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Doux souvenirs. [Privado]
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Xion World :: Lago
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Doux souvenirs. [Privado]
Hacia muy poco que había llegado aquel reino, recorriendo la ciudad principal, llena de personas, no me era muy agradable hallarme rodeado de gente, los lugares concurridos me eran extremadamente molestos pues yo era algo claustrofóbico. La privacidad y tranquilidad era algo que se me había otorgado y adoraba con todo mi ser. Recorrí toda metrópoli hasta la llegada a algo mucho mas rural, pasando unos pueblecillos, admirando la sencillez de estos, realmente encantadores, algo abandonados pero bellos.
No sabia que hacia allí, y mucho menos que es lo que iba a hacer después de que el sol se ocultase. Si bien poco me importaba que pasase, estaba decidido a quedarme en Sairou aun que fuese hasta que pudiese verla a ella. Después de todo ¿A dónde iría? Aquel reino era el único indicio de la familia que alguna vez tuve. Deseaba recuperarla, y saber aun mas donde se encontraba la chica que atormentaba sus pensamientos y sueños, sabia que era importante saberlo y aun mas que estaba seguro de que de ella dependería que mas fragmentos de mi memoria regresasen, después de todo, el primer cristal que encontré se relacionaba a ella.. Tan pequeños.. Lo que sentía hacia aquel suceso era nostalgia, la ternura que aquella niña me provocaba era sublime.
Después de mi larga caminata, el sol se hallaba a medio cielo. Sentía como mi cuerpo ardía, debido a que los rayos de la esfera amarillenta me habían estado dando durante todo el día, solo pude encontrar cobijo bajo la sombra de un gran árbol que se encontraba a las orillas del lago, no me lo pensé dos veces y me propuse a despojarme de mis prendas, dejando solo la parte de abajo. Decidí dirigirme directamente hacia el gran charco sumergiéndome en el, la cristalina agua que poseía era fresca, helada, algo sorprendente debido a la estación; otoño. Cuando por fin termine mi pequeña ducha el clima se encontraba cambiado, los arboles eran mecidos por el viento bruscamente, haciendo a sus hojas caer sin la mas mínima muestra de sutileza.
Camine hasta salir de el lago, y me tumbe en el verde pasto que se encontraba en el suelo, olía a frescura, realmente bien, algo inconfundible. Mi estomago gruño haciéndome reír, mas mi agudo sentido de el olfato pudo llevar mi vista a un árbol con algunos frutos, escasos pero mejor que nada. Me arrastre hasta el pues me encontraba aun muy agotado, mi fuerza me dio para agitar su tronco, lo suficiente para hacer algunos caer. Los tome y dirigí a mi boca sin dudarlo, no estaban tan mal.. Hacia días que no probaba alimento mas mi cuerpo era lo suficientemente resistente y la vitalidad no era tan afectada debería con uno normal. Para después abrir lo único que llevaba conmigo, una pequeña mochila la cual no contenía mas que un lápiz y una pequeña libreta, llena de mis bocetos. Mi inspiración volvió, tratando de dibujar aquella “visión” como gustaba llamarle.. Adziel.. Lo hice lo mas parecido que pude, haciendo énfasis en los ojos cautivantes que poseía.. Para después dejarlo a un lado y dedicarme en el intento de un pajarillo que se encontraba revoloteando alrededor mía.
Después de aquello me recosté de nuevo, deje mi libreta al lado y así fue como mis pensamientos y sensaciones se esfumaron completamente dejando a mi vista solo el oscuro color que provocaban mis parpados al hallarse caídos.
