comentó con una media sonrisa antes de dejar la taza de porcelana sobre su plato —. Ahora bien... Déjame ver... Los ciudadanos comenzaron a abandonar Cristal luego de la muerte del Rey. ¿Razones? No había quien dirigiera y controlara la ciudad y bien sabían que los demás monarcas debíamos ocuparnos de nuestros propios territorios. Asimismo, los demás reinos, como bien dijiste, buscaban apropiarse de la ciudad. En especial Kounan, si no mal lo recuerdo —mostró un gesto como si estuviese tratando de hacer memoria para asegurarse de no cometer un error en su pequeño discurso antes de proseguir— ¿Quiénes quedaron? La guardia fiel a sus principios. ¿Se mandaba asistencia? Ciertamente, al menos Sairou lo hizo, pero no era suficiente como para poder contemplar y satisfacer todas sus necesidades. Puede que hayas ayudado a reconstruirla, pero eso no te da derecho a amenazar a los ciudadanos. Aunque no soy quien para criticar tu proceder. Supongo que debes saber lo que haces... —concluyó sin dejar que su sonrisa amable se borrara de su semblante. Sus palabras fueron un tanto más filosas y secas, pero eso no evitó que mostrara un sólo gesto negativo en su pálido rostro.
Los siguientes comentarios del demonio lograron hacer que su sonrisa se borrara, mostrando así una expresión más seria y fría. —Sin dudas eso lograrán. Un mundo sin líderes, claro está que provocaría Caos. Incluso dentro del reino animal existen reglas y quienes las hacen cumplir. Así se rige todo el mundo —negó con la cabeza y dejó escapar un suspiro. Bien sabía que no podía fiarse de nadie, menos en ese mundo. Hacía tiempo le habían dicho eso mismo. —¿Qué propones entonces? ¿Qué estrategias tienes en mente? —Difícil era conocer las estrategias que tenía planeado poner en marcha, pero podía esperar que surtieran efecto y que eso aplacara a ese grupo subversivo.
El demonio había mostrado signos de que planeaba terminar la reunión improvisada. Era cierto que no quedaba nada más por decir, sólo quería saber qué tenía planeado hacer. Y una vez respondidas esas dudas, podría partir si así lo deseaba, para que ella misma ideara un plan de acción.
No podía reprender a la pegaso, o quizá sí, pero no lo haría. Cada uno tenía una personalidad que los diferenciaba como personas y siendo ese un demonio y, por sobre todas las cosas, quien había confesado ser quien tomó Cristal para escapar de sus problemas y temores, y así sentirse seguro, no podía exigirle tampoco que lo hiciera. Afortunadamente, parecía tomarse bastante bien las palabras filosas de la fémina, es más se notaba cierto tinte de burla cuando le respondía, lo que evidentemente la provocaba aún más. Riku nunca se había preocupado por ganarse enemigos, pero si él mismo los buscaba ¿por qué luego huía cuando veía que su mundo peligraba? Realmente no lo comprendía y prefería tragarse los términos que en ese momento circulaban por su mente. Cuando los demás monarcas la habían criticado por su proceder confiado y despreocupado y hasta incluso la habían amenazado, notó lo mal que estaba obrando, pero ¿qué podía decir de quien tenía ante sus ojos? No podía juzgarlo puesto que, sin importar si era o no una arcángel, no estaba en su derecho hacer aquello, y aunque lo sabía perfectamente, no podía evitar opinar sobre el asunto. Todos tenían sus propios objetivos que serían vistos de una u otra forma según la moral de cada uno y la ética que rigiera en el territorio. En este caso, y viendo las reacciones de la joven pegaso, ella no aceptaba ninguna palabra que el demonio decía. Y ¿en el caso de Adziel? No admitiría nada, sólo analizaría la situación.
Así fue como se enfocó en escuchar todas y cada una de las palabras pronunciadas por el demonio. Si hubiese sido la vieja Adziel habría "explotado", como bien el demonio había dicho, pero reconocía su error. Se había enfocado en demasía en su propio reino y había descuidado el resto. Estaba tomando casi las mismas políticas proteccionistas que el rey de los humanos: centrarse en el reino y protegerlo de cualquier ser extraño que intente llegar a él. Podía ser una actitud racista, pero no era del todo cierto. Si hubiera sido así, los dragones que alguna vez pisaron Sairou, o mismo el Demonio, habría sido llevados por la fuerza a las afueras del territorio para mantener la seguridad, pero no fue así. Los guardias que, al igual que Helena, se había percatado de la presencia del demonio mantuvieron la distancia necesaria, estaban cerca, sí, pero a una distancia prudente para no ser detectados como amenaza.
