Compras para abastecerse... [Libre]

-Señor, ¿es correcto tomar tanto café? -cuestionaba un mesero a un sujeto vestido con una armadura verde, y una máscara del mismo color.

-Es el más fuerte que tienen, ¿no? Entonces está bien -le respondió, bebiendo ya su tercera bebida de un café muy fuerte. Se retiró la máscara unos segundos, para poder frotarse los ojos. Durante ese tiempo se podían ver unas ojeras. Parecía que no había dormido en días. Y así era. Quería evitar dormir. Porque tenía miedo de soñar con aquella ilusión. Y volver a sentir la desesperación al darse cuenta que no era real-. ¡Otro más, por favor!

Exclamó, recostandose un rato en la mesa. Si, estaba agotado. Incluso ya no oía a la segunda mente dentro de él. Entonces...

-"Alguien está pidiendo ayuda, y no soy yo torturando a alguien" -dijo una voz en su cabeza. El sujeto de verde, adormilado, levantó la cabeza al oír a la segunda alma dentro de él. Cuando cayó en cuenta, reaccionó. Vio al mesero acercandose con su cuarto café. Colocó algo de dinero en la mesa, más de lo que costaba el total de lo que había pedido hasta ese momento, y salió en dirección a donde oía la petición de ayuda.

Vio a una chica queriendo zafarse de un joven. Caminó hacia ellos. Derramó parte de su café en la espalda del sujeto, haciendo que este soltara un leve grito, a causa del intenso calor de la bebida. De la sorpresa, la soltó. Entonces tomó la mano con la que le sujetaba, y la movió a su espalda, tratando de torcer su brazo.

-Mi hermana te pidió que la soltaras por favor. Yo no diré por favor, ni lo pediré -dijo molesto, con sus ojos entrecerrados. Claro, no conocía a la joven. Pero pretender una cercanía ayudaría más al acto. Además, el entrecierre de sus ojos, que tenía más que ver con su cansancio que con su enojo, con la máscara, su corpulencia y manera de hablar, daba un aspecto aterrador-. Estoy de un muy mal humor como para soportar a personas como tú.

Lo levantó de su silla, y lo movió afuera de esta con agresividad. Había, además, dejado unas marcas en su brazo. Garras. Había transformado parcialmente su mano para poder dejarle una pequeña herida a ese sujeto. Éste simplemente se fue. Dirigió su mirada a la chica sentada.

-"¡Diantres, A! ¿De dónde rayos salió eso?"

-¿Se encuentra bien? -cuestionó una vez que observó que esa persona se había ido. Comenzó a tambalearse un poco. Se había acostumbrado a no dormir demasiado, pero aún necesitaba hacerlo. Y después de no haber descansado, estaba en su límite...

-N-no, descuida, yo... -trató de oponerse a las peticiones de la joven. Pero después del incidente, no se encontraba con deseos de tener otro conflicto, por más pequeño que fuera, más si se consideraba su estado actual. Se sentó en donde la joven le había pedido. No tenía idea de lo que ella planeaba hacer. Entonces...

Fue como si el café había consumido hubiera causado un efecto demasiado extremo. Y eso era porque su cuerpo se había restaurado. Con toda su energía, ahora sentía la estimulación de su sistema nervioso demasiado alto. No era algo que no pudiera contener. Pero lo sentía. Y eso significaba una cosa. Estaba descansado. Miró nuevamente a la chica frente a él. Sin el intenso sueño, ahora podía prestarle mejor atención.

-"¡Ah! Pensé que no me volvería a sentir con ganas de tener un hárem de strippers siguiendome a todas partes. Y que mejor manera de despertar que ver a tal..."

-"No. Detén tus palabras ahí. No quiero oírlas."

-"Bueeeeeeno, al menos ahora sé que ambos estamos bien. Me alegra."

-"¿Te... alegra?" -se sorprendía de haber escuchado al demonio dentro de él hablar así. Quizás, de cierta forma, también le había afectado lo que había visto en la Piedad Oscura.

La Piedad Oscura...

Recordó nuevamente la razón por la que se había excluido de dormir. No quería que al soñar volviera a ver aquello. Aquel momento de absoluta felicidad. Aquella mentira mental...

No. No era el momento de pensar en eso. Trató de pensar en lo que ocurría en ese momento. Prestó atención a su actual acompañante. Era claramente una chica linda. Muy atractiva, sin duda. Y tenía una expresión muy inocente, practicamente rozando lo infantil. De cierta forma, podía entender porque alguien querría acercarse a ella. No le parecía, sin embargo, que alguien quisiera molestarla.

-Sí. G-gracias -respondió gentilmente-. Creo que estamos a mano, je.

Observó a la joven enfrente de él. Ciertamente, era preciosa. Pero lo que más le llamaba la atención, es que su actitud se parecía mucho a la de él. Tímida y noble. Tratando de ayudarle. Pero había cambiado. Incluso pese a lo que había visto a causa de Parallax, parte de su viejo ser permanecía. Ahora ya no más. Desvió la mirada al oír las interrogantes que le hacía.

