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Una gran sorpresa [Privado]
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Una gran sorpresa [Privado]
Un nuevo día había comenzado y, por extraño que pareciera, ese era su día libre. Después de tanto tiempo, se había permitido disfrutar de un tiempo de paz para olvidar sus tareas. Había decidido cambiar un poco la rutina, por lo que en cuanto terminó de asearse, se decidió por practicar algunas melodías que por días habían estado revoloteando por su mente. Gracias a su trabajo y sus preocupaciones, hacía tiempo que no tocaba ninguno de los instrumentos que guardaba en la sala de música. Extrañaba la tranquilidad que los mismos le brindaban y la exquisitez de las armonías que reproducían. Y fue la nostalgia, la que la llevó a recorrer los extensos pasillos hasta llegar a tan esperada habitación. Nada había cambiado. Se la veía reluciente y majestuosa como antes, adornada por todos sus preciados instrumentos. Ese era uno de los mejores lugares del castillo para pasar el tiempo. Nadie la molestaba allí puesto que generalmente cuando iba, pedía expresamente que no la interrumpieran durante sus prácticas a menos que fuese sumamente necesario. Eso le permitía disfrutar de paz y tranquilidad, alejada de todas sus obligaciones y de quienes allí trabajaban.
Sin embargo, luego de unas horas de práctica y otras de descanso, alguien llamó a la puerta. "¿Quién podrá ser?" Pensó por unos instantes mientras se ponía en pie y se acercaba a la enorme puerta junto con Fenrir. Giró el picaporte y entreabrió la misma para descubrir quien demandaba su atención. Un hombre alto y de negra cabellera, se acercó a Adziel luego de reverenciarla y le extendió una carta. El ángel, muy cortésmente se disculpó por la intromisión y le explicó cuál era la situación. Él era el mensajero a quien siempre acudía para ver a su amor secreto; el único cómplice que tenían.
No sabía exactamente cuál era el motivo de la misma puesto que habían acordado otra fecha para reencontrarse. Por un momento llegó a pensar que quizá había tenido algún percance que lo obligaba a verla antes, o que tenía intenciones de terminar con la relación. La última idea hizo que los bellos de sus brazos se le erizaran. ¿Podría ser posible aquello? Quizá se había cansado de ella y sería uno más en la lista de personas que la habían abandonado, pero no valía la pena llegar a conclusiones sin sentido. Sólo le quedaba leer la carta y descubrir de qué se trataba... La nota no explicaba ningún detalle. Era un mensaje corto y conciso que mostraba la urgencia del encuentro. La cita era ese mismo día al anochecer en el mismo lugar donde se habían conocido y donde realizaban todos los reencuentros. Por un momento recordó el mensaje anterior que le había mandado, que tenía exactamente las mismas características. No podía deducir nada del mismo, y tendría que esperar a más tarde para descubrir de qué se trataba.
Antes de partir, le dio algunas indicaciones al mensajero por si alguien llegaba a preguntar por ella. Sabía que no debía salir a esas altas horas de la noche, pero no había nada más que pudiera hacer, después de todo, no podía dejar esperando al joven sin un previo aviso.
Ya estaba lista para partir. Con la capa negra puesta sobre sí, la capucha acomodada de tal forma que ocultara su rostro, y Fenrir sellado, se encaminó hacia uno de los pasadizos para salir del lugar... Voló por un buen rato, luego de salir de los límites del castillo, hasta que llegó a destino y se dirigió hacia el interior de la cueva para esperar sentada en una de las rocas al joven que con tanta urgencia demandaba su presencia...
Sin embargo, luego de unas horas de práctica y otras de descanso, alguien llamó a la puerta. "¿Quién podrá ser?" Pensó por unos instantes mientras se ponía en pie y se acercaba a la enorme puerta junto con Fenrir. Giró el picaporte y entreabrió la misma para descubrir quien demandaba su atención. Un hombre alto y de negra cabellera, se acercó a Adziel luego de reverenciarla y le extendió una carta. El ángel, muy cortésmente se disculpó por la intromisión y le explicó cuál era la situación. Él era el mensajero a quien siempre acudía para ver a su amor secreto; el único cómplice que tenían.