—Las personas cambian con el tiempo y puedo afirmar que en esa época no sabía lo que en verdad implicaba ser reina. Era "joven" aún —admitió con una media sonrisa mientras cargaba la taza con un poco más de la infusión y se la llevaba nuevamente a los labios para beber. Cuando alzó la mirada vio a la pegaso e imitando la acción anterior, rellenó una tercera taza y se al ofreció. Indistintamente de si la aceptaría o no, realizó ese acto amable como era bien característico en ella. Sí, quedaban vestigios de la vieja Adziel, pero pocos lo sabían y tampoco pretendía gritarlo a los cuatro vientos. —Por lo que dices, aseguras que estás mintiendo o quizá ocultando ciertas verdades, pero yo no he mentido hasta ahora en ningún momento. ¿Debo fiarme de ti luego de lo que has dicho? —cuestionó alzando una ceja en respuesta a sus palabras. ¿Qué más estaría ocultando? Las palabras que él mismo había dicho en ese momento le hicieron darse cuenta de que no hacía mal en desconfiar de todos. Hace tiempo alguien a quien no le guardaba mucho aprecio le había hecho esa sugerencia; una que hasta ahora había guiado todos sus pasos.
Kai... Había pronunciado el nombre de quien menos quería escuchar en esa velada. El demonio irritante que una vez había sido monarca de Kounan y que la había tratado tan mal en el pasado. No podía evitar sentir asco y odio ante semejante ser, después de todo nunca le había agradado. Debía agradecer el hecho de que la mención sólo fue eso.
Se aclaró la garganta al escuchar la "lección de historia" que pretendía darle a la joven y afiló la mirada, alzando luego la taza para beber un poco más. No todo lo que decía era acertado. Eso no quería decir que se equivocara, sino que no tenía en cuenta el momento en que se desarrollaron los hechos que él mismo mencionaba. —Déjame aclarar algo, joven rey. Lo que has mencionado sobre arrasar el territorio fue milenios antes, cuando aún Fernando I no estaba sentado en el trono. Y la guerra que los demás monarcas buscaban desatar, afortunadamente logró aplazarse, pero claro, Sairou, territorio que nunca tuvo intenciones de inmiscuirse en cuestiones bélicas, terminó siendo bombardeada. Qué ironía, ¿verdad? —comentó con una media sonrisa antes de dejar la taza de porcelana sobre su plato —. Ahora bien... Déjame ver... Los ciudadanos comenzaron a abandonar Cristal luego de la muerte del Rey. ¿Razones? No había quien dirigiera y controlara la ciudad y bien sabían que los demás monarcas debíamos ocuparnos de nuestros propios territorios. Asimismo, los demás reinos, como bien dijiste, buscaban apropiarse de la ciudad. En especial Kounan, si no mal lo recuerdo —mostró un gesto como si estuviese tratando de hacer memoria para asegurarse de no cometer un error en su pequeño discurso antes de proseguir— ¿Quiénes quedaron? La guardia fiel a sus principios. ¿Se mandaba asistencia? Ciertamente, al menos Sairou lo hizo, pero no era suficiente como para poder contemplar y satisfacer todas sus necesidades. Puede que hayas ayudado a reconstruirla, pero eso no te da derecho a amenazar a los ciudadanos. Aunque no soy quien para criticar tu proceder. Supongo que debes saber lo que haces... —concluyó sin dejar que su sonrisa amable se borrara de su semblante. Sus palabras fueron un tanto más filosas y secas, pero eso no evitó que mostrara un sólo gesto negativo en su pálido rostro.
