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Una nueva Hokkan - El comienzo de una nueva era para la Humanidad.
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Una nueva Hokkan - El comienzo de una nueva era para la Humanidad.
Llegaba el momento donde un hombre debía tomar responsabilidad de otros. Tomar decisiones a la par que debía encaminar su propia senda, aconsejar y llevar la última palabra. Está mas que claro que toda decisión altera el camino que toca a la humanidad vivir pero ahora este concepto se traslada a una realidad mucho más directa y artificial.
Nunca se supo el porqué el anterior y joven rey había desaparecido de un momento a otro. Un hechicero del cual poco y nada se pudo saber, que simplemente su orden fue conocer al pueblo que tenía bajo sus pies...No había sido un mal comienzo, pero a los ojos de los más interesados era una terrible idea y una paso más cerca de descender a los infiernos más bizarros que la mente humana pudiera imaginar. Por su parte el casi recién nombrado capitán de la orden lo vio como una persona de buen corazón, aunque quizás con la falta de fuerza que necesitaba un verdadero monarca. Sabía sin embargo que como líder de la sociedad de Hokkan iba al menos a poder ayudar a su buen gobernante...Lamentablemente nuevos aires debían de respirar los habitantes del reino del oeste. Y por mero cargo y ausencia de responsables era el enviado de tierras lejanas quien debía tomar el lugar de rey...
Ahora el salón de reuniones estaba en silencio, solo los hombres de buen corazón y más cercanos a la corona observaban algo sorprendidos la figura de aquel hombre que sin sus vestimentas habituales se encontraba parado y aun lado de su silla. Su rostro estaba fruncido, sumido en la seguridad que muy pocas divinidades podían contemplan. Sus palabras habían sido pocas, ya que los muy alterados hombres que compartían la habitación parecían renegarse a todo cambio de costumbres, de rituales y creencias. Pero Gabriel, quien desde ese momento era conocido simplemente como "Sir Aaron" fue demasiado directo, sus ambiciones eran acompañadas ahora con sus capacidades. Solo para esos hombres podía hablar desde esos instantes. Y por más que la habitación iluminada y moderna pareciera mostrar un cielo nocturno bastante hermoso en una abandonada ciudad de Ogirine...El que había sido nombrado como nuevo monarca confiaba en que sus ojos no mentían al ver tanta corrupción en los aires de este territorio. Toda decisión debía ser extremista, guiada bajo conceptos nuevos y enseñanzas superiores acorde un estado superior de la mente humana. Sin objeciones, estas eran las primeras medidas a tomar. - Nuestro Reino, seguramente ustedes habrán visto más monarcas que yo en mi vida, habrán escuchado ordenes estúpidas y ordenes brillantes, decisiones fundamentales para contribuir al presente. Conozco de antemano que el ahora es duro, que el resto de los mundos, ya que son ajenos a nosotros, simplemente parecen vernos como alimento. Pero ya no más, mi deber es claro y mis decisiones serán manifestadas en carne y hueso. Mi primera orden será muy sencilla, buenos hombres. Las palabras del nuevo reinante se detuvieron por unos segundos, desviando la mirada nuevamente hacia la ventana más amplia y cercana que tenía, la que se planta sobre su espalda. Se había volteado hasta ella para poder ver ese cielo desnudo una vez más.- Las estrellas se apagarán por unos segundos, los Dioses nos verán desde un ventanal y las nubes no llegarán a rozar nuestras mentes. De ahora en más, desde este mismo segundo, las barreras mágicas que protegen a todo nuestro territorio volverán a levantarse. Ningún horror del exterior invadirá nuestro pueblo, nada que provenga de otros lugares podrá pasar sin la más explicita autorización. Toda la ciudad de Ogirine quedará cubierta en un manto celestial, nuestros campos y praderas serán influenciadas y reconocidas como las fronteras...Y así aquel hombre se vuelve a voltear hacia sus seguidores para continuar con la segunda ley, la segunda orden de cambio absoluto en este reino.