No sabía exactamente cuál era el motivo de la misma puesto que habían acordado otra fecha para reencontrarse. Por un momento llegó a pensar que quizá había tenido algún percance que lo obligaba a verla antes, o que tenía intenciones de terminar con la relación. La última idea hizo que los bellos de sus brazos se le erizaran. ¿Podría ser posible aquello? Quizá se había cansado de ella y sería uno más en la lista de personas que la habían abandonado, pero no valía la pena llegar a conclusiones sin sentido. Sólo le quedaba leer la carta y descubrir de qué se trataba... La nota no explicaba ningún detalle. Era un mensaje corto y conciso que mostraba la urgencia del encuentro. La cita era ese mismo día al anochecer en el mismo lugar donde se habían conocido y donde realizaban todos los reencuentros. Por un momento recordó el mensaje anterior que le había mandado, que tenía exactamente las mismas características. No podía deducir nada del mismo, y tendría que esperar a más tarde para descubrir de qué se trataba.
Antes de partir, le dio algunas indicaciones al mensajero por si alguien llegaba a preguntar por ella. Sabía que no debía salir a esas altas horas de la noche, pero no había nada más que pudiera hacer, después de todo, no podía dejar esperando al joven sin un previo aviso.
Ya estaba lista para partir. Con la capa negra puesta sobre sí, la capucha acomodada de tal forma que ocultara su rostro, y Fenrir sellado, se encaminó hacia uno de los pasadizos para salir del lugar... Voló por un buen rato, luego de salir de los límites del castillo, hasta que llegó a destino y se dirigió hacia el interior de la cueva para esperar sentada en una de las rocas al joven que con tanta urgencia demandaba su presencia...
Adziel- Reina de Sairou
- Especie : Arcángel
Ocupación : Reina
Puntos : 226
Cantidad de envíos : 3242
Re: Una gran sorpresa [Privado]
La partida de su hogar fue algo dura, pero tenia sus motivos, y también, tenia sus ventajas. Una de ellas fue casi involuntaria, por así decirlo: lo mas sensato, en su situación, era estar bajo el asilo del reino mas lejano posible del que lo buscaba, que resultaba ser Sairou, el reino de su amada. Estaba liberado al fin del oficio tan absorbente que le mantenía separado de ella, y aunque no era eso lo único que los tenia lejos, los reencuentros ocurrirían mas seguido. Por otro lado, debía afrontar un hecho ineludible: si quería tener asilo y protección de la ciudad, decir que "estaba en una mala situación" no era, en si, razón suficiente. Y si Adziel le daba el asilo a pesar de ello, podrían haber sospechas de algo. ¿Era preferible que supiera por el de la razón de su huida, o por medio de algún desconfiado habitante de la ciudad? Ella merecía conocer el verdadero motivo por el que dejo su deber y ciudad.
Así, envió al mensajero, ese único ángel en todo Sairou que conocía su secreta relación, a llamar de urgencia a Adziel. No había tiempo que perder; probablemente, en esos momentos, Ragn estaría preparando ejércitos con el fin de avanzar por el mundo, en búsqueda de el. Galopaba el caballo hacia el lugar del encuentro, en tanto el, cubierto su rostro y cuerpo por una capucha, se disponía a pensar... ¿Como podría hacer, para explicar a ella algo que ni el comprendía del todo? Ese secreto que tan celosamente guardaba de todo el mundo, y que hasta ahora no tenia motivos para revelar, una vez que quiere sacarlo a descubierto, resultaba casi imposible el hacerlo. ¿Bastarían vagas explicaciones? Probablemente harían sospechar a su amada, o a cualquiera que le oyera, lo que se proponía realmente, porque simplemente decir "No se porque, pero el nuevo rey de Kounan, Ragn, me busca, y creo que algo malo pasara si me encuentra" Sonaba mas a barata excusa que verdadero relato. ¿Como hacer, como hacer...?
