Visitando al pequeño borreguito perdido (privado)

Era hora de volver a viajar para Sairo por temas particularmente de adnistración de países y también por temas particularmente personales entre la reina de Sairo y ella. Miró su reloj, como siempre llegó puntual a la cita acordada por el pequeño borreguito y ella. Hacía unos diez minutos atrás habia estado rondando por el palacio en busqueda de algo que hacer, sin contar, tambien, de algún lugar con sol para que se le terminara de secar la ropa que llevaba puesta.

Todo había sucedido muy rápido en su mente, la muere de sus padres, su asunción como reina, el enfrentamiento con la orden Rosa de la Cruz (orden la cual su padre había sabido manejar muy bien), su divición, la muerte de Fernando I y otras cosas. Su mente, en parte aun de niña de primaria, había sido obligada a madurar muy rápido, olvidando casi lo que era la inocencia y los sentimientos pueros. Miró por una ventana recargando su peso sobre sus codos y dejando llevar sus pensamientos por el viento que le curaba el alma.

Ya era media tarde cuando escuchó alfin unos pasos provenientes del otro lado de la oficina. Suspiró y pensó "Kai, después de esto me tendrás de devolver el favor"

Lamento haber llegado esos pocos minutos tarde. Le parecían una falta de respeto hacia su invitada, pero había tenido una reunión que la había retrasado. Caminó lo más rápido que pudo para que los minutos de espera de la reina de Kutou no aumentaran. Cuando llegó la puerta estaba abierta, y en el marco de una de las ventanas, descansaba la joven reina.

Se acercó a su escritorio y dejo allí los papeles que llevaba en sus manos. Hizo una reverencia a modo de disculpas y expresó: - Lamento mucho mi retraso Etsuko. Reamente no creí la reunión anterior terminaría más tarde. Realmente me disculpo por mi falta. Espero que pueda entender... Por favor tome asiento. - Dijo esto último con una sonrisa muy amable mientras señalaba con su mano las sillas que estaban frente a su escritorio. Tomó asiento es su silla y acomodó sus cosas.

- Creo tener una pequeña idea de lo que viene a comunicarme pero me gustaría oírlo de usted misma para que podamos tratar adecuadamente el asunto. - Cada palabra pronunciada mostraba toda su amabilidad y el respeto que tenía hacia la reina Etsuko.

Cuando alfin llego la reina de Sairo, suspiró y su rostro abandonó ese sentimiento de tristeza que poseía antes, apenas le vio, su sonrisa maligna, característica de su persona, hizó acto de presencia. Como no era de falta, su clásico vestido volo un poco por el viento que entraba por la ventana abierta dando una sensación extraña de que iba a ser una complicada, pero breve charla.

Suspiróaun con una sonrisa en su rostro y de manera petulante, su típica forma de tratarla, dijo-Oh, mi pequeño borreguito perdido, ya sabes que me ha traído por tu reino... Me ha mandado el lobo feroz a que te coma-luego de eso solo sacó un poco su lengua saciendo notar que en realidad se trataba de una broma pesada.

Se sentó en una de las sillas cercanas al escritorio, la típica silla usada por la persona dueña de ese escritorio. Giró una vuelta en la silla con las piernas cruzadas y elegantemente, y dijo- Me ha mandado Kai, aunque esta claro que lo hizo él, esta claro que ambos consideramos impresindible que mepiezes a batallar a menos que te quieras suicidar y convertirte en un martir...

Las palabras de la reina no le molestaban en lo más mínimo. Conocía sus costumbres y prefería ignorarla. Mantuvo su sonrisa como antes. Sentada en frente a su escritorio escuchaba atentamente las palabras de la banshee. – Así que el lobo feroz esta tan preocupado por mi postura. ¡Qué detalle de su parte! - Volvió a sonreír. Seguía tratándola amablemente, pero le siguió la corriente con sus palabras.