Los siguientes comentarios del demonio lograron hacer que su sonrisa se borrara, mostrando así una expresión más seria y fría. —Sin dudas eso lograrán. Un mundo sin líderes, claro está que provocaría Caos. Incluso dentro del reino animal existen reglas y quienes las hacen cumplir. Así se rige todo el mundo —negó con la cabeza y dejó escapar un suspiro. Bien sabía que no podía fiarse de nadie, menos en ese mundo. Hacía tiempo le habían dicho eso mismo. —¿Qué propones entonces? ¿Qué estrategias tienes en mente? —Difícil era conocer las estrategias que tenía planeado poner en marcha, pero podía esperar que surtieran efecto y que eso aplacara a ese grupo subversivo.
El demonio había mostrado signos de que planeaba terminar la reunión improvisada. Era cierto que no quedaba nada más por decir, sólo quería saber qué tenía planeado hacer. Y una vez respondidas esas dudas, podría partir si así lo deseaba, para que ella misma ideara un plan de acción.
Adziel- Reina de Sairou
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Re: Prevención (Adziel y guardias del castillo si lo desean)
Si alguna vez, siendo pequeña, cruzó por su cabeza el deseo de ser reina, en aquel momento lo había descartado completamente y se había dado cuenta de que ese no era un rol que pudiera desempeñar correctamente. La tensa cortesía, las sutiles pujas y el control sobre sí mismos que mantenían ambos monarcas la sorprendían y exasperaban a la vez. Sabía que ese era el papel que debían desempeñar y que era necesario guardar ciertas formas en casos como aquel, sin embargo, para su explosivo carácter, aquello era una misión imposible. Si no fuese una subordinada y su reina estuviera allí sentada escuchando cada palabra que decía probablemente se hubiera explayado más en la opinión que tenía sobre el demonio. En lugar de eso, se mordió la lengua y se mantuvo erguida en su lugar sin quitar su fría y desafiante mirada de él. Por un momento se sintió fuera de lugar estando allí de pie, escuchando la conversación, como si la intrusa fuese ella y no él. A diferencia de ambos, era como un volcán en ebullición a punto de explotar ante el más mínimo toque. La voz de Adziel la sacó de sus pensamientos y aceptó el ofrecimiento de la pequeña taza, aunque en ese momento beber té era lo último que quería hacer, la sostuvo a la altura de su pecho sin dar siquiera un sorbo.
Rodó los ojos con aburrimiento cuando representó el rol de profesor de historia, irritada por la burla implícita en su relato, la trataba como si fuese una niña que no entendiera nada. Y al parecer no fue la única que se sintió de esa manera, pues Adziel no tardó en replicar de la misma manera. En medio de aquel ping pong de historia, se preguntó dónde rayos estarían Pael y Elliot, aquel idiota se estaba tardando. De todas formas, la guardia ya estaba alerta y lista para responder ante la menor seña de hostilidad por parte del demonio. Con disimulo dejó la taza sobre la mesa, dejando así sus manos libres por si acaso.
—Para nada… —Respondió a su pregunta, encogiéndose de hombros, evadiendo contestarle puntualmente, aunque tampoco es que esperara una respuesta real. Sus labios se curvaron en una media sonrisa sin decir nada más, ella sólo cumplía con su deber y los guardias del castillo estaban bien entrenados, no les costó demasiado notar la presencia del intruso. Sólo eso bastó para que aparecieran allí. ¿Cuánto más se prolongaría aquello? Aún no entendía que era lo que el demonio había ido a buscar. ¿Una tregua? ¿Alianza? Repetía una y otra vez que no había ido con malas intenciones pero ¿cómo poder creerle? La pegaso no lo hacía, ni por un instante, e intuía que su reina tampoco. No eran tontas.
La advertencia sobre el grupo de conspiradores era bien recibida, después de todo, seguramente terminarían yendo a por Sairou en algún momento y ellos podrían estar listos para cuando eso sucediera. De todo lo que había salido de su boca, esas eran las únicas palabras que realmente creía. No es que fuese algo inusual, solía desconfiar de casi todo el mundo, más si de extranjeros se trataba y por no porque fuese una racista, sino porque esa era la forma de autodefensa que tenía. No confiaba en nadie y los actos y actitud del demonio no es que aportaran demasiado.
Arrugó la nariz y estrechó la mirada al ver como la imagen del peliblanco “parpadeaba” de repente. ¿Qué demonios?