En fin... No le dio el tiempo para encontrar la respuesta a esta pregunta, porque para cuando se quiso dar cuenta, se encontraba ya frente a esa cascada, aquella tras la cual su amor nació y creció, siempre oculto... Bajo del animal y le ato en un árbol cercano, bien escondido entre los arboles. Y con paso presuroso, se dirigió a la caverna. Nada mas entrar, pudo verla allí sentada, esperándole. Se sintió contento de verle, a pesar de todo; su presencia calmaba su alma. -Me alegro que pudieras venir, querida...- Dijo, mientras descubría su rostro -Espero, sepas perdonar que te llamara tan repentinamente; sin embargo, mi situación lo demanda.-. A pesar de la felicidad que le invadía por tenerla frente a sus ojos, permaneció con una expresión seria en su rostro, puesto que no eran momentos de festejo. Estaba por confiarle su secreto mejor guardado, y debía hacerlo bien, o podría terminar todo terriblemente mal, tanto para el como para ella, y todo el mundo...
Así, envió al mensajero, ese único ángel en todo Sairou que conocía su secreta relación, a llamar de urgencia a Adziel. No había tiempo que perder; probablemente, en esos momentos, Ragn estaría preparando ejércitos con el fin de avanzar por el mundo, en búsqueda de el. Galopaba el caballo hacia el lugar del encuentro, en tanto el, cubierto su rostro y cuerpo por una capucha, se disponía a pensar... ¿Como podría hacer, para explicar a ella algo que ni el comprendía del todo? Ese secreto que tan celosamente guardaba de todo el mundo, y que hasta ahora no tenia motivos para revelar, una vez que quiere sacarlo a descubierto, resultaba casi imposible el hacerlo. ¿Bastarían vagas explicaciones? Probablemente harían sospechar a su amada, o a cualquiera que le oyera, lo que se proponía realmente, porque simplemente decir "No se porque, pero el nuevo rey de Kounan, Ragn, me busca, y creo que algo malo pasara si me encuentra" Sonaba mas a barata excusa que verdadero relato. ¿Como hacer, como hacer...?
En fin... No le dio el tiempo para encontrar la respuesta a esta pregunta, porque para cuando se quiso dar cuenta, se encontraba ya frente a esa cascada, aquella tras la cual su amor nació y creció, siempre oculto... Bajo del animal y le ato en un árbol cercano, bien escondido entre los arboles. Y con paso presuroso, se dirigió a la caverna. Nada mas entrar, pudo verla allí sentada, esperándole. Se sintió contento de verle, a pesar de todo; su presencia calmaba su alma. -Me alegro que pudieras venir, querida...- Dijo, mientras descubría su rostro -Espero, sepas perdonar que te llamara tan repentinamente; sin embargo, mi situación lo demanda.-. A pesar de la felicidad que le invadía por tenerla frente a sus ojos, permaneció con una expresión seria en su rostro, puesto que no eran momentos de festejo. Estaba por confiarle su secreto mejor guardado, y debía hacerlo bien, o podría terminar todo terriblemente mal, tanto para el como para ella, y todo el mundo...
Arok- Especie : Dragón.
Puntos : 19
Cantidad de envíos : 1327
Re: Una gran sorpresa [Privado]
El tiempo a medida que pasaba se le hacía cada vez más interminable. Ahora comprendía lo que probablemente sintió el dragón cuando esperaba por ella las veces anteriores. A pesar de eso, su mente estaba ocupada por dudas. Seguía desconcertada por la urgencia del encuentro porque incluso cuando ella lo había convocado en el pasado, habían sido algunos días antes. ¿Cuál podría ser el motivo del mismo? ¿Solamente era porque le hacía falta o había algo más detrás de todo eso? La soledad le estaba jugando una mala pasada. No quería pensar, pero esa era una de las pocas formas de lidiar con la ansiedad y los deseos que tenía de verlo nuevamente. Cada vez que tenían que encontrarse, los nervios y el miedo se adueñaban de su ser. Temía que los descubrieran y que todo terminara, o que le hicieran algo a Arok, aunque por más que lo intentaran, nunca lo permitiría y siendo la reina nadie se atrevería a contradecirla, o eso era lo que creía.