Mi siguiente orden se traslada a nosotros mismo, habrá claramente una limpieza de personal, cosa que no les afectará a ustedes, ya que entre los más puros fueron selectos. Los pasillos reales están invadidos de oscuridad, este castillo dejará de ser tal para convertirse en un templo de iluminación. -Nuevamente aquella pequeña pausa para poder tomar aire y seguir con ese abrumador discurso, digno de un mero inquisidor.- Todos aquellos que no posean la virtud de la magia o estén demasiado contaminados por esta o por sus vagos instintos no estarán más aquí. Este lugar será invadido completamente por la magia, serán familiares los que harán los trabajos más simples, serán vuestros intelectos los que lleven este lugar adelante. De ahora en más yo me encargaré personalmente de ver quien convive conmigo. Debo anticipar su bienvenida al nuevo reinado de Hokkan entonces, mis queridos hombres y ahora hermanos. Ya no deben ocultar su posición como hechiceros y verse mal trechos por que la sangre corra por sus venas, este ahora es su templo de meditación.Así sería como los hombres que habiten y presten sus servicios en este lugar serían medidos a raja tabla, siendo solo los seres más puros y dignos los que convivieran con el actual monarca.
La tercera ley atacaba ahora a las costumbres del pueblo. Para Gabriel las deidades eran una suposición demasiado oscuras como para seguirlas y mantenerse puros. Sin Fe ellas no sobreviven y ningún habitante les daría ese beneficio de nuevo. - De ahora en más nuestras creencias cambiarán. No serán falsas y peligrosas deidades las que serán dueñas de sus Destinos, sino que será las de ustedes mismos y este nuevo mandato. ¡No existen Dioses! ¡No existen inmortales o santos que venerar! La magia es muy traicionera y no perdonará la aparición de monstruos ajenos a la humanidad, por gloria a nuestra raza, a la humanidad, nuestra fe recaerá sobre ustedes mismos y sus ideales que con gusto ayudaré a aclarar. No me inclinaré como su pastor, pero saben que estaré disponible si necesitan de mi consejo.- Palabras calmas que indicaban el destierro de toda secta o iglesia. En si misma la catedral Almudena quedaría cerrada e inactiva, sin ofrendas, sin promesas, sin deseos, sin fe ni esperanzas. Solo las enseñanzas sobre la magia gobernará el espíritu de los hombres.
La última ley estaba a punto de emerger de los labios del Caballero Gris, pero antes de poder dar por terminado aquellas palabras el hombre se tomó el atrevimiento de volver a voltear una vez más hacia su reino, sabiendo que el murmullo de los hombres a su lado era la búsqueda de la aceptación y no la limitación. Era un último paso verdaderamente, el más difícil seguramente.- Mi última ley será la más peligrosa de todas...Y se que será un cambio duro, pero las cosas deben ser de esta forma si es que acaso la humanidad deseaba salir realmente adelante...Escuchen con atención y recuerden siempre esta ley, porque a pesar de ser la última es la más importante. -La mirada del hombre se posó sobre la incertidumbre de los ajenos para finalmente llevar ambas manos por detrás de su espalda, manos protegidas por la misma magia que elevaría el alma de los hombres. -Los hombres y la magia, en un mundo muy lejanos conviven en armonía y no es realmente el reino de los Dioses, sino mi verdadero hogar. Todo habito estará acompañado por el motor de nuestra existencia, esta recorrerá las calles, se fusionará con la tecnología de ser necesario, pero existirá y sabemos que es capaz de llegar a los corazones de las personas...Hasta el más simple humano sentirá curiosidad por la misma, nosotros los ayudaremos a entrar en este nuevo mundo, y así limpiaremos el karma de todos nuestros habitantes. Por eso mi última ley indica que toda rama benefactora a la humanidad y que no desafíe los parámetros del a muerte será accesible a cualquier hombre. Nuestra biblioteca es la fuente máxima de conocimiento, pero existen otros lugares que serán bien abastecidos. Dejaremos una vida vulgar de lado para llevar adelante una humanidad verdadera. - Basta un último suspiro para acariciar el alma de esos hombres y dar a conclusión con esta reunión, con esta coronación y este capitulo nuevo en Hokkan, el olvidado reino del oeste.- Es así mis hermanos que este reino comienza una nueva etapa...Las barreras se alzarán en estos momentos y podrán disfrutar por primera vez de una tranquila noche. Les prometo que hasta que yo no muera pasarán solo días de paz y gloria. Con su permiso ahora doy fin a esta vieja etapa. Debo meditar mis siguientes pasos en la mañana...-Sin más que decir aquel hombre finalmente se retiró de aquella habitación, dejando atrás rostros estupefactos pero en consciencia de que Hokkan comenzaría de nuevo...Otra vez.
