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Sensación de vida [Libre]
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Sensación de vida [Libre]
El rugido profundo del agua al caer era lo que la había llevado a ese lugar, la melodía que se formaba al juntar los exquisitos sonidos de los seres vivos del bosque junto con la incesante cacofonía de las cascadas. Tan perfecto en su creación, sin asomo de error en las cosas que habitaban en armonía. Tan puro, tan divino.
Los días, las tardes y las noches en Sairou eran distintas de cualquier otro lugar, tan irreales que incluso parecía un sueño. Pero existía, estaba ahí, junto a ella, rodeándola de una manera simétrica; como si su presencia ahí fuera la adecuada, como si siempre hubiera tenido que estar en esos bosques, en esas tierras. Quería creer que era así.
Sonrió cuando sus dedos rozaron los pétalos de una tímida flor que nacía entre las hierbas, cuando la brisa de las cascadas golpeo su rostro en una caricia para enredarse en algunos mechones albos; en esos momentos, sentía la magia que corría por sus venas danzar y crecer hasta puntos insospechados, se sentía más viva que nunca. Y no era para menos: alejada de la perpetua vida de la ciudad, alejada de los ruidos mecánicos; sola y en compañía de la naturaleza, tan bella y sabia que nadie podía cuestionarla. Tarareo una canción para sí, balanceándose ligeramente mientras continuaba en aquel sendero natural, caminando con cuidado de no resbalar ni tropezar.
El sencillo y volátil vestido blanco se perdía con el tono claro de su piel, al mismo tiempo que los pies descalzos acariciaban el musgo que se formaba conforme se acercaba a las cascadas. El eco aumentaba a cada minuto, ahogando el resto de los sonidos del crepúsculo. Al llegar, la escena fue sorprendente.
El sol poniéndose con lentitud, el cielo bañado en tonos rosados y naranjas, el agua pura cayendo con una fuerza estruendosa, para luego deslizarse entre las piedras pulidas para llegar hasta pequeños arroyos que rozaban sus pies desnudos. Suspiro con una sonrisa en los labios dejándose caer en la mullida y húmeda hierba, cerrando los ojos azules tras haber colocado unas finas sandalias a su lado. Si, esa sensación de libertad y de vida era perfecta. –Mas que maravillosa- susurro quedamente, observando fijamente los cambios de tiempo en la bóveda celeste.
Los días, las tardes y las noches en Sairou eran distintas de cualquier otro lugar, tan irreales que incluso parecía un sueño. Pero existía, estaba ahí, junto a ella, rodeándola de una manera simétrica; como si su presencia ahí fuera la adecuada, como si siempre hubiera tenido que estar en esos bosques, en esas tierras. Quería creer que era así.
Sonrió cuando sus dedos rozaron los pétalos de una tímida flor que nacía entre las hierbas, cuando la brisa de las cascadas golpeo su rostro en una caricia para enredarse en algunos mechones albos; en esos momentos, sentía la magia que corría por sus venas danzar y crecer hasta puntos insospechados, se sentía más viva que nunca. Y no era para menos: alejada de la perpetua vida de la ciudad, alejada de los ruidos mecánicos; sola y en compañía de la naturaleza, tan bella y sabia que nadie podía cuestionarla. Tarareo una canción para sí, balanceándose ligeramente mientras continuaba en aquel sendero natural, caminando con cuidado de no resbalar ni tropezar.
El sencillo y volátil vestido blanco se perdía con el tono claro de su piel, al mismo tiempo que los pies descalzos acariciaban el musgo que se formaba conforme se acercaba a las cascadas. El eco aumentaba a cada minuto, ahogando el resto de los sonidos del crepúsculo. Al llegar, la escena fue sorprendente.
El sol poniéndose con lentitud, el cielo bañado en tonos rosados y naranjas, el agua pura cayendo con una fuerza estruendosa, para luego deslizarse entre las piedras pulidas para llegar hasta pequeños arroyos que rozaban sus pies desnudos. Suspiro con una sonrisa en los labios dejándose caer en la mullida y húmeda hierba, cerrando los ojos azules tras haber colocado unas finas sandalias a su lado. Si, esa sensación de libertad y de vida era perfecta. –Mas que maravillosa- susurro quedamente, observando fijamente los cambios de tiempo en la bóveda celeste.
Iraydé- Especie : Unicornio
Ocupación : Modelo
Puntos : 4
Cantidad de envíos : 2
Re: Sensación de vida [Libre]
- "^^":
- Con permiso, entro a su tema. Recién me activé, espero siga con deseos de rolear en Xion luego de tanto.