No sabia que hacia allí, y mucho menos que es lo que iba a hacer después de que el sol se ocultase. Si bien poco me importaba que pasase, estaba decidido a quedarme en Sairou aun que fuese hasta que pudiese verla a ella. Después de todo ¿A dónde iría? Aquel reino era el único indicio de la familia que alguna vez tuve. Deseaba recuperarla, y saber aun mas donde se encontraba la chica que atormentaba sus pensamientos y sueños, sabia que era importante saberlo y aun mas que estaba seguro de que de ella dependería que mas fragmentos de mi memoria regresasen, después de todo, el primer cristal que encontré se relacionaba a ella.. Tan pequeños.. Lo que sentía hacia aquel suceso era nostalgia, la ternura que aquella niña me provocaba era sublime.
Después de mi larga caminata, el sol se hallaba a medio cielo. Sentía como mi cuerpo ardía, debido a que los rayos de la esfera amarillenta me habían estado dando durante todo el día, solo pude encontrar cobijo bajo la sombra de un gran árbol que se encontraba a las orillas del lago, no me lo pensé dos veces y me propuse a despojarme de mis prendas, dejando solo la parte de abajo. Decidí dirigirme directamente hacia el gran charco sumergiéndome en el, la cristalina agua que poseía era fresca, helada, algo sorprendente debido a la estación; otoño. Cuando por fin termine mi pequeña ducha el clima se encontraba cambiado, los arboles eran mecidos por el viento bruscamente, haciendo a sus hojas caer sin la mas mínima muestra de sutileza.
Camine hasta salir de el lago, y me tumbe en el verde pasto que se encontraba en el suelo, olía a frescura, realmente bien, algo inconfundible. Mi estomago gruño haciéndome reír, mas mi agudo sentido de el olfato pudo llevar mi vista a un árbol con algunos frutos, escasos pero mejor que nada. Me arrastre hasta el pues me encontraba aun muy agotado, mi fuerza me dio para agitar su tronco, lo suficiente para hacer algunos caer. Los tome y dirigí a mi boca sin dudarlo, no estaban tan mal.. Hacia días que no probaba alimento mas mi cuerpo era lo suficientemente resistente y la vitalidad no era tan afectada debería con uno normal. Para después abrir lo único que llevaba conmigo, una pequeña mochila la cual no contenía mas que un lápiz y una pequeña libreta, llena de mis bocetos. Mi inspiración volvió, tratando de dibujar aquella “visión” como gustaba llamarle.. Adziel.. Lo hice lo mas parecido que pude, haciendo énfasis en los ojos cautivantes que poseía.. Para después dejarlo a un lado y dedicarme en el intento de un pajarillo que se encontraba revoloteando alrededor mía.
Después de aquello me recosté de nuevo, deje mi libreta al lado y así fue como mis pensamientos y sensaciones se esfumaron completamente dejando a mi vista solo el oscuro color que provocaban mis parpados al hallarse caídos.
Xyrzel- Habitante de Sairou
- Especie : Arcángel
Ocupación : Maestro
Puntos : 4
Cantidad de envíos : 5
Re: Doux souvenirs. [Privado]
Esa era una noche singular; una que hacía mucho tiempo nadie había vivido. Un silbido ensordecedor podía escucharse entre las frondosas copas de los árboles que rodeaban las construcciones aledañas en toda la extensión del Reino. Parecía el mismo grito de las banshees que anunciaban los malos presagios que pronto podrían ocurrir. El viento era tan intenso que parecía que podría derrumbar las paredes de cualquiera de los edificios con los que se topara. ¿Qué podría pasar esa noche? Nadie lo sabía, mas los habitantes consideraron que lo mejor sería refugiarse en sus hogares para escapar de la intensa tormenta que se avecinaba. El ambiente era frío, pero la humedad lo volvía sumamente pesado. Pocos podían tolerar un clima similar y se veían afectados por estas condiciones desfavorables. Muchos se hundían en sus camas esperando que, cuando al día siguiente volvieran a abrir los ojos, se encontraran con un día agradable y soleado, que les permitiera retomar sus actividades diarias. No obstante, la fuerza de los vientos les hacía reconocer que quizá no se cumplieran sus deseos.