Así, ese rey "anónimo" solo conocido como "Sir Aaron" comenzaba formalmente su legado. Personalmente no permitía que nadie lo llamara rey, ni señor, ni siquiera nada. Solo bastaba pronunciar su supuesta identidad para hacerlo entender que se dirigían a el. Pero a pesar de todo y de sus extrañas costumbres sus palabras serían tomadas rápidamente como una orden directa. Y puede ser que fuera comprensivo, pero no admitiría errores en ese sentido. En ese momento, todo hechicera que estuviera bajo su cargo ayudaría a levantar la muy poderosa barrera mágica. todo ser que tuviera la visión verdadera iluminaría todo el reino, para así descubrir las amenazas al instante y así erradicarlas o traerlas a este lugar...O quien sabe, el propio Sir Aaron iría a tomar cartas en el asunto. Se había pensado también en derrumbar la catedral, pero el "rey" decidió abandonarla sin más, profanando sus reliquias para atraer estas aquí. Los lujos innecesarios también serían invertidos en mejores cosas para la población, oportunidades para los que no podían acceder a ellas. Solo será cuestión de días para que la última ley del Caballero Gris se hiciera cumplir, su segunda ley por otro tanto ya había sido aplicada como la primera...Y la cuarta, esa será impuesta.
Esta era la nueva Hokkan, la nueva Ogirine y una nueva era para la humanidad. Que sean benditos los que busquen protección y Fe en ella, que sean purificados los herejes, los desertores y los monstruos que provengan de la imaginación. La iluminación oficialmente había comenzado.
[Fin del tema]
Nunca se supo el porqué el anterior y joven rey había desaparecido de un momento a otro. Un hechicero del cual poco y nada se pudo saber, que simplemente su orden fue conocer al pueblo que tenía bajo sus pies...No había sido un mal comienzo, pero a los ojos de los más interesados era una terrible idea y una paso más cerca de descender a los infiernos más bizarros que la mente humana pudiera imaginar. Por su parte el casi recién nombrado capitán de la orden lo vio como una persona de buen corazón, aunque quizás con la falta de fuerza que necesitaba un verdadero monarca. Sabía sin embargo que como líder de la sociedad de Hokkan iba al menos a poder ayudar a su buen gobernante...Lamentablemente nuevos aires debían de respirar los habitantes del reino del oeste. Y por mero cargo y ausencia de responsables era el enviado de tierras lejanas quien debía tomar el lugar de rey...