Su memoria no alcanzó a reunir los recuerdos de la última ocasión en la que asistió a tan exóticas tierras, pero era curioso como solía extrañarlas al partir, casi como si se sintiera en su hogar y es que ese era el efecto que tan místico lugar causaba en la mayoría de sus viajeros, era como si despertara algo en el interior, no... más bien como si lo llamara de vuelta a comulgar con la naturaleza.
Tenía el tiempo muy justo, era cierto, sus menesteres en estas tierras eran meramente políticos, sin embargo, se tomó un respiro y escapó un tanto para visitar ese lugar del que tanto se hablaba, no solamente por aquéllos lares, sino que las noticias llegaban hasta sus recónditas tierras en Hokkan: aguas con propiedades curativas. Siendo un doctor y un sacerdote a la vez, por ambos lados llamaba a su atención la existencia de aquéllo ¿se le atribuiría tal milagro a una creación divina o a la madre naturaleza? Quizá, no había diferencia entre ambos, obraban como uno solo.
Se encontró pues, zurcando aquélla vereda frondosa a lomos de su fiel corcel, disfrutando de esa sensación del viento en tu rostro, atrayendo sensaciones, concediendo libertades... fue entonces que el mismo viento le llevó un mensaje a sus aguzados oídos: una canción. Tan dulce y tan cordial como el sol acariciando el rostro por la mañana, aunque sobresalía por entre los sonidillos del lugar, era al mismo tiempo, suave. Alistair detuvo a su cabalgadura, halando las riendas hacia atrás, luego se reclinó hacia el frente, apoyándose sobre el cuello de Corellion - su montura - escuchando simplemente, sin hacer otra cosa. Temió acercarse más para no asustar a dicha criatura, quizá podría tratarse de una ninfa y era bien sabido que no gustaban de los "mirones", aunque con él, ese difícilmente sería un problema.
Cuando la voz acalló, supuso que había vuelto a la tierra, o a su cielo, sin embargo el viento trajo un susurro consigo, indicando que tan frágil criatura aún rondaba cerca. Desmontó y tomando por las riendas a su montura, se dirigió hacia donde había escuchado el susurro, a sabiendas de que donde su vista fallaba, su oído jamás desatinaba.
- Disculpe ¿por qué ha callado? -
En breve, su figura se impuso en el paraje verdoso donde la "ninfa" descansaba. Ese hombre alto, envuelto en una capa de espeso plumaje, el rostro apacible y los ojos sellados, una leve sonrisa casi perpetua. Sobresalía por ese cabello platinado que reflejaba la luz, filtrándose a través del follaje. No se presentó, no advirtió antes de su presencia - parecía muy silencioso - y simplemente dijo aquéllas palabras, aunque no podía percibirse un ápice de malicia en él. Alistair aguardó por respuesta, simplemente permaneciendo de pie, con su montura a sus espaldas.
- "Descripción de Alistair":
- Rodeado por un aire de mucha nobleza, siempre da una fuerte impresión a primera vista. Posee la complexión de un soldado, pero su porte es - indudablemente - el de un aristócrata. Aunque de rasgos finos, la angulatura de su rostro lo provee de una viril galanura. Su cabello platinado y crespado cae a capas sobre su ancha espalda. Su rostro suele permanecer apacible, innerte, ya que la expresividad es una cualidad que le ha sido negada, algo que a veces utiliza en su propio beneficio. Corona su temple tranquilo con una perpetua sonrisa a medias, es difícil leer al monarca. Su voz es grave e impone respeto, aunque su tonalidad permanece amable y juvenil, la modula muy apropiadamente a su estado de ánimo para compensar esa carencia expresiva.
Lo último que uno nota al respecto de él, son sus ojos, pues casi siempre oculta esas iris cuasi-blanquecinas bajo los párpados; sin embargo, cuando abre los ojos, "mira" hábilmente hacia el punto deseado (Habilidad Sonar). Habitualmente porta ropa confortable de algodón o lino - pantalones holgados, camisas ajustadas - de estilo práctico y casual en tonalidades claras, predominando los azules. Muestra una clara predilección por su capa ornamentada con plumas de pegaso, la cual siempre carga consigo.
Alistair- Especie : Mago/Humano
Ocupación : Sacerdote / Consejero Real / Medico
Puntos : 41
Cantidad de envíos : 61
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