Necesitaba tranquilizarse o los nervios acabarían con lo poco que le quedaba de razón. Se levantó de la roca y caminó, yendo de un lado al otro de la cueva para distraer su mente con el simple ejercicio. Miraba a su alrededor, pero no veía nada. Absolutamente nada... La oscuridad de la cueva la atemorizaba. Estaba allí sola a merced de cualquiera que pudiera conocer ese pasaje secreto. Su cuerpo tiritaba por el frío, el miedo y los nervios. Quería que llegara lo antes posible y poder estrecharlo en sus brazos y sentirse una vez más segura y protegida en ellos. Él era uno de los pocos que le brindaban esa seguridad. ¿Qué sería su vida sin él? Poco cambiaría dada las circunstancias y la distancia que los separaba, pero aún así, saber que él estaba allí, en algún lugar de ese mundo, le bastaba. Ahora se había convertido en su todo...
Volvió a tomar asiento y se abrazó a sí misma para tranquilizarse. Cerró los ojos y comenzó a dejarse llevar por el dulce sonido del agua que caía a pocos metros de donde estaba. Mientras transcurría el tiempo, el sueño comenzaba a dominarla y la conciencia, a abandonarla. No tardó mucho en caer dormida; el peor de los errores que podía haber permitido que ocurriera. Estaba sola en ese lugar a merced de cualquiera que pretendiera aprovecharse de ella. Fenrir estaba sellado y no había forma de liberarlo a menos que ella misma lo convocara. Si Arok no se apresuraba, quien supiera sobre ese lugar y la encontrara, si era un enemigo, podría acabar fácilmente con ella sin que pudiera hacer algo para defenderse. No había nada que pudiera hacer, puesto que hacía mucho tiempo que no dormía como era debido y aún menos con los extraños sueños que la perseguían todas las noches. ¿Qué eran esos sueños? No lo sabía con exactitud y eran pocos los que recordaba. Esos eran los que se habían cumplido. Al menos en un principio no comprendía su significado hasta que comenzó a analizarlos y comprendió que estaban "codificados". Los últimos habían sido los más extraños y eran uno de los pocos que no podía recordar, pero le dejaban un gusto amargo cada vez que intentaba hacer memoria y una sensación de terror y desesperación. Quizá con el tiempo, pudiera recordar alguno y si era una de sus extrañas premoniciones, podría evitar una catástrofe.
Nuevamente, y como ocurría cada vez que cerraba los ojos, las imágenes en su mente dormida se hicieron turbias, figuras extrañas, sombras que danzaban, sangre, dolor, miedo; todas sensaciones que hacían que su cuerpo temblara. Se levantó de repente, jadeando y temblando cuando ya no pudo soportar más lo que veía, y pocos minutos después, vio entrar a una figura alta cubierta por una túnica y una capucha. ¿Quién era? Tenía que ser él y de hecho lo era. Cuando Arok descubrió su rostro, la fémina dejó escapar un suspiro de alivio y sonrió. Se puso en pie y se acercó a él para abrazarlo y que con su presencia y su cuidado pudiera tranquilizarse, pero las palabras y el semblante serio que podía apreciar en él hicieron que se detuviera. La expresión de Adziel cambió también y volvió a mostrar temor. Negó con la cabeza para restarle importancia a las primeras palabras de Arok y respondió: —No te preocupes, pero ¿a qué te refieres? ¿Qué ocurre? —Estaba confundida y preocupada. El sueño mismo había dejado su marca en su delicado cuerpo. Se abrazó nuevamente a sí misma por debajo de la túnica y trató de calmarse. Fijó sus orbes en los del dragón esperando que su presencia pudiera sosegarla...