- Etsuko entiendo lo que me dices. Y como dije antes no pienso quedarme atrás. No me dejaré caer por una guerra sin sentido. Creo que sabes cómo pienso sino no estarías aquí... Es un lindo detalle de tu parte el que te hallas molestado en viajar desde tan lejos para decirme todo esto. Sé que no lo haces por mí sino por tu propio interés personal y por tu amor a las disputas y las competencias. Quedate tranquila que no permitiré que Sairou perezca ante semejante guerra inútil. Esto también se lo dije a Kai. - Recordó molesta el trato que recibió de su parte el día anterior. - Pero cree que soy estúpida e inútil y sé que tu también lo piensas después de todo según ustedes soy el borreguito descarriado ¿no es así? - Volvió a sonreír intentando olvidarse del encuentro con ese demonio que tanto despreciaba...

Solto una leve sonrisa y dijo con malicia-Jamás dije que fueses un borrego descarriado... Más bien un borrego perdido, que justamente no es lo mismo... No cambies los conceptos de mis palabras...-aunque esto último sonaba más a reto que a pedido.

Con una sonrisa aun más macabra y casi con un tono de voz molestamente juguetón agregó-Seguramente, siguiendo la linea de tus pensamiento, mi querido borreguito perdido, planeas aliarte con algún país vecino... Aunque yo que vos no haría eso, ya que nadie te asegura que ellos no te terminan traicionando, después de todo, el mundo se mueve por el poder de los más fuertes y el dinero, todos estan dispuestos a engañarte con tal de conseguir el poder de Fernando I... En esta guerra nadie puede confiar ni en si mismo, después de todo es una pela todo contra todos...-

Señalo para una de las ventanas que daban para afuera del palacio y continuó con el mismo tono de voz anterior-A su vez, supongo, que no quieres que tu linda ciudad sea destruida en medio de los ataques entre países y los tuyos mueran... Aunque es muy provable que la cuidad tuya sea destruida, es el blanco más débil y fácil de atacar...

Suspiró ante las palabras de la banshee. No le sorprendía que estuviera bien al tanto de todas las cosas... – Por lo que veo estuviste haciendo tus investigaciones de siempre. La verdad no sé si es o no cierto, pero sabiendo lo que se obtendrá del resultado de esta guerra, no me sorprendería que haya engaños y traiciones. - Suspiró nuevamente agotada de la situación y de pensar en esa guerra. – La verdad que estoy cansada de todo esto... No sé cómo le pudo pasar a Fernando I todo eso, pero es entendible y creo saber que fue lo que lo llevó a terminar con su vida. Sabes no solo me preocupa el bienestar de mi pueblo sino el de todos. Sabes que odio las guerras, pero si no hay más remedio... - Dirigió su vista hacia la ventana. – Esta en una situación que nos concierne a todos. Lo importante es el bienestar de todos los habitantes de este mundo... - Volvió a mirarla y escuchó lo último que dijo sobre Sairou. – Y ahora me gustaría saber qué es lo que te lleva a decir eso sobre este reino... -

Su sonrisa se asentuó un poco y giró nuevamente una vuelta en la silla, con un tono de voz como si de una broma muy pesada se tratara dijo-Lo que me hace pensar eso es lo débil que eres como reina, en vez de pensar solo en los tuyos, piensas en el resto, bien sabes que si les tienes pena, ellos al final te terminaran venciendo. Ellos no van a ceder ante palabras bonitas, buscan algo que ni tu ni yo le podemos dar, algo llamado "poder". De eso se trata esta batalla, de ver quien es más apto que los demás...-se levantó de la silla y empezó a dar vuelta por el lugar. Hasta que llegó a una mesa un poco retirada del resto, donde había un jarrón viejo, casi una reliquia.

Lo miró por un rato y dijo asperamente-Este es un juego de ajedréz, las fichas se deben mover correctamente para que esto termine como debe de ser... si quieres que la guerra termine rápido te recomiendo de que juegues con sabiduría... Aunque eso no te asegura de que arriesgues la vida de todos en un movimientos, aunque la vida de unos pocos no es lo mismo que fertilizar el campo con la sangre de todo un pueblo...

- Ya sé eso, pero igual me preocupa. Son todos caprichos y cosas in sentido para mí. Ya lo dije antes, pero bueno... - Suspiró y se acercó a la ventana para sentir la brisa del viento en su cara. – Parecemos animales... Todo depende de la "supervivencia del más fuerte"... Y sigo pensando que es estúpido. Pero como ya te mencioné antes no voy a dejar que Sairou perezca y si tengo que luchar lo haré... aunque me duela en el alma. - Miraba los pajarillos que descansaban en los árboles y escuchaba su dulce cantar...

Estaba cansada de toda esa situación, pero no podía hacer nada con respecto a eso. Debía ser fuerte y pensar en el bienestar de los suyos. Haría todo lo posible por proteger a Sairou aunque no le gustaba la idea de la guerra...

Las cosas habían empezado a tomar el curso que ella deseaba y sus palabras se hacían cada vez más audibles-Si tanto lo dices entender, ¿por qué no empiezas a mover tus tropas?, sabes que entre más te decides, más es provable que mueran todos más rápido... Si no te movilizas, ¡caput!, de la noche a la mañana no habrá más vida en este lugar. No hay tiempo para meditaciones absurdas, empieza a movilizarte... Sabes bien que a penas tenga yo posibilidades te destruré sin lamentaciones ni cargo de conciencia, después de todo casi se puede decir que soy una reina que le gusta ver correr la sangre de quien sea...-estas palabras tenían casi a lo último un matiz macabro, casi de ultratumbra y meramente espeluznante.

Miró un globo terraqueo que estaba cerca de ella y lo empezó a ahcer girar, se paró de donde estaba y apuntó con su dedo en alguna parte del mapa mundi. -Mi misión en esta vida es conquistar Xion, sabe que pronto voy a preparar una bandeja de plata para vos y los tuyos... Pienso que tu cabeza estaría bien en una de esas hermosas bandejas que decoran el Castillo panóptico...-sus palabras cada vez tenía un tono más estremesedor. Muchos se habrían muerto del miedo que una banshee dijera algo así, después de todo las mejores banshees eran capases de predecir la muerte con sus lamentos.

Soltó una pequeña y corta risilla ante las palabras de la banshee. Adziel no le temía en lo más mínimo. Podía decir lo que quisiera y no le causaría en ella ningún tipo de efecto, después de todo había hacho un buen trabajo ignorando todas sus burlas y haciéndolas parecer como si fueran la nada misma. – Así que quieres destruirnos... Bueno esto es una guerra y me parece bien, pero... vamos a ver si lo logras. Ya te lo dije miles de veces: "no dejare que nada le pase a Sairou ni a mis hermanos". –

Luego de decir esto, se acercó a su escritorio y nuevamente tomó asiento en su silla. En su escritorio había muchas carpetas todas ordenadas por categorías. Buscó una en especial y luego de abrirla comenzó a leerla rápidamente. Luego de encontrar lo que quería, volvió a cerrarla y levantó la vista para mirar a su acompañante que estaba jugando con el globo terráqueo. – Bueno… no creo que tu cabeza se salve conociendo lo que acecha por detrás de tu espalda. Ese gran grupo parece peligroso. Creo que antes de preocuparte por esta guerra y por derrotar a los demás, deberías preocuparte por ti misma y cuidar más de ti... -

Sonrió de una forma petulante y dijo, mientras hacía girar por última vez el globo terraqueo, con tono serio y amenazador-Puede que mi cabeza termine en una bandeja de plata por los de la orden Flor de Loto, pero aun no es el momento para ello... A nadie del gobierno le conviene aun mi muerte... La guerra se acerca, esa es mi carta ganadora... Bien sabes que no me voy a quedar quieta hasta que empieze la guerra, y cuando empeze... Ya sabes que es lo que les espera a todos... No hace ni falta decirlo, después de todo somos pocos pero nos conocemos mucho...-

El día parecía acabarce ante estas palabras, aunque tal vez no era justamente acabarce, más buen había una extraña presencia oscura dentro de la habitación. Cerberos estaba siendo combocado hacía un rato, la bestia infernal. Hacía un rato Etsukose había cortado un poco los dedos para convocarlo, aunque no lo hacía para atacar, ya que eso requería de mucha sangre, era solo para que haga aparición. Seguramente Adziel ya había sentido la precencia de su "pequeña mascota" en el recinto.

Sonrió y dijo mirandola directamente a los ojos-Sabes lo que te espera si te opones a la guerra...

Sentía esa espeluznante presencia en la habitación. Al igual que ella su piedra captaba perfectamente esa aura y brillaba. Hacía tiempo había notado eso, pero se quedo tranquila pensando que en ese lugar y con los suyos estaba a salvo. Sabía que ella lo hacía para asustarla, pero no lo lograría, no en ese lugar y en ese momento.

Sonrió ante las palabras de la reina. – Me alegro que tengas todo tan calculado. Siempre eres así una persona que planea todo de antemano. - Luego dirigió su vista a las sombras. Veía como de a poco la criatura tomaba forma. Ese enorme perro de tres cabezas que era tan intimidante y espantoso como el infierno mismo. Los ojos de la criatura brillaban en la oscuridad que lo rodeaba. Esos ojos miraban amenazante a la joven arcángel…

La piedra de Adziel brillaba tanto como los ojos de ese monstruo. La ocultó entre sus ropas y siguió sonriendo tanto como antes, sin prestarle atención a las palabras de la banshee. – Perdón, pero realmente parece que no escuchaste lo que dije antes. Bueno no importa no volveré a repetir nada sobre mi postura con respecto a esa guerra... Después de todo ya lo dije miles de veces. -

Caminó un poco más al rededor de la habitación y dijo seriemanete-A partir de ahora si cometes un error seguramente tus ciudadanos lo pagaran, más te vale que mantengas todo esto bien vigilado y que empiezes a movilizarte vos y tus tropas, si no me parece que estas haciendo algo entretenido, juuro que no me quedaré con los brazos cruzados y vendré a destruir la cuidad-caminó hasta la ventana y se lastimó un poco más, cosa que ocacinó que Cerveros se mostrara en su totalidad en la habitación. Tal vez hasta la gente de todo el palacio ya se había dado cuenta, seguramente las tropas estaban empezndo a moverse para irla a atrapar o al menos detenerla.

Cada vez los pasos en las escaleras eran más fuerte ella sonrió ante lo divertido que se estaba poniendo todo, sin contar que seguramente nadie se esperaba la precencia de Cerberos en el lugar. Ya alguno de los presentes habían salido huyendo cuando sintieron su presencia, después de todo, ver a Cerveros no era para personas de "estómago débil".

Caminó en dirección de la ventana, ya era el momento de irse. Hizo que Cerveros hiciera un portal directo a su habitación y dijo macabramente-Que no te asombre tener pronto noticias mias y de mis planes... Sabelo, voy a destruirte lenta y dolorosamente, empezando por tu pueblo y los tuyos... Asegurate estar viva hasta el final...

Las palabras de Etsuko no eran más que simples e inútiles amenazas. Todo lo que hacía sus acciones, incluso la aparición de esa espeluznante criatura, no lograron inmutar su expresión. Las palabras y amenazas de la banshee se repetían constantemente y no le sorprendían para nada... A pesar de que hacia un momento atrás sonreía ahora su expresión era mucho más seria. Realmente ¿era necesario invocar a esa criatura? La respuesta era afirmativa. Si quería que tomara en serio todo lo dicho, mostrar esa criatura amenazante era la mejor opción. Adziel nunca dudo de ella. Sabía la clase de persona que era, pero no sería capaz de cometer ninguna imprudencia en un lugar extraño para ella como era Sairou. Como era de esperarse ante la presencia de ese monstruo, se escuchaban pasos por todo el castillo. Todos habían notado esa extraña aura y ahora la estaban buscando para mantener segura a la reina y a todo el castillo.

Cuando al fin escuchó las últimas palabras de la reina y la vio marcharse por ese portal, volvió a sonreír. – Piensas que dejare que me venzas... Nunca permitiré que hagas algo a este maravilloso reino ni a ninguno de sus habitantes. - Sabía que si quería preservar la seguridad de todos allí debía actuar rápido. Ya las fichas estaban puestas y ninguno de los reyes se echaría atrás. La avaricia había enceguecido a muchos y la indignación de la joven se notaba en todo su rostro.

Tomó su piedra y la observó con mucho detenimiento. Había dejado de brillar en el momento en que esa criatura abandonó la habitación. Por una extraña razón, Adziel se sentía segura cuando la tenía con ella. Las investigaciones que había hecho y las reacciones de la piedra mostraban lo rara y especial que era. Un poder extraño y casi místico dormía en ella y muy pronto despertaría de su letargo...