¿Qué podría significar esa tormenta en la vida de los miles de ángeles que vivían allí? ¿Generaría alguna clase de daño material? Y si así fuera, la monarca invertiría nuevamente para poder devolverle el esplendor a la ciudad en el menor tiempo posible como lo había hecho tiempo antes, luego del bombardeo a Sairou. La arcángel llevaba sobre sus hombros una gran carga que no podía compartirla con nadie. Si estuviera su hermana quizá tendría a alguien con quien contar, alguien de su propia sangre que la ayudaría cuando más lo necesitara, mas ese no era el caso. La falta de ese apoyo era lo que le quitaba el sueño por las noches. Eran tantas las preocupaciones que tenía que incluso los malos presentimientos se volvían pesadillas que invadían su mente por las noches. De no ser por ellas, podría rendir al máximo en su trabajo, pero no sabía que podría hacer para revertir la situación. ¿Cuánto más podría vivir así?
Esa noche fue la única excepción. Por alguna extraña razón había logrado conciliar el sueño más pronto de lo que esperaba. Puede que la razón fuera simplemente el sueño que venía acumulando por semanas o más bien por meses, pero aún así era un tanto peculiar. Al despertar en medio de la noche, creyó que estaría sumamente cansada; sin embargo, se sentía mejor que nunca, como si nunca se hubiera desvelado antes. Eso le recordaba a cuando era una niña. La falta de obligaciones la desligaba de todo tipo de preocupación puesto que era su madre quien se encargaba de todos los asuntos políticos y económicos del reino. Ella podía jugar y divertirse como cualquier otra niña de su edad. Siempre reía; se podría decir que disfrutaba al máximo de su niñez. Era como si hubiera vuelto al pasado y reviviera esas maravillosas épocas. Se estiró un poco y miró a su alrededor buscando a Fenrir, pero no pudo encontrarlo. En su lugar la piedra brillaba con intensidad. —¡Qué rayos ocurre! —se dijo confundida mientras revolvía su flequillo y lo apartaba de su rostro. Era la primera vez que el lobo entraba en la piedra sólo, pero aún así no podía culparlo, el cansancio se había apoderado de la mítica criatura y la mejor forma que tenía para reponer sus energías era sellando nuevamente sus poderes. "Pobre Fenrir" pensó la joven en tanto se ponía de pie y se dirigía a la puerta para salir. Dio unos pasos hasta detenerse. Entreabrió la puerta y se asomó para observar. ¿Qué era eso? Ruidos, pasos, voces... ¿Quiénes podrían estar despiertos a esa hora y qué era lo que hacían? ¿Podrían ser intrusos? ¿O eran simplemente los que trabajaban en el castillo? Salió de la habitación para descubrir de quién se trataba. La piedra aún seguía brillando, pero a pesar de ello no podía ver absolutamente nada. El ambiente era denso y la oscuridad reinaba en todo el lugar. Debía caminar con cuidado para no tropezar y buscar con las manos la ubicación de los muebles. ¿Qué estaba pasando? Estaba tan desorientada que no podía dar con ninguno de ellos, era como si los hubieran cambiado de lugar. Negó con la cabeza y continuó abriéndose paso por el extenso pasillo, hasta que llegó a una habitación y se detuvo. Un resplandor débil se asomaba por una de las esquinas de la puerta. La curiosidad de la joven tomó control de su cuerpo y al oír las voces se