Necesitaba tranquilizarse o los nervios acabarían con lo poco que le quedaba de razón. Se levantó de la roca y caminó, yendo de un lado al otro de la cueva para distraer su mente con el simple ejercicio. Miraba a su alrededor, pero no veía nada. Absolutamente nada... La oscuridad de la cueva la atemorizaba. Estaba allí sola a merced de cualquiera que pudiera conocer ese pasaje secreto. Su cuerpo tiritaba por el frío, el miedo y los nervios. Quería que llegara lo antes posible y poder estrecharlo en sus brazos y sentirse una vez más segura y protegida en ellos. Él era uno de los pocos que le brindaban esa seguridad. ¿Qué sería su vida sin él? Poco cambiaría dada las circunstancias y la distancia que los separaba, pero aún así, saber que él estaba allí, en algún lugar de ese mundo, le bastaba. Ahora se había convertido en su todo...
Volvió a tomar asiento y se abrazó a sí misma para tranquilizarse. Cerró los ojos y comenzó a dejarse llevar por el dulce sonido del agua que caía a pocos metros de donde estaba. Mientras transcurría el tiempo, el sueño comenzaba a dominarla y la conciencia, a abandonarla. No tardó mucho en caer dormida; el peor de los errores que podía haber permitido que ocurriera. Estaba sola en ese lugar a merced de cualquiera que pretendiera aprovecharse de ella. Fenrir estaba sellado y no había forma de liberarlo a menos que ella misma lo convocara. Si Arok no se apresuraba, quien supiera sobre ese lugar y la encontrara, si era un enemigo, podría acabar fácilmente con ella sin que pudiera hacer algo para defenderse. No había nada que pudiera hacer, puesto que hacía mucho tiempo que no dormía como era debido y aún menos con los extraños sueños que la perseguían todas las noches. ¿Qué eran esos sueños? No lo sabía con exactitud y eran pocos los que recordaba. Esos eran los que se habían cumplido. Al menos en un principio no comprendía su significado hasta que comenzó a analizarlos y comprendió que estaban "codificados". Los últimos habían sido los más extraños y eran uno de los pocos que no podía recordar, pero le dejaban un gusto amargo cada vez que intentaba hacer memoria y una sensación de terror y desesperación. Quizá con el tiempo, pudiera recordar alguno y si era una de sus extrañas premoniciones, podría evitar una catástrofe.
Nuevamente, y como ocurría cada vez que cerraba los ojos, las imágenes en su mente dormida se hicieron turbias, figuras extrañas, sombras que danzaban, sangre, dolor, miedo; todas sensaciones que hacían que su cuerpo temblara. Se levantó de repente, jadeando y temblando cuando ya no pudo soportar más lo que veía, y pocos minutos después, vio entrar a una figura alta cubierta por una túnica y una capucha. ¿Quién era? Tenía que ser él y de hecho lo era. Cuando Arok descubrió su rostro, la fémina dejó escapar un suspiro de alivio y sonrió. Se puso en pie y se acercó a él para abrazarlo y que con su presencia y su cuidado pudiera tranquilizarse, pero las palabras y el semblante serio que podía apreciar en él hicieron que se detuviera. La expresión de Adziel cambió también y volvió a mostrar temor. Negó con la cabeza para restarle importancia a las primeras palabras de Arok y respondió: —No te preocupes, pero ¿a qué te refieres? ¿Qué ocurre? —Estaba confundida y preocupada. El sueño mismo había dejado su marca en su delicado cuerpo. Se abrazó nuevamente a sí misma por debajo de la túnica y trató de calmarse. Fijó sus orbes en los del dragón esperando que su presencia pudiera sosegarla...