—Sería bueno que la próxima se presentara como corresponde y no como un intruso —casi ladró por lo bajo. Notando como este daba por concluida la charla. Las preguntas de Adziel captaron su atención por completo y la curiosidad por saber que era lo que pasaba por la mente del demonio la asaltó. Su mirada paseo de uno al otro, atenta—. Asegurar su lugar en el trono, eso es más que seguro —masculló por lo bajo y para ella misma. Se estaba pasando de la raya con aquel comentario, era demasiado, incluso para ella. Y lo peor era que eso no era ni la cuarta parte de todo lo que pensaba.
Su respiración se agitó momentáneamente, no sabía si era por la tensión de la situación o por las cosas que se estaba guardando, no acostumbraba a tener que morderse la lengua cuando algo le molestaba, sino a dejar salir todo y en esta ocasión no podía hacerlo. Quizás si no estuviese Adziel para escuchar cada grosería que podría salir de su boca, se expresaría mejor, pero no podía dejar mal parada a su reina.
Carraspeó y esperó, calmando sus pensamientos, deseando que aquello acabara de una buena vez. Mataría a Pael por tardarse tanto, enserio lo haría.
Rodó los ojos con aburrimiento cuando representó el rol de profesor de historia, irritada por la burla implícita en su relato, la trataba como si fuese una niña que no entendiera nada. Y al parecer no fue la única que se sintió de esa manera, pues Adziel no tardó en replicar de la misma manera. En medio de aquel ping pong de historia, se preguntó dónde rayos estarían Pael y Elliot, aquel idiota se estaba tardando. De todas formas, la guardia ya estaba alerta y lista para responder ante la menor seña de hostilidad por parte del demonio. Con disimulo dejó la taza sobre la mesa, dejando así sus manos libres por si acaso.
—Para nada… —Respondió a su pregunta, encogiéndose de hombros, evadiendo contestarle puntualmente, aunque tampoco es que esperara una respuesta real. Sus labios se curvaron en una media sonrisa sin decir nada más, ella sólo cumplía con su deber y los guardias del castillo estaban bien entrenados, no les costó demasiado notar la presencia del intruso. Sólo eso bastó para que aparecieran allí. ¿Cuánto más se prolongaría aquello? Aún no entendía que era lo que el demonio había ido a buscar. ¿Una tregua? ¿Alianza? Repetía una y otra vez que no había ido con malas intenciones pero ¿cómo poder creerle? La pegaso no lo hacía, ni por un instante, e intuía que su reina tampoco. No eran tontas.
La advertencia sobre el grupo de conspiradores era bien recibida, después de todo, seguramente terminarían yendo a por Sairou en algún momento y ellos podrían estar listos para cuando eso sucediera. De todo lo que había salido de su boca, esas eran las únicas palabras que realmente creía. No es que fuese algo inusual, solía desconfiar de casi todo el mundo, más si de extranjeros se trataba y por no porque fuese una racista, sino porque esa era la forma de autodefensa que tenía. No confiaba en nadie y los actos y actitud del demonio no es que aportaran demasiado.
Arrugó la nariz y estrechó la mirada al ver como la imagen del peliblanco “parpadeaba” de repente. ¿Qué demonios?
—Sería bueno que la próxima se presentara como corresponde y no como un intruso —casi ladró por lo bajo. Notando como este daba por concluida la charla. Las preguntas de Adziel captaron su atención por completo y la curiosidad por saber que era lo que pasaba por la mente del demonio la asaltó. Su mirada paseo de uno al otro, atenta—. Asegurar su lugar en el trono, eso es más que seguro —masculló por lo bajo y para ella misma. Se estaba pasando de la raya con aquel comentario, era demasiado, incluso para ella. Y lo peor era que eso no era ni la cuarta parte de todo lo que pensaba.
Su respiración se agitó momentáneamente, no sabía si era por la tensión de la situación o por las cosas que se estaba guardando, no acostumbraba a tener que morderse la lengua cuando algo le molestaba, sino a dejar salir todo y en esta ocasión no podía hacerlo. Quizás si no estuviese Adziel para escuchar cada grosería que podría salir de su boca, se expresaría mejor, pero no podía dejar mal parada a su reina.
Carraspeó y esperó, calmando sus pensamientos, deseando que aquello acabara de una buena vez. Mataría a Pael por tardarse tanto, enserio lo haría.
Helena- Orden Luminis
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