Ahora el salón de reuniones estaba en silencio, solo los hombres de buen corazón y más cercanos a la corona observaban algo sorprendidos la figura de aquel hombre que sin sus vestimentas habituales se encontraba parado y aun lado de su silla. Su rostro estaba fruncido, sumido en la seguridad que muy pocas divinidades podían contemplan. Sus palabras habían sido pocas, ya que los muy alterados hombres que compartían la habitación parecían renegarse a todo cambio de costumbres, de rituales y creencias. Pero Gabriel, quien desde ese momento era conocido simplemente como "Sir Aaron" fue demasiado directo, sus ambiciones eran acompañadas ahora con sus capacidades. Solo para esos hombres podía hablar desde esos instantes. Y por más que la habitación iluminada y moderna pareciera mostrar un cielo nocturno bastante hermoso en una abandonada ciudad de Ogirine...El que había sido nombrado como nuevo monarca confiaba en que sus ojos no mentían al ver tanta corrupción en los aires de este territorio. Toda decisión debía ser extremista, guiada bajo conceptos nuevos y enseñanzas superiores acorde un estado superior de la mente humana. Sin objeciones, estas eran las primeras medidas a tomar. - Nuestro Reino, seguramente ustedes habrán visto más monarcas que yo en mi vida, habrán escuchado ordenes estúpidas y ordenes brillantes, decisiones fundamentales para contribuir al presente. Conozco de antemano que el ahora es duro, que el resto de los mundos, ya que son ajenos a nosotros, simplemente parecen vernos como alimento. Pero ya no más, mi deber es claro y mis decisiones serán manifestadas en carne y hueso. Mi primera orden será muy sencilla, buenos hombres. Las palabras del nuevo reinante se detuvieron por unos segundos, desviando la mirada nuevamente hacia la ventana más amplia y cercana que tenía, la que se planta sobre su espalda. Se había volteado hasta ella para poder ver ese cielo desnudo una vez más.- Las estrellas se apagarán por unos segundos, los Dioses nos verán desde un ventanal y las nubes no llegarán a rozar nuestras mentes. De ahora en más, desde este mismo segundo, las barreras mágicas que protegen a todo nuestro territorio volverán a levantarse. Ningún horror del exterior invadirá nuestro pueblo, nada que provenga de otros lugares podrá pasar sin la más explicita autorización. Toda la ciudad de Ogirine quedará cubierta en un manto celestial, nuestros campos y praderas serán influenciadas y reconocidas como las fronteras...Y así aquel hombre se vuelve a voltear hacia sus seguidores para continuar con la segunda ley, la segunda orden de cambio absoluto en este reino.
Mi siguiente orden se traslada a nosotros mismo, habrá claramente una limpieza de personal, cosa que no les afectará a ustedes, ya que entre los más puros fueron selectos. Los pasillos reales están invadidos de oscuridad, este castillo dejará de ser tal para convertirse en un templo de iluminación. -Nuevamente aquella pequeña pausa para poder tomar aire y seguir con ese abrumador discurso, digno de un mero inquisidor.- Todos aquellos que no posean la virtud de la magia o estén demasiado contaminados por esta o por sus vagos instintos no estarán más aquí. Este lugar será invadido completamente por la magia, serán familiares los que harán los trabajos más simples, serán vuestros intelectos los que lleven este lugar adelante. De ahora en más yo me encargaré personalmente de ver quien convive conmigo. Debo anticipar su bienvenida al nuevo reinado de Hokkan entonces, mis queridos hombres y ahora hermanos. Ya no deben ocultar su posición como hechiceros y verse mal trechos por que la sangre corra por sus venas, este ahora es su templo de meditación.Así sería como los hombres que habiten y presten sus servicios en este lugar serían medidos a raja tabla, siendo solo los seres más puros y dignos los que convivieran con el actual monarca.
La tercera ley atacaba ahora a las costumbres del pueblo. Para Gabriel las deidades eran una suposición demasiado oscuras como para seguirlas y mantenerse puros. Sin Fe ellas no sobreviven y ningún habitante les daría ese beneficio de nuevo. - De ahora en más nuestras creencias cambiarán. No serán falsas y peligrosas deidades las que serán dueñas de sus Destinos, sino que será las de ustedes mismos y este nuevo mandato. ¡No existen Dioses! ¡No existen inmortales o santos que venerar! La magia es muy traicionera y no perdonará la aparición de monstruos ajenos a la humanidad, por gloria a nuestra raza, a la humanidad, nuestra fe recaerá sobre ustedes mismos y sus ideales que con gusto ayudaré a aclarar. No me inclinaré como su pastor, pero saben que estaré disponible si necesitan de mi consejo.- Palabras calmas que indicaban el destierro de toda secta o iglesia. En si misma la catedral Almudena quedaría cerrada e inactiva, sin ofrendas, sin promesas, sin deseos, sin fe ni esperanzas. Solo las enseñanzas sobre la magia gobernará el espíritu de los hombres.