asomó apenas para ver quienes estaban allí. Había tres figuras, una mayor y dos más diminutas. ¿Quiénes eran? Reconocía las voces... ¿Podrían ser ellos? Abrió más la puerta para intentar verlos mejor. ¡Eran ellos! Les hablaba, pero no la escuchaban. Se desesperó tanto que su rostro comenzaron a brotar lágrimas. Su cuerpo perdió altura y su cabello se volvió más corto. ¿Qué era todo eso? ¿Magia? Estaba aterrada, miraba sus diminituas manos y a los presentes. El niño a quién recién había recordado comenzó a desvanecerse y Adziel corrió hacía él, exasperada por evitar que desapareciera. —No, no. Por favor no... —Decía la niña llorando y extendió sus brazos para estrecharlo, pero cuando lo intentó, el niño se volvió humo. —No... —Cayó al suelo llorando acongojada mientras tomaba su rostro y poco después perdió el conocimiento. Cuando al fin despertó, se encontraba nuevamente en su habitación. Se miró sus manos y su cuerpo. Todo había vuelto a la normalidad. La piedra emitió sus últimos destellos y Fenrir abrió los ojos. Estaba a su lado, nunca se había marchado. Entonces... ¿qué fue ese extraño sueño? Aún lloraba y no podía quitarse de la cabeza esa imagen y el nombre del niño. Se levantó de golpe y salió por la ventana. Voló lo más rápido que pudo. Quería alejarse del castillo. No obstante, por la fuerza de los vientos se vio obligada a descender. Continuó caminando a paso rápido. No tenía idea de donde estaba, mas poco le importaba. No podía ver por donde iba, las lágrimas había opacado su visión por lo que no pudo evitar tropezar con el cuerpo de un joven que se encontraba en el lugar. Había caído sobre él... —Lo lamento... No veía por donde iba... —Se hizo a un lado y bajó la mirada apenada. No sabía que podía hacer, estaba triste y no sabía exactamente porqué, pero sus lágrimas y su corazón lo indicaban. Intentó secar sus lágrimas antes de levantar la mirada. Por un momento se quedó rígida, intentando descubrir de quien se trataba puesto que por alguna extraña razón el joven le resultaba familiar. No era normal. La poca luz que había en el lugar le impedía distinguir los rasgos del rostro del arcángel, pero aún así tenía un extraño presentimiento que hacía que su ritmo cardíaco aumentara. A pesar de que no tenía una razón lógica para explicar tal reacción, seguramente no tardaría en averiguarlo...
¿Qué podría significar esa tormenta en la vida de los miles de ángeles que vivían allí? ¿Generaría alguna clase de daño material? Y si así fuera, la monarca invertiría nuevamente para poder devolverle el esplendor a la ciudad en el menor tiempo posible como lo había hecho tiempo antes, luego del bombardeo a Sairou. La arcángel llevaba sobre sus hombros una gran carga que no podía compartirla con nadie. Si estuviera su hermana quizá tendría a alguien con quien contar, alguien de su propia sangre que la ayudaría cuando más lo necesitara, mas ese no era el caso. La falta de ese apoyo era lo que le quitaba el sueño por las noches. Eran tantas las preocupaciones que tenía que incluso los malos presentimientos se volvían pesadillas que invadían su mente por las noches. De no ser por ellas, podría rendir al máximo en su trabajo, pero no sabía que podría hacer para revertir la situación. ¿Cuánto más podría vivir así?