Adziel- Reina de Sairou
- Especie : Arcángel
Ocupación : Reina
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Re: Una gran sorpresa [Privado]
-No me es fácil explicarte esto, Adziel; mas aun porque no tengo muy claras memorias sobre mi mas antiguo pasado...- Empezó el dragón a hablar, intentando hacer memoria de lo inexistente.-Supongo, habrás oído sobre el ascenso del nuevo rey de Kounan...- Como buen historiador, dejo a la joven un espacio de tiempo para que pudiera comentar sobre ello. Armaba esta historia en su mente, esta corta explicación, y debía hacerlo de modo que sonara creíble. No podía mentirle, pero no conocía demasiados detalles. ¿Creería ella esta historia? Se lo narraba a si mismo en el camino a la cueva, sin éxito alguno. Era una historia muy confusa, pero ahora no podía dejarlo; Adziel ahí estaba presente, ya la narración comenzó, y en todo caso cualquier intento de investigar esto seria cuando menos peligroso.-Ese hombre... "Ragn"... tan solo oír su nombre me estremecí cuando recibí la noticia. Necesito estar lo mas lejos posible de el...- Continuo su relato, en tanto pensaba en lo miles de veces mejor que pudo hacerlo si lo hubiere dicho de otra forma.-No logro entender el porque, pero presiento que lo peor que podría suceder es que me encuentre.-
¿Pero, como era que un hombre tan seguro, tan fluido en el habla, se encontrara en dificultad para explicar algo tan simple? ¿Que era ese aparente apuro que le hacia hablar torpemente, que provocaba un cambio tan grande en el temple de tan distinguido sujeto? El miedo, eso era... Sus presentimientos, para que mentir, mas que ello eran profundos temores, temores arraigados a su mente por el aprecio que sintió en sus orígenes por Xion. Era un hombre preparado, listo para enfrentar grandes retos. Contaba con la fuerza, con la destreza, la habilidad de superar las mares mas encrespadas y las bestias mas horrendas; pero se sostenía débilmente en pie ante ese temor, tan profundo como el que nos obliga a nadar hacia arriba cuando pasamos mucho tiempo bajo el agua. Pero este era diferente; el segundo, generalmente conocido como "instinto de supervivencia", es un temor egoísta que al final siempre lleva a la persona a hacer cuanto fuere necesario por su vida, y pocos héroes lo superan. En cambio, este era un instinto altruista, que se ocupaba de preservar no una, sino todas las vidas posibles. Y así, los mas grades héroes jamas podrían ser capaces de superarlo, porque se plantean y colocan a si mismos su propia versión de este instinto, y romper con esta regla resulta casi un sacrilegio.
Al final, que el verdadero mayor sacrificio, que es el bienestar de todo el mundo, jamas se realiza bajo ningún concepto. Y de este modo es como, irónicamente, el bienestar de todos se vuelve algo mas lejano cada vez...
OFF: perdón por el post corto y párrafo y medio de relleno filosófico... Primero que no cuento con el tiempo, y segundo que lo filosófico después me va a servir para algo que planeo :3
¿Pero, como era que un hombre tan seguro, tan fluido en el habla, se encontrara en dificultad para explicar algo tan simple? ¿Que era ese aparente apuro que le hacia hablar torpemente, que provocaba un cambio tan grande en el temple de tan distinguido sujeto? El miedo, eso era... Sus presentimientos, para que mentir, mas que ello eran profundos temores, temores arraigados a su mente por el aprecio que sintió en sus orígenes por Xion. Era un hombre preparado, listo para enfrentar grandes retos. Contaba con la fuerza, con la destreza, la habilidad de superar las mares mas encrespadas y las bestias mas horrendas; pero se sostenía débilmente en pie ante ese temor, tan profundo como el que nos obliga a nadar hacia arriba cuando pasamos mucho tiempo bajo el agua. Pero este era diferente; el segundo, generalmente conocido como "instinto de supervivencia", es un temor egoísta que al final siempre lleva a la persona a hacer cuanto fuere necesario por su vida, y pocos héroes lo superan. En cambio, este era un instinto altruista, que se ocupaba de preservar no una, sino todas las vidas posibles. Y así, los mas grades héroes jamas podrían ser capaces de superarlo, porque se plantean y colocan a si mismos su propia versión de este instinto, y romper con esta regla resulta casi un sacrilegio.
Al final, que el verdadero mayor sacrificio, que es el bienestar de todo el mundo, jamas se realiza bajo ningún concepto. Y de este modo es como, irónicamente, el bienestar de todos se vuelve algo mas lejano cada vez...
OFF: perdón por el post corto y párrafo y medio de relleno filosófico... Primero que no cuento con el tiempo, y segundo que lo filosófico después me va a servir para algo que planeo :3
Arok- Especie : Dragón.