La última ley estaba a punto de emerger de los labios del Caballero Gris, pero antes de poder dar por terminado aquellas palabras el hombre se tomó el atrevimiento de volver a voltear una vez más hacia su reino, sabiendo que el murmullo de los hombres a su lado era la búsqueda de la aceptación y no la limitación. Era un último paso verdaderamente, el más difícil seguramente.- Mi última ley será la más peligrosa de todas...Y se que será un cambio duro, pero las cosas deben ser de esta forma si es que acaso la humanidad deseaba salir realmente adelante...Escuchen con atención y recuerden siempre esta ley, porque a pesar de ser la última es la más importante. -La mirada del hombre se posó sobre la incertidumbre de los ajenos para finalmente llevar ambas manos por detrás de su espalda, manos protegidas por la misma magia que elevaría el alma de los hombres. -Los hombres y la magia, en un mundo muy lejanos conviven en armonía y no es realmente el reino de los Dioses, sino mi verdadero hogar. Todo habito estará acompañado por el motor de nuestra existencia, esta recorrerá las calles, se fusionará con la tecnología de ser necesario, pero existirá y sabemos que es capaz de llegar a los corazones de las personas...Hasta el más simple humano sentirá curiosidad por la misma, nosotros los ayudaremos a entrar en este nuevo mundo, y así limpiaremos el karma de todos nuestros habitantes. Por eso mi última ley indica que toda rama benefactora a la humanidad y que no desafíe los parámetros del a muerte será accesible a cualquier hombre. Nuestra biblioteca es la fuente máxima de conocimiento, pero existen otros lugares que serán bien abastecidos. Dejaremos una vida vulgar de lado para llevar adelante una humanidad verdadera. - Basta un último suspiro para acariciar el alma de esos hombres y dar a conclusión con esta reunión, con esta coronación y este capitulo nuevo en Hokkan, el olvidado reino del oeste.- Es así mis hermanos que este reino comienza una nueva etapa...Las barreras se alzarán en estos momentos y podrán disfrutar por primera vez de una tranquila noche. Les prometo que hasta que yo no muera pasarán solo días de paz y gloria. Con su permiso ahora doy fin a esta vieja etapa. Debo meditar mis siguientes pasos en la mañana...-Sin más que decir aquel hombre finalmente se retiró de aquella habitación, dejando atrás rostros estupefactos pero en consciencia de que Hokkan comenzaría de nuevo...Otra vez.
Así, ese rey "anónimo" solo conocido como "Sir Aaron" comenzaba formalmente su legado. Personalmente no permitía que nadie lo llamara rey, ni señor, ni siquiera nada. Solo bastaba pronunciar su supuesta identidad para hacerlo entender que se dirigían a el. Pero a pesar de todo y de sus extrañas costumbres sus palabras serían tomadas rápidamente como una orden directa. Y puede ser que fuera comprensivo, pero no admitiría errores en ese sentido. En ese momento, todo hechicera que estuviera bajo su cargo ayudaría a levantar la muy poderosa barrera mágica. todo ser que tuviera la visión verdadera iluminaría todo el reino, para así descubrir las amenazas al instante y así erradicarlas o traerlas a este lugar...O quien sabe, el propio Sir Aaron iría a tomar cartas en el asunto. Se había pensado también en derrumbar la catedral, pero el "rey" decidió abandonarla sin más, profanando sus reliquias para atraer estas aquí. Los lujos innecesarios también serían invertidos en mejores cosas para la población, oportunidades para los que no podían acceder a ellas. Solo será cuestión de días para que la última ley del Caballero Gris se hiciera cumplir, su segunda ley por otro tanto ya había sido aplicada como la primera...Y la cuarta, esa será impuesta.
Esta era la nueva Hokkan, la nueva Ogirine y una nueva era para la humanidad. Que sean benditos los que busquen protección y Fe en ella, que sean purificados los herejes, los desertores y los monstruos que provengan de la imaginación. La iluminación oficialmente había comenzado.
[Fin del tema]
Gabriel Magnus- Asociación de Magos
- Especie : Hechicero
Ocupación : Capitán
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