Esa noche fue la única excepción. Por alguna extraña razón había logrado conciliar el sueño más pronto de lo que esperaba. Puede que la razón fuera simplemente el sueño que venía acumulando por semanas o más bien por meses, pero aún así era un tanto peculiar. Al despertar en medio de la noche, creyó que estaría sumamente cansada; sin embargo, se sentía mejor que nunca, como si nunca se hubiera desvelado antes. Eso le recordaba a cuando era una niña. La falta de obligaciones la desligaba de todo tipo de preocupación puesto que era su madre quien se encargaba de todos los asuntos políticos y económicos del reino. Ella podía jugar y divertirse como cualquier otra niña de su edad. Siempre reía; se podría decir que disfrutaba al máximo de su niñez. Era como si hubiera vuelto al pasado y reviviera esas maravillosas épocas. Se estiró un poco y miró a su alrededor buscando a Fenrir, pero no pudo encontrarlo. En su lugar la piedra brillaba con intensidad. —¡Qué rayos ocurre! —se dijo confundida mientras revolvía su flequillo y lo apartaba de su rostro. Era la primera vez que el lobo entraba en la piedra sólo, pero aún así no podía culparlo, el cansancio se había apoderado de la mítica criatura y la mejor forma que tenía para reponer sus energías era sellando nuevamente sus poderes. "Pobre Fenrir" pensó la joven en tanto se ponía de pie y se dirigía a la puerta para salir. Dio unos pasos hasta detenerse. Entreabrió la puerta y se asomó para observar. ¿Qué era eso? Ruidos, pasos, voces... ¿Quiénes podrían estar despiertos a esa hora y qué era lo que hacían? ¿Podrían ser intrusos? ¿O eran simplemente los que trabajaban en el castillo? Salió de la habitación para descubrir de quién se trataba. La piedra aún seguía brillando, pero a pesar de ello no podía ver absolutamente nada. El ambiente era denso y la oscuridad reinaba en todo el lugar. Debía caminar con cuidado para no tropezar y buscar con las manos la ubicación de los muebles. ¿Qué estaba pasando? Estaba tan desorientada que no podía dar con ninguno de ellos, era como si los hubieran cambiado de lugar. Negó con la cabeza y continuó abriéndose paso por el extenso pasillo, hasta que llegó a una habitación y se detuvo. Un resplandor débil se asomaba por una de las esquinas de la puerta. La curiosidad de la joven tomó control de su cuerpo y al oír las voces se asomó apenas para ver quienes estaban allí. Había tres figuras, una mayor y dos más diminutas. ¿Quiénes eran? Reconocía las voces... ¿Podrían ser ellos? Abrió más la puerta para intentar verlos mejor. ¡Eran ellos! Les hablaba, pero no la escuchaban. Se desesperó tanto que su rostro comenzaron a brotar lágrimas. Su cuerpo perdió altura y su cabello se volvió más corto. ¿Qué era todo eso? ¿Magia? Estaba aterrada, miraba sus diminituas manos y a los presentes. El niño a quién recién había recordado comenzó a desvanecerse y Adziel corrió hacía él, exasperada por evitar que desapareciera. —No, no. Por favor no... —Decía la niña llorando y extendió sus brazos para estrecharlo, pero cuando lo intentó, el niño se volvió humo. —No... —Cayó al suelo llorando acongojada mientras tomaba su rostro y poco después perdió el conocimiento. Cuando al fin despertó, se encontraba nuevamente en su habitación. Se miró sus manos y su cuerpo. Todo había vuelto a la normalidad. La piedra emitió sus últimos destellos y Fenrir abrió los ojos. Estaba a su lado, nunca se había marchado. Entonces... ¿qué fue ese extraño sueño? Aún lloraba y no podía quitarse de la cabeza esa imagen y el nombre del niño. Se levantó de golpe y salió por la ventana. Voló lo más rápido que pudo. Quería alejarse del castillo. No obstante, por la fuerza de los vientos se vio obligada a descender. Continuó caminando a paso rápido. No tenía idea de donde estaba, mas poco le importaba. No podía ver por donde iba, las lágrimas había opacado su visión por lo que no pudo evitar tropezar con el cuerpo de un joven que se encontraba en el lugar. Había caído sobre él... —Lo lamento... No veía por donde iba... —Se hizo a un lado y bajó la mirada apenada. No sabía que podía hacer, estaba triste y no sabía exactamente porqué, pero sus lágrimas y su corazón lo indicaban. Intentó secar sus lágrimas antes de levantar la mirada. Por un momento se quedó rígida, intentando descubrir de quien se trataba puesto que por alguna extraña razón el joven le resultaba familiar. No era normal. La poca luz que había en el lugar le impedía distinguir los rasgos del rostro del arcángel, pero aún así tenía un extraño presentimiento que hacía que su ritmo cardíaco aumentara. A pesar de que no tenía una razón lógica para explicar tal reacción, seguramente no tardaría en averiguarlo...
Adziel- Reina de Sairou
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