-No, no he estado durmiendo bien. Sí, tengo problemas, pero no son nada que tú pudieras resolver. No, no consumo medicamentos. Lo sabría de necesitarlos -dijo, manteniendo su mirada en otra dirección. Pero la miró de nuevo. No podía evitar pensar en lo sucedido. Prácticamente, era como si sufriera de estrés post-traumático. Después de todo, no habían pasado muchos días desde aquel incidente. Tan real... y tan falso.

Pero esos pensamientos lentamente estaban siendo distraídos. Tal vez estaba dandole más crédito de lo necesario, simplemente que la chica estaba siendo agradecida. Pero le devolvía esperanza al ver que, después de todo, aún quedaban buenas personas. Miró la taza de café, con ahora solo la mitad de la bebida, y bebió un sorbo, tratando de distraerse de cualquier par de pensamientos.

-¡Argh! -exclamó. No solo era que estaba caliente. Estaba concentrado. Y había olvidado ponerle azúcar...

-N-no, no deberías preocuparte tanto... es solo que olvidé que aún no le había puesto azúcar. O que lo había usado para quemar a alguien hace unos momentos -dijo eso último de manera intencional, puesto que debía ser obvio que si su temperatura era alta, no podía ser bebible. Era una burla hacia si mismo. Lo cual tiene sentido, considerando que, en efecto, era tal y como lo dijo-. Je, fui yo el que te ayudó, pero ahora parece que tu estás cuidando de mi. Gracias.

Puso el vaso con café en la mesa. Se llevó la mano a la cabeza. Solo era un acto reflejo. Su cuerpo estaba sufriendo los efectos de la cafeína en exceso que tomó. Miró que tenía una bolsa de pan.

-Uh... ¿puedo comer un trozo de pan? Este sería mi cuarto café concentrado, y ya que perdí el sueño... tener tanta cafeína sin apoyo en la digestión terminará haciendome bailar solo por tener algo que hacer -le dijo amistosamente, tratando de despreocuparla.

Sonrió ante la amabilidad. Después de su más reciente experiencia, una parte de él había perdido la fé en la bondad de otros seres pensantes. Le alegraba mucho saber que, después de todo, aún hay gente verdaderamente buena. Entonces, después de unos segundos de su ofrecimiento, volvió a hablar. Sus palabras le causaron soltar una alegre carcajada. Había pasado tiempo en que no se reía de esa manera.

-Disculpa... no estoy seguro de porque me reí... en verdad agradezco tu ofrecimiento -le dijo alegremente. Se había animado bastante-. Pero no te molestes tanto. Solo aceptaría que hicieras eso... -pausó un momento, para sonreírle- ...si me acompañas comiendo algo tambien. Y diciendome como puedo llamarte.

Dicho esto último, se levantó, y extendió su mano hacia ella.

-A mí... puedes llamarme Parallax -dijo, presentandose.

-"Aún con los años no deja de molestarme que te presentes con mi nombre."

-"Bah, callate. Me siento bien."

-"Es eso, o que por fin alcanzaste la pubertad."

-Me encantaría, Mikuru -aceptó su proposición. No tenía nada que perder. Notó su timidez y amabilidad. Era una persona muy inocente. Recordó que él mismo solía ser así, aún después de abandonar su identidad original. Acababa de experimentar no hacia mucho el ciclo del odio y la crueldad. Pero... si conseguía ayudar a que otros transmitieran su opuesto... valía la pena vivir-. Por cierto, ¿qué es lo que planeas cocinar?

Le cuestionó, mirando algunas de las bolsas que llevaba. No es que le diera muchas pistas, no veía su contenido. Y de cualquier forma ella había dicho que no tenía todo lo que necesitaba. Entonces, se le ocurrió una idea

-N-no es que yo sepa mucho, pero cuando era pequeño solía auxiliar en la cocina de mi casa. T-tal vez pueda aconsejarte un poco -ahora él mostraba algo de timidez.

-"Si... por la bondad y amabilidad. La capacidad de sobreponernos a aquello que nos hace monstruos. Tal vez... valga la pena vivir por eso..."

-¡N-no, no me refería a eso! -dijo, sonrojandose un poco, rascandose la cabeza con algo de pena-. Yo estoy satisfecho con un sandwich. De verdad. Solo pensé que si necesitabas ayuda con algo, me encantaría hacerlo.

Entonces, ocurrió algo extraño. De golpe, se levanto. Y comenzó a mover las piernas, como si estuviera haciendo ejercicio. Él parecía también algo sorprendido. Miró a su acompañante, timidamente, al darse cuenta de lo que sucedía, deteniendose de hacer tal movimiento.

-Bueno, parece que toda esa cafeína esta haciendo todo el efecto. Es bueno que sea así. En el peor de los casos podría darme un dolor de cabeza, y esto aparte. Es decir, tanta cafeína en realidad no es bueno. Digo, no me saturé con ella, lo cual obviamente es imposible, ya que tendría que estar en su forma más pura. Es decir, la cafeína pura puede matar a alguien... y lo peor es que nadie sabría como fue. La cafeína raramente es buscada en una autopsia -hizo una pausa al darse cuenta de eso tambien-. ¿Estoy comenzando a hablar mucho, y rápido, verdad?