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Re: Una gran sorpresa [Privado]
Las palabras de su amado quedaron grabadas en su mente mientras lo escuchaba con atención. Observaba las expresiones del joven mientras trataba de descubrir cuáles serían sus próximas palabras hasta que escuchó una pregunta que la obligó a responder y dejar a un lado sus pensamientos. —Sí, recuerdo su nombre... Ragn se hacía llamar. Aún no comprendo qué fue lo que ocurrió en ese reino, pero es probable que sus conflictos internos afecten al resto de los reinos. —No sólo había contestado la pregunta que le habían hecho sino que también había expresado sus temores en cierta forma. Pero ¿qué tenía que ver ese ser con Arok? ¿Acaso el dragón sabía algo más? Y entonces... ¿por qué decía que no recordaba su pasado? Tenían que estar emparentados de alguna forma... Lo peor en esa vida y en ese mundo en particular era no tener recuerdo alguno de uno mismo. Lo había visto antes: muchos que simplemente no sabían quienes eran, otros que lo había olvidado por algún infortunio y otros tantos que preferían olvidar aunque no pudieran hacerlo. Los recuerdos o la falta de ellos podían volverse en un arma de doble filo dependiendo de la situación. En el caso de Adziel, olvidar uno de sus extraños sueños podía significarle a todos un gran problema puesto que en su gran mayoría estaban ligados a hechos futuros cercanos o no, pero que podrían tener una gran repercusión en el reino o en el mundo y por las posteriores palabras que el joven había pronunciado, el hecho de no recordar su pasado también representaría un golpe increíblemente duro para todos. No estaba jugando; nada de lo que decía parecía ser parte de una broma de mal gusto. ¿Podría ser sólo un simple temor infundado que tenía Arok o era todo cierto? Creía ciegamente en él, no sólo porque era su pareja sino también porque ella misma había tenido experiencias similares.
Luego de las últimas palabras del joven, se acercó a él y tomó sus manos para brindarle su apoyo. —Entonces hay que evitar que eso ocurra y tratar de descubrir quién es en realidad. Pero ¿dónde planeas ocultarte? ¿Qué ocurrió con Kutou y la Orden? ¿Alguien más sabe sobre esto? —Todas esas preguntas salieron de sus labios sin poder controlarlas. Seguramente pronto se formularía muchas más, pero consideraba a esas como las principales... Kutou había sido el hogar del dragón desde siempre, o eso tenía entendido. Siendo miembro de una de las ordenes le otorgaba privilegios que otros no tenían, pero aún así, si debía enfrentarse en algún conflicto bélico con Kounan, tendría que participar de la pelea y si ese misterioso ser lo descubría, lo inesperado pasaría. ¿Qué era lo que le causaba tanto temor a su amado, tanto como para pedir hablar con ella tan de repente? Ese mismo hecho le demostraba que la situación era seria y que debían proceder con sumo cuidado. Puede que no recordase los porqués, mas era mejor prevenir que luego curar.
Luego de las últimas palabras del joven, se acercó a él y tomó sus manos para brindarle su apoyo. —Entonces hay que evitar que eso ocurra y tratar de descubrir quién es en realidad. Pero ¿dónde planeas ocultarte? ¿Qué ocurrió con Kutou y la Orden? ¿Alguien más sabe sobre esto? —Todas esas preguntas salieron de sus labios sin poder controlarlas. Seguramente pronto se formularía muchas más, pero consideraba a esas como las principales... Kutou había sido el hogar del dragón desde siempre, o eso tenía entendido. Siendo miembro de una de las ordenes le otorgaba privilegios que otros no tenían, pero aún así, si debía enfrentarse en algún conflicto bélico con Kounan, tendría que participar de la pelea y si ese misterioso ser lo descubría, lo inesperado pasaría. ¿Qué era lo que le causaba tanto temor a su amado, tanto como para pedir hablar con ella tan de repente? Ese mismo hecho le demostraba que la situación era seria y que debían proceder con sumo cuidado. Puede que no recordase los porqués, mas era mejor prevenir que luego curar.
- Off:
- Perdón de nuevo por la demora y por lo corto >.<
Adziel- Reina